Muerte de Berlusconi
Italia despide a Berlusconi con un funeral de Estado en Milán
Miles de personas dan el último adiós al polémico ex primer ministro en una ceremonia celebrada en la Catedral milanesa
Milán, la ciudad donde Silvio Berlusconi construyó un imperio económico y ejerció su poder e influencia durante décadas, despidió este miércoles al ex primer ministro y líder de Forza Italia en un funeral de Estado solemne que se celebró en la catedral del Duomo. Varias pantallas gigantes instaladas en el exterior del templo permitieron a los italianos y turistas congregados en la plaza desde primera hora de la mañana seguir las exequias del magnate, cuyo último adiós no estuvo exento de polémica.
El cortejo fúnebre del empresario y tres veces primer ministro de Italia, fallecido el lunes con 86 años por una leucemia, partió desde su mansión en Arcore, donde fue velado de forma estrictamente privada por su familia y colaboradores más cercanos. Una hora más tarde, el féretro del magnate, adornado con flores blancas, rojas y verdes, los colores de la bandera italiana, hizo su entrada en la explanada que precede a la catedral, después de recorrer Monza, Cologno Monzese -donde se encuentra la sede de Mediaset, el imperio mediático que fundó-, y las calles de Milán.
En el interior del templo fue recibido por sus cinco hijos y su novia, Marta Fascina, que no pudo contener las lágrimas. En la segunda fila se sentaron los nietos del magnate, así como su segunda ex mujer, Veronica Lario, con quien mantuvo una guerra por el divorcio que duró años. Entre los 1.800 asistentes se encontraban numerosos personajes del mundo del espectáculo, el deporte y la televisión.
El silencio respetuoso que acompañó la entrada del cortejo fúnebre fue roto por los aplausos de los cientos de personas que ocupaban la plaza, a los que se unieron los gritos de quienes coreaban su nombre. “¡Existe sólo un presidente!”, cantaban a modo de coro de estadio un grupo de 'tiffosi' del AC Milan, el equipo de fútbol que fue propiedad de Berlusconi durante 31 años. “Más de 30 procesos en su contra y ahí seguía. Era 'el' presidente de Italia. Y yo tuve la suerte de conocerle”, decía sin poder contener las lágrimas Luigi, un ex trabajador en una de las empresas del magnate. A su lado, Luca y Nicholas, de 19 y 18 años, asentían. “Para nosotros forma parte de nuestra vida porque siempre ha estado ahí. Era una figura casi paterna”, confesaba el primero, que aseguraba haber votado por primera vez el año pasado, aunque no a Forza Italia, sino a la Liga de Matteo Salvini.
“Cuando un hombre es político, busca ganar. Tiene partidarios y opositores. Algunos lo llevan a lo más alto, otros no lo soportan”, dijo en su homilía el arzobispo de Milán, Mario Delpini, quien supo interpretar mejor que nadie la brecha que la desaparición del magnate ha abierto en la sociedad italiana, dividida entre quienes defienden su legado político y empresarial por encima de sus vicisitudes personales, y quienes no le perdonan que llevara al país al nivel más bajo de su reputación internacional durante sus últimos años al frente del gobierno. “Yo no estoy en luto”, se podía leer en la camiseta de varios italianos que se acercaron hasta la plaza del Duomo para mostrar su indignación por los honores con los que fue despedido Berlusconi.
El protocolo prevé el funeral de Estado para un ex ministro, pero el luto nacional que fue proclamado para el día de sus exequias es algo inédito y provocó las críticas de parte de la oposición. “El luto nacional para una persona divisiva como Silvio Berlusconi me parece una decisión inoportuna”, denunció Rosy Bindi, ex ministra socialdemócrata en el segundo gobierno de Romano Prodi.
El ex primer ministro y actual líder del Movimiento Cinco Estrellas, Giuseppe Conte, fue más allá y no participó en la ceremonia “para respetar la historia del Movimiento, pero también la de Berlusconi como antagonista político, quitando cualquier velo hipócrita”. Tampoco estuvieron presentes el ex primer ministro progresista Massimo D'Alema, enemigo histórico de 'Il Cavaliere', ni Pier Luigi Bersani, ex secretario del Partido Democrático. “El funeral es algo íntimo. Me despediré desde lejos”, avanzó el día anterior.
Dentro de la catedral, además de la primera ministra Giorgia Meloni y sus dos vicepresidentes, Matteo Salvini y Antonio Tajani, número dos de Forza Italia, el partido de Berlusconi, estuvieron presentes el presidente de la República, Sergio Mattarella, y el ex jefe de Gobierno Mario Draghi, así como representantes de la oposición. Entre los pocos líderes extranjeros que asistieron se encontraban el primer ministro húngaro, Viktor Orban, el ex comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, y el presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber. En representación de España acudió el embajador en Roma, Miguel Ángel Fernández Palacios.
Los restos mortales del ex mandatario, cuya muerte cierra una era en Italia, serán incinerados y reposarán para siempre en el mausoleo que mandó construir en vida en su mansión de Arcore.
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