Escalada regional
Los hutíes de Yemen, una nueva e inesperada amenaza para Israel y Oriente Próximo
Desde que comenzó la guerra entre Tel Aviv y Hamás los insurgentes proiranies han lanzado ataques con misiles y drones dirigidos contra Israel
Hasta seis rondas de ataques han perpetrado los hutíes, grupo rebelde chií que Irán apoya y se bate por el control del territorio de Yemen desde 2014, contra Israel desde el pasado 7 de octubre, fecha del inicio de la masacre de Hamás. Portavoces del grupo insurgente aseveran que los ataques contra Tel Aviv y en auxilio de “los hermanos palestinos” continuarán. A la agresión de Hamás y Yihad Islámica en Gaza y a la de Hizbulá desde el sur de Líbano, se une otra desde territorio yemení. En el eslogan inscrito en su bandera los hutíes exhiben la misma voluntad de destruir a Israel que las citadas organizaciones: “Dios es grande, muerte a Estados Unidos, muerte a Israel, una maldición sobre los judíos; victoria al islam”.
El último de los ataques de los insurgentes hutíes se produjo el pasado lunes, cuando los sistemas de defensa israelíes interceptaron gracias al sistema Arrow un misil balístico lanzado –desde una distancia de 2.000 kilómetros— en dirección al mar Rojo, donde se sitúa la ciudad de Eilat. Una semana antes, fuentes del movimiento aseguraron haber derribado “un avión no tripulado de espionaje de Estados Unidos” [concretamente un US MQ-9 Reaper] que supuestamente sobrevolaba aguas territoriales yemeníes y que los insurgentes consideraron “apoyo militar estadounidense a la entidad israelí”.
“Nuestras defensas aéreas pudieron derribar un avión MQ9 de Estados Unidos mientras llevaba a cabo actividades hostiles, de vigilancia y de espionaje en el espacio aéreo de las aguas territoriales yemeníes”, informó el portavoz militar de los insurgentes chiíes, Yehia Sarea, en su cuenta oficial de X. Un extremo que fue confirmado por la Administración Biden. No es la primera vez que los rebeldes yemeníes derriban un dron estadounidense.
Anteriormente, el grupo apoyado por Teherán había dirigido sus ataques contra territorio de Israel en tres ocasiones. La primera tuvo lugar el 19 de octubre, cuando los rebeldes lanzaron tres misiles de crucero y varios drones contra Israel. La amenaza fue neutralizada por un buque de guerra de Estados Unidos desplegado en el mar Rojo. Era la primera vez que la guerrilla atacaba a un país no implicado en la guerra civil yemení.
Después, el 27 de octubre, los rebeldes proiraníes volvían a atacar con el uso drones que acabaron provocando explosiones sobre dos localidades egipcias próximas a la frontera, según fuentes de las FDI. El tercer ataque hutí se produjo el 31 de octubre, cuando los militares israelíes aseguraron haber interceptado un misil en la citada ciudad de Eilat además de haber neutralizado “otras amenazas aéreas”. Aquel día, un portavoz militar de los hutíes admitía que el movimiento había lanzado “un gran número” de cohetes y misiles balísticos hacia Israel, según recogía Al Yazeera. El citado portavoz advertía de que la organización no se detendría “hasta el fin de la agresión israelí” y la “victoria” palestina. Toda una declaración de guerra que fue respondida por el Gobierno israelí, que advirtió a los insurgentes yemeníes con represalias.
¿Quiénes son los hutíes?
El movimiento denominado oficialmente Ansar Allah (‘defensores de Dios’), de adscripción chií zaidí, nacionalista, antisuní y antisionista, emergió a comienzos de la década de 2000, primero como opositor a Alí Abdalá Salé, que gobernó de manera autoritaria hasta su caída –por un movimiento de protesta enmarcado en la Primavera Árabe— en 2012.
Desde 2014, tras hacerse con la capital del país, Saná, y aliarse con Saleh, los insurgentes hutíes combaten contra una coalición internacional liderada por Arabia Saudí por hacerse con el control del país. Los rebeldes financiados y entrenados por Irán controlan a día de hoy amplias zonas del oeste y el norte del territorio yemení además de los principales centros urbanos.
En la práctica, los hutíes, que pretende redimir a los chiíes de Yemen –más del 40% de la población—, es una más de las milicias proxy, el "eje de resistencia", con la que Irán –como ocurre con el libanés Hizbulá, con la que los hutíes mantienen una estrecha relación y semejanzas en los métodos bélicos, y con grupos armados chiíes en Irak— pretende aumentar su influencia y poder en Oriente Medio.
El acuerdo alcanzado en la primavera de este año entre Arabia Saudí y la República Islámica para normalizar sus relaciones diplomáticas tras años de crudo enfrentamiento en la región abría, sobre el papel, la puerta al fin de la guerra por interposición que las dos grandes capitales del mundo islámico –patrocinadoras del islam suní y chií respectivamente— libran también en suelo yemení apoyando, respectivamente, al Gobierno y a los hutíes. Semanas antes de la agresión de Hamás a Israel, Arabia Saudí y hutíes se encontraban cerca de alcanzar un alto el fuego definitivo a la guerra.
¿Corre Israel peligro?
Sobre el papel, los sistemas de defensa israelíes están más que capacitados para neutralizar la amenaza hutí, en posesión de un importante arsenal de drones y misiles acumulados a partir de 2015 gracias al apoyo de Teherán. El mayor y más directo riesgo para los intereses de Tel Aviv, que hasta hace poco no consideraba a los rebeldes yemeníes una amenaza armada real, puede ser económico, pues las agresiones de los insurgentes yemeníes pueden afectar al comercio marítimo israelí que transita por el mar Rojo. No en vano, en 2019 y 2022 los insurgentes pro iraníes atacaron –causando importantes daños a los suministros de crudo— las principales instalaciones petroleras de Arabia Saudí.
Con todo, el movimiento insiste en que continuará sus operaciones militares contra Israel mientras “no acabe la ocupación y el genocidio” contra Gaza. En este sentido, el primer ministro del autodenominado Gobierno de Salvación Nacional –la autoridad rebelde—, Abdul Aziz Bin Habtoor, aseguraba al medio oficial iraní Al Alam que “no se detendrán hasta que la máquina sionista pare en Gaza”. “Es un deber sagrado para nosotros y todos los musulmanes y árabes”, zanjaba amenazante en una narrativa casi calcada de Hamás, Hizbulá y la República Islámica de Irán.