Testimonios
Hablan las familias de los secuestrados por Hamás: "Israel vive un estado de shock"
Tres familiares de secuestrados por Hamás relatan cómo vivieron los últimos momentos con sus seres queridos
Itzik Horn lleva cinco noches sumido en la desolación. Este padre argentino y ciudadano israelí tiene dos hijos que desaparecieron durante la sanguinaria invasión de Hamás del pasado sábado, cuando cientos de terroristas lograron entrar en los poblados israelíes ubicados cerca de la frontera con Gaza y asesinaron a más de 1.300 personas, en su mayoría civiles vecinos de las pequeñas comunidades agrarias tradicionales de Israel, los kibutz. Ese día fueron secuestrados unos 150 israelíes. Dos de ellos son los hijos de Itzik. «Su situación de desaparecidos me produce un nudo en el estómago. Como argentino que soy, esa palabra tiene una connotación diferente», relata abatido a un grupo de periodistas durante un encuentro organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí.
Uno de los hijos de Itzik vivía en el kibutz de Niz Or. Su hermano fue a verlo coincidiendo con una celebración judía el día en el que Hamás invadió la zona. Nada se supo de ellos desde entonces. En realidad, Itzik no sabe si sus hijos están vivos o muertos, si han sido secuestrados o los han matado en algún lugar de Gaza, donde fueron llevados decenas de rehenes capturados por los milicianos de Hamás. «Estoy dispuesto a escuchar lo peor, si los han matado los lloraremos y los enterraremos, pero ahora solo quiero que nos digan algo y saber dónde están. Sería un medio consuelo saber que siguen vivos. Digo medio consuelo porque estar en manos de una organización terrorista como Hamás no es cualquier cosa. No sé si van a torturarlos o los van a matar», explica Itzik, que remata con una frase lapidaria: «Lo que estoy pasando estos días no se lo deseo ni a mi peor enemigo».
El testimonio de Alex Sherman es igualmente amargo. Su hijo Ron, de 19 años, estaba en pleno servicio militar en un puesto fronterizo con Gaza. Su misión consistía en autorizar el paso a los gazatíes que cruzan a Israel para vender mercancías. A las 6:30 de la mañana del sábado, Ron escuchó un bombardeo muy fuerte y llamó a sus padres. En directo les fue contando todo lo que podía sobre lo que intuía que estaba sucediendo fuera tras activarse una alerta roja. «A través del teléfono escuchábamos todos silbidos de los proyectiles y los disparos, y después voces en árabe cerca de donde estaba Ron. Finalmente nos tuvo que cortar la llamada porque no podía hablar. Los asesinos estaban al lado, así que contactamos por whatsapp», relata su padre. «Instantes después nos escribió: esto es el final, están al lado de la puerta, os quiero mucho, adiós». Durante horas, Alex y su esposa temieron que su hijo había sido asesinado. Pero ese mismo día se les mostró un vídeo difundido por Hamás en el que aparecía su hijo Ron vivo en algún lugar de Gaza.
El mayor temor que alberga Alex sobre la condición en la que se puede encontrar su hijo en estos momentos es la falta de medicación para tratar el asma que padece. «A veces le cuesta respirar en su propia habitación, no me imagino como estará dentro de un túnel», explica.
Pese a todo, no puede evitar sentirse afortunado porque al menos sabe que su hijo está vivo en medio «del mar de tragedia y atrocidad» que asola al país. «Todos en Israel estamos en estado de shock, hay familias enteras que han sido borradas, niños y mujeres embarazadas asesinadas, cuerpos humillados. Los animales no hacen cosas así. Ha sido una masacre, la peor en un solo día desde el Holocausto. Pero les aseguro que vamos a seguir adelante».
A los padres de Libi, de 27 años, se los llevaron los combatientes de Hamás del kibutz de Beeri, escenario de una de las peores matanzas. En esta comunidad cercana a la frontera con Gaza aparecieron más de cien cadáveres de vecinos asesinados, algunos de ellos quemados dentro de sus casas, según testimonios de supervivientes. Los padres de Libi se salvaron. Ella estaba hablando con su madre por whatsapp en el momento en que irrumpieron los terroristas. Libi también sufrió la violencia de Hamás. Dos horas después, un militante de Hamás comenzó a dispararla pero el agresor fue abatido por disparos de soldados israelíes, que rápidamente la sacaron en un camión del kibutz para ponerla a salvo. Tres horas después, Libi recibió una foto por Telegram con sus padres capturados. «Ahora esperamos que alguien nos diga qué pasa con nuestros papás».