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Elecciones
Irlanda, abocada a negociar otra coalición de gobierno tras unos resultados muy ajustados
Los resultados a pie de urna arrojan un empate técnico entre el partido de gobierno Fine Gael y la oposición del Sinn Féin, que se recupera del último escándalo sexual
La República de Irlanda es desde hace tiempo una extraña criatura objeto de análisis. Mientras en toda Europa, la política fiscal está causando estragos, el gran problema para el gobierno de Dublín es que tiene tanto dinero en efectivo que no sabe muy bien qué hacer con él. Son muchas las ganancias acumuladas por las multinacionales estadounidenses que canalizan sus beneficios a través de sus sedes en el «Tigre Celta», donde hasta este año han contado con un más que atractivo impuesto de sociedades de un 12,5%. Pero mientras, en teoría, el desempeño económico es excepcionalmente bueno, los ciudadanos no tienen acceso a viviendas, los servicios sociales están colapsados y la llegada de solicitantes de asilo -provenientes sobre todo de Ucrania- ha empeorado aún más la situación.
En este complejo escenario, casi 3,7 millones de personas acudieron ayer a las urnas en las elecciones generales adelantadas por el «Taoiseach», Simon Harris. Aunque estaban previstas para el próximo año, el líder del democristiano Fine Gael cambió el calendario aprovechando el peor momento de la oposición del Sinn Féin. En los últimos comicios de 2020, los nacionalistas irlandeses -el que fuera brazo político del ya extinto IRA- hicieron historia al romper con el bipartidismo del último siglo dominado por el Fine Gael y el centrista Fianna Fáil. Declararon la victoria a pesar de que los partidos más grandes se negaron a negociar una coalición e insistieron en que, la próxima vez, su líder, Mary Lou McDonald, se convertiría en la primera mujer en ponerse a cargo del ejecutivo. Sin embargo, la formación que quiere celebrar un referéndum de reunificación tiene ahora difícil repetir la hazaña.
Los resultados decepcionantes en las locales y europeas del pasado verano ya daban algunas pistas y eso que aún no habían llegado la cadena de escándalos con, entre otros, supuestos casos de censura y pedofilia. Hace cuatro años, el izquierdista Sinn Fein supo canalizar el descontento del electorado, ante todo de los jóvenes, atraídos por su amplio programa de vivienda pública, en un país donde los precios de las casas son, en promedio, casi ocho veces el salario medio nacional (entre 45,000 y 50,000 euros). En Dublín, son más de diez veces. Pero las dificultades derivadas en los últimos meses para albergar en un país de apenas 5,4 millones de personas a refugiados han dado ahora empuje a una naciente, pero envalentonada extrema derecha.
La crisis de la vivienda y la inmigración han marcado la campaña de unos comicios donde los resultados se prevén muy ajustados. El sondeo a pie de urna publicado anoche por la televisión pública RTÉ al cierre de los colegios electorales mostraba casi un empate entre Sinn Fein y Fine Gael - con el 21,1% y el 21% respectivamente- y con el Fiana Fail justo detrás con el 19,5%. La distribución definitiva de los 174 escaños en juego dependerá en gran medida de la transferencia de votos entre las formaciones, tal y como permite el complejo sistema electoral irlandés, que dificulta las mayorías absolutas y favorece los gobiernos de coalición.Así ocurrió en 2020, cuando Sinn Fein obtuvo el mayor número de votos de primera preferencia pero se quedó a un escaño del Fianna Fail, lo que le impidió a McDonald formar un Ejecutivo ante la falta de socios en el espacio progresista. Fue entonces cuando Fianna Fail y Fine Gael acabaron sellando un histórico pacto para enterrar una rivalidad que se remontaba a la Guerra Civil (1922-1923) y turnarse el puesto de ‘taoiseach’ (primer ministro) en un Gobierno en el que también entró el Partido Verde. El recuento de votos no comenzará hasta el sábado y es posible que hasta el domingo el escenario no esté claro.
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