Crisis política
El apoyo de Le Pen a la ley migratoria amenaza el Gobierno de Macron
El Parlamento francés aprueba la ley pactada con la derecha moderada, pero abre en canal al macronismo
Hay abrazos envenenados que en política pueden causar la muerte. Y esto, en forma de estrategia parlamentaria, es lo que ha conseguido Marine Le Pen este martes: crear una fuerte crisis política en las propias filas del gobierno y del grupo parlamentario y socios de Emmanuel Macron. El presidente se encuentra frente a una grave revolución interna del ala más progresista de su hipercentro parlamentario y de sus ministros de centroizquierda. Seis de ellos han amenazado con dejar al gobierno ante la nueva reforma migratoria. Antes de acabar en fiasco, Macron ha decidido pactarla con la derecha de Los Republicanos que exigieron endurecer el texto para sacarlo adelante, incluyendo dificultar el acceso de los extranjeros a las ayudas sociales, un principio que tradicionalmente ha sido el ADN de la ultraderecha de Le Pen y que han combatido con ímpetu desde las filas de la macronía.
Pero la aritmética parlamentaria preparaba una emboscada -una más pero de gravedad superior- al Ejecutivo francés. Macron necesita los votos de LR y lo que queda del grupo conservador, lo no fagocitado en estos años por el hipercentro, juega radicalizado a hacer la competencia a la ultraderecha en el espinoso asunto migratorio. Ser prisionero de esos votos era por tanto serlo de Le Pen, en última instancia.
El texto, según denuncia la izquierda y celebra la propia Le Pen, incluye un concepto históricamente clave para la ultraderecha. Se trata de la llamada preferencia nacional. La jugada maestra de Le Pen llegaba este martes a primera hora de la tarde afirmando que votaría a favor del texto, un buen chorro de gasolina para el incendio interno de Renacimiento, la formación del presidente. La fotografía de votar con le Pen se transformaba en algo insoportable para muchos diputados de Macron, especialmente los más progresistas y para un estimable grupo de ministros. Le Pen expresó su “agradecimiento” a la izquierda, ya que hace una semana hizo bloque junto a la oposición de derecha y de extrema derecha para rechazar debatir el proyecto original del Gobierno, mucho más suave y centrista. Ese texto original promovía la regularización de inmigrantes sin papeles que pudiesen trabajar en sectores con escasez de mano de obra al tiempo que facilitaba la expulsión de Francia de extranjeros considerados peligrosos.
La noche se alargaba antes del voto y era el propio Macron quien contrarrestaba la jugada de Le Pen diciendo que no contaría con los votos del Reagrupamiento Nacional, una forma de intentar contener la hemorragia de su grupo. Llegados a estas alturas, la otra alternativa para Macron y sus diputados sería renunciar al texto. Pero supondría admitir la incapacidad para legislar, algo que ya quedó bien plasmado durante los primeros meses del año con la traumática reforma de las pensiones que incendió las calles de Francia.
La Asamblea Nacional daba luz verde al texto con una amplia mayoría de 349 votos por 186 que votaron en contra que incluso se obtendría restando los votos de la ultraderecha, pero difícilmente el voto precedido de la estrategia de última hora de Macron pone fin a la tormenta política y el Elíseo anunciaba al cierre de esta edición que hoy miércoles Macron tomará la palabra -sin definir con qué tipo de formato- para dar explicaciones a los franceses. Reforma aprobada y pequeño respiro pero a un precio altísimo que tendrá consecuencias para lo que queda de quinquenio y quizás provoque un remodelamiento de gobierno en el arranque de año.
Antes del voto, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, intentaba una ardiente defensa de la reforma contraatacando desde la tribuna: “si algo podemos aprender de este texto es que no existe una oposición constructiva, sólo hay opositores que se detestan entre ellos”. Darmanin se mostraba especialmente combativo con una Le Pen que sonreía en muchos tramos de su discurso desde su escaño y a la que muchos otorgan como gran ganadora de esta nueva crisis.
La preferencia nacional que recoge el texto revisado y pactado con la derecha salta una línea roja para incluso buena parte del electorado de Macron. Especialmente los artículos que exigirán a los extranjeros, aunque tengan papeles, pasar dos años y medio trabajando en Francia, o cinco años sin trabajar, para poder acceder a algunas ayudas sociales.
Antes del voto, varias voces desde la izquierda criticaron con dureza el texto calificándolo de "debacle moral" o de "connivencia con la extrema derecha”. El líder de los diputados socialistas, Boris Vallaud, calificó el acuerdo de "momento de desgracia para el Gobierno".
Con los diputados saliendo de la Asamblea Nacional pasada la medianoche, la gran certeza de la noche es el rearme de Le Pen de cara a las europeas de 2024 con un impulso en forma de estrategia parlamentaria
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