Rusia

El puente de Crimea enseña la fragilidad de Putin

La explosión de hace un semana en el viaducto que une Rusia con la península supone un antes y un después en la guerra. Moscú ha descubierto que ningún objetivo es invulnerable

Imagen de los daños provocados por la explosión en el puente de Kerch, que une Rusia con Crimea
Imagen de los daños provocados por la explosión en el puente de Kerch, que une Rusia con CrimeaMAXAR TECHNOLOGIES HANDOUTAgencia EFE

Hace una semana, el puente de Kerch, una estructura de 19 kilómetros considerada la obra de ingeniería más ambiciosa construida por Rusia y que une la punta Chushka de la península de Tamán y la península de Kerch en Crimea fue atacado por un grupo de personas que provocaron una explosión por el estallido de la carga de un camión que hacía detonar siete de los tanques de combustible de un tren. Además de las cuatro personas fallecidas, los daños materiales superan los 500 millones de rublos (unos 8,5 millones de euros). Una pérdida económica insignificante, comparada con el daño causado a la imagen de Rusia y a sus medidas para proteger objetivos estratégicos tan importantes como este gran cordón umbilical que une a la Rusia continental con la península anexionada en 2014.

Para muchos, este episodio va a suponer un punto de inflexión en el transcurso de la guerra de Putin, demostrando que ningún objetivo puede ser imposible para los ucranianos y que la respuesta de Rusia, cuando es atacada, puede ser implacable. Analistas y kremlinólogos coinciden en que lo ocurrido el pasado sábado supondrá un antes y un después en esta crisis, pero pocos aciertan en dar una línea clara de acción.

Ayer, el presidente ruso, Vladimir Putin, aprovechó su estancia en Astáná (Kazajistán), donde se ha celebrado la sexta cumbre de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA), para dar a conocer la postura de su país sobre algunos de los puntos más candentes de la actualidad en el conflicto, después de varias semanas sin hablar sobre el tema y tras el ataque del puente.

Puente Kerch, Crimea
Puente Kerch, CrimeaTeresa Gallardo

Putin empezaba su intervención afirmando que su país había acabado con un tercio de la red eléctrica en Ucrania y que por esa razón no veía necesaria una nueva batida de ataques masivos contra las infraestructuras básicas de sus vecinos. «Ahora no hay necesidad de ataques masivos. Ahora tenemos otros objetivos, ya que de unos 29 objetivos planificados solo siete no fueron destruidos, según planes del Ministerio de Defensa», informaba, añadiendo que «más adelante, veremos». En la rueda de prensa donde intervino fue preguntado acerca de si su país pretendía aniquilar Ucrania, a lo que respondió que “nunca nos pusimos el objetivo de aniquilarla”. “Quiero que esto quede claro. Lo que sucede actualmente es poco agradable, suavemente dicho, pero de no haberlo hecho ahora nos hubiéramos visto obligados a hacerlo después, pero en condiciones mucho peores para nosotros”, explicaba el jefe del Kremlin, dando a entender que para Moscú esta operación militar se planeó en un primer momento como un ataque preventivo.

El temor de Rusia siempre ha sido verse amenazada por sus vecinos, que no han ocultado su deseo de entrar a formar parte de la OTAN, lo que supondría tener a una ingente cantidad de misiles de alto poder de aniquilación apuntando directamente a Moscú a una distancia de poco más de 400 kilómetros. Desde que empezara la guerra, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha aprovechado su acercamiento a EE UU para pedir que la Alianza acepte a esta ex república soviética por la vía urgente. Para Putin esto supondría una «catástrofe global» si la OTAN y Rusia tuviesen un «enfrentamiento directo» en territorio ucraniano. Precisamente, una de las exigencias de Moscú a Kyiv para dejar de atacar ha sido el compromiso de estos a permanecer neutrales y no solicitar su ingreso en la OTAN.

Al ser preguntado sobre su opinión ante un hipotético encuentro con el presidente norteamericano, Joe Biden, Putin se mostró en contra, pero tampoco a favor, dejando la decisión a su homólogo, con el que tendrá la oportunidad de coincidir el mes que viene en la próxima cumbre del G-20. «Deberíamos preguntarle a él si está dispuesto a hablar conmigo o no. Para ser honesto, no veo la necesidad». Biden ya comentó la semana pasada que no excluía reunirse con Putin en la cumbre, que se celebrará entre el 15 y 16 de noviembre en Bali (Indonesia).

Sobre la polémica movilización decretada el 21 de septiembre, que ha provocadola salida de miles de rusos en edad militar por miedo a ser llamados a filas, el mandatario ruso explicó que prevé darla por finalizada en un par de semanas aproximadamente sin planes por parte de su ministerio de Defensa para ampliar la convocatoria. «Un total de 222.000 personas de 300.000 ya han sido movilizadas» y «todas las actividades de movilización concluirán en aproximadamente dos semanas», aclaraba Putin. «Primero, el Ministerio de Defensa inicialmente propuso un número menor, no 300.000 personas. Segundo, no se planea nada adicional. Defensa no ha propuesto nada en ese sentido y en un futuro previsible no veo ninguna necesidad», apostillaba en un mensaje a sus compatriotas, aunque matizando que es imposible mantener la línea de contacto con el territorio ucraniano solo con soldados profesionales.