Acuerdos

Los unionistas del DUP se niegan a formar gobierno en Irlanda del Norte tras el triunfo del Sinn Féin

El brazo político del IRA culmina su proceso de transformación política con su victoria en Belfast y su avance en Dublín

La líder del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, a la izquierda, y su número dos Michelle O'Neill a su llegada este fin de semana al centro de recuento de votos en Belfast
La líder del Sinn Fein, Mary Lou McDonald, a la izquierda, y su número dos Michelle O'Neill a su llegada este fin de semana al centro de recuento de votos en BelfastPeter MorrisonAgencia AP

Cuando los gobiernos de Londres, Dublín y Washington comienzan a hacer declaraciones sobre Irlanda del Norte, siempre es señal de que se ha llegado a un momento crítico en Belfast. Pasó durante la época de los “Troubles” -el sangriento conflicto entre católicos y protestantes, que costó más de 3.500 vidas-. Ocurrió , de nuevo, cuando se logró la ansiada paz con el Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Y se repite ahora, después de que los nacionalistas del Sinn Féin se hayan convertido, por primera vez desde la división de la isla en 1921, en la formación más votada.

Las autoridades a ambos lados del Atlántico están muy pendientes de una región profundamente dividida entre los que quieren seguir siendo parte del Reino Unido y los que buscan la reunificación de Irlanda. La máxima prioridad es conseguir una estabilidad política que garantice la paz. Pero, a día de hoy, las posibilidades de formar gobierno de coalición en Belfast son escasas.

Tras su triunfo en las autonómicas, el Sinn Féin, el que fuera brazo político del ya inactivo IRA, puede nombrar a un ministro principal. Pero no puede asumir el cargo, a menos que los unionistas-protestantes-monárquicos del DUP -que quedaron en segunda posición- acepten nominar a un vice-ministro principal.

El Acuerdo de Viernes Santo obliga a las formaciones más votadas de ambas comunidades a gobernar en coalición. Pero, al cierre de esta edición, el líder del DUP, Jeffrey Donaldson, se negaba a formar ejecutivo, lo que levanta el espectro de un punto muerto que podría paralizar a Stormont indefinidamente, requiriendo al Gobierno central de Londres aplicar la “direct rule” para hacerse cargo de la agenda.

Consecuencias del Brexit

Debido a las peculiaridades de la región, la política norirlandesa es ya de por sí tremendamente compleja. Y el Brexit ha venido a dificultar aún más las cosas. El divorcio europeo ha dejado a la provincia británica con un estatus diferente al del resto del Reino Unido. Los unionistas se sienten completamente traicionados por Boris Johnson. Y se niegan ahora a formar un ejecutivo en Belfast hasta que no se cambie el llamado Protocolo de Irlanda, una pieza clave del pacto Brexit firmado con la UE que obliga ahora a realizar controles aduaneros a los bienes que se comercializan con Gran Bretaña.

El representante del Gobierno central para asuntos norirlandeses, Brandon Lewis, matizó ayer que Downing Street “no descarta ninguna opción” sobre el Protocolo de Irlanda, aunque abogó por hallar un acuerdo con la UE para su modificación. Y en este sentido, instó al DUP y todos los partidos en la Asamblea de Stormont a reunirse “para solucionar los asuntos domésticos de Irlanda del Norte”.

Durante una entrevista con la BBC, Lewis también fue preguntado por la posibilidad de un referéndum sobre la reunificación de Irlanda, el que siempre ha sido objetivo histórico del Sinn Féin. Y en este sentido, aunque reconoció que la victoria de los católicos es “significativa”, matizó que el conjunto del voto unionista es todavía mayoritario en el legislativo de la provincia británica.

En efecto, en las elecciones autonómicas, el Sinn Fein conservó los 27 escaños que había conseguido en 2017. No obtuvo más asientos que otras ocasiones, pero fue el declive del DUP, que perdió tres asientos, lo que convirtió a los católicos en ganadores. La formación más beneficiada de la fuga de votos unionistas es el Partido Alianza de Naomi Long, de centro liberal y no sectario, que ha conseguido nueve escaños más.

¿Reunificación?

Se antoja improbable que a corto plazo el Sinn Féin logre su objetivo de la reunificación de Irlanda. Pero no cabe duda de que en los últimos años ha realizado una gran transformación para pasar del brazo político del IRA a una opción atractiva tanto en Belfast como en Dublín.

La evolución del partido ha coincido con la propia transformación que se ha vivido en la República de Irlanda, donde en los últimos años se ha legalizado el aborto y los matrimonios homosexuales. Desde su independencia del Reino Unido en 1921, las formaciones de centro derecha -el Fine Gael y Fianna Fáil- se habían ido alternando el poder. Sin embargo, en las elecciones generales de 2020, los nacionalistas del Sinn Fein hicieron historia al romper con el bipartidismo. Pasaron de 22 a 37 escaños, iniciando una nueva era en la historia del Tigre Celta.

La clave de su popularidad, sin duda alguna, se debió al apoyo de los más jóvenes, los mismos que ven los vínculos de los inicios de la formación con los terroristas del IRA como algo ya del pasado y se sienten ahora atraídos por su amplio programa de vivienda pública, en un país donde los alquileres están en sus picos más altos. En definitiva, se ha convertido con éxito en la formación del voto protesta.

En Irlanda del Norte, después de más de una década formando parte del Gobierno de coalición, resulta irónico que ahora se presenten como la única vía “de asegurar un cambio real”. Vienen a ser como el gato de Schrödinger -en el poder y la oposición al mismo tiempo-. Pero el caso es que la fórmula les ha funcionado. Han sabido ir moldeando su discurso, según procedía en qué distrito, algo que sus críticos consideran como una excesiva “elasticidad” de principios.