Radicalismo
El espectro del crimen de Paty vuelve a Francia
La protesta de los alumnos musulmanes por mostrar en clase de arte un cuadro con musas desnudas obliga a cerrar un colegio
El temor a que se repita un caso como el de Samuel Paty, profesor decapitado hace tres años por un islamista radical, vuelve a Francia. Si en aquella ocasión el detonante fueron dos caricaturas de Mahoma, esta vez podría serlo una obra de arte. En concreto la polémica surgió el pasado jueves 7 de diciembre por la exhibición en una clase del colegio Jacques-Cartier de Issou, en Yvelines, al oeste de París, del cuadro «Diana y Acteón» pintado en 1603 por Giuseppe Cesari, en el que aparecen cinco musas desnudas con el pecho al descubierto. En ese momento, algunos alumnos de la clase, de entre 12 y 13 años, protestan y miran hacia otro lado señalando que su religión les prohíbe mirarlo.
La polémica se extiende cuando algunos de estos alumnos acusan a la profesora de racismo al haber intentado buscar la provocación hacia alumnos musulmanes mostrando mujeres desnudas. Al día siguiente, viernes, el colegio incluso recibe correos electrónicos de alguno de los padres mostrando su indignación. La profesora acusada quiso, en un primer momento, poner una denuncia por difamación, pero desistió más tarde porque dudó de «la utilidad», según fuentes del diario «Le Figaro» pidiendo protección y que sea el Ministerio de Educación quien la asista jurídicamente.
El ambiente en el centro escolar se ha ido tensando con el paso de los días hasta hacerlo irrespirable. Tras el fin de semana, muchos de los profesores de la escuela Issou ejercieron el lunes su derecho de desistimiento al considerar que se encuentran en «situación de peligro». La escuela tuvo que cerrar sus instalaciones, mientras el Ministerio de Educación envió inspectores y prometió más personal para hacer frente a lo que muchos profesores consideran una atmósfera hostil que puede desembocar en un atentado como el que sufrió Paty hace tres años y que conmocionó a toda Francia. El ministro de Educación francés, Gabriel Attal, visitó el centro educativo el pasado lunes y anunció «un procedimiento disciplinario contra los estudiantes responsables de esta situación». Este martes, el centro educativo volvía a abrir sus puertas en medio de un clima de tensión e incertidumbre.
Algunos sindicatos denuncian una «situación muy degradada» desde hace tiempo. Todo apunta a que este capítulo no es un hecho aislado en la escuela Jacques-Cartier de Issou. El director del colegio ha pedido recientemente al Ministerio de Educación más personal y recursos para hacer frente al deterioro de la convivencia en las aulas donde, según denuncia, las peleas y las amenazas de muerte son cada vez más habituales entre el alumnado.
Según algunos testimonios aparecidos en la prensa francesa, un grupo reducido de familias sería reincidente en enviar mensajes contra prácticas pedagógicas de la escuela con acusaciones muy graves. De hecho, un protocolo de seguridad ya había sido implantado en el centro para impedir la entrada a padres de alumnos sin autorización. Hasta 15 veces se habrían producido episodios contra los principios laicos en dicho centro educativo desde el inicio de curso el pasado mes de septiembre, según datos aportados por la Academia de Versalles, circunscripción académica a la que pertenece dicha escuela parisina. «Sentimos que estamos en peligro. Contamos con el apoyo de nuestros superiores directos pero no desde arriba», ha lamentado uno de los profesores.
Las aguas no se han calmado pese a que los alumnos han admitido haber mentido. Sin embargo, los docentes creen que el daño ya está hecho. «Estamos tratando con padres vengativos que prefieren creer a sus hijos y no a nosotros», aseguran los afectados.
Este episodio tiene lugar justo cuando seis adolescentes han sido condenados en Francia por su vinculación al asesinato del profesor Samuel Paty en 2020 a manos de un joven islamista de origen checheno, en un incidente que volvió a despertar la amenaza del terrorismo yihadista en el país. Los adolescentes fueron condenados el pasado viernes por formular acusaciones falsas y organizar una conspiración criminal con la intención de provocar violencia.
Hace casi dos meses, a mediados de octubre, otro profesor, Dominique Bernard, de 57 años, fue asesinado en la localidad de Arrás, al norte del país. El autor, Mohammed Mogouchkov, era de origen checheno y estaba fichado por las autoridades en el registro de seguridad nacional. La muerte de Bernard trajo de vuelta el recuerdo del asesinato tres años antes de Paty, y los fantasmas de estos ataques a la escuela laica francesa nunca han desaparecido este tiempo.
Desde el asesinato de Arras, el 13 de octubre, Francia se encuentra en el máximo nivel de alerta de seguridad y ha sido testigo de una oleada de falsas amenazas de bomba y alertas de seguridad. Las autoridades francesas temen cualquier eco del conflicto de Oriente Medio por la guerra entre Israel y Hamás en la franja de Gaza que pueda servir como detonante. El pasado 2 de diciembre, otro yihadista radicalizado asesinó a un turista alemán en un ataque con cuchillo a escasos metros de la torre Eiffel. El autor había sido condenado a cuatro años de prisión en 2016 por planear otro ataque, estaba en la lista de vigilancia de los servicios de seguridad franceses y también era conocido por sufrir trastornos psiquiátricos.