Comicios
Elecciones en Sudáfrica: peligra la victoria del ANC tras 30 años en el poder
El histórico partido de Nelson Mandela podría terminar con su racha de victorias como resultado de los escándalos de corrupción, las tensiones raciales y la debacle económica
Este miércoles se celebrarán las elecciones generales en Sudáfrica. En el país de Nelson Mandela. En ese rincón al sur de África que un día fue baluarte de los derechos humanos y que hoy busca posicionarse nuevamente como tal, después de interponer una demanda contra Israel en la Corte Internacional de Justicia por violar la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Más de 27 millones de votantes registrados acudirán a las urnas para decidir si Cyril Ramaphosa validará un segundo mandato como líder del Congreso Nacional Africano (CNA), partido que lleva ostentando el poder de manera ininterrumpida desde la presidencia de Nelson Mandela en 1994, o si ha llegado el momento del cambio. La historia llama así a la puerta de los hogares sudafricanos.
De entre la tromba de candidatos que se presentan a gobernar el país, tres de ellos lo hacen con probabilidades de alcanzar una victoria: Cyril Ramaphosa; John Steenhuisen, líder de la Alianza Democrática (DA); y Julius Malema, fundador y dirigente de los Luchadores por la Libertad Económica (EFF). Un cuarto candidato con una amplia popularidad habría sido el expresidente octogenario Jacob Zuma, junto con su nuevo partido, uMkhonto weSizwe (MK), pero su candidatura fue desestimada una semana antes de los comicios debido a una condena por desacato al tribunal recibida en 2021.
Ramaphosa (71 años) camina sobre una fina línea que termina en el abismo. El Congreso Nacional Africano se encuentra en su punto más crítico tras treinta años ininterrumpidos en el poder. Los escándalos de corrupción que salpican al propio presidente son un culpable que señalar, como tampoco ayuda la concatenación de crisis económicas que sufre el país africano desde hace décadas. La renta per cápita se ha desplomado desde los 8.700 dólares en 2010 hasta los 6.700 dólares actuales, mientras que su moneda, el rand sudafricano, ha seguido un camino lento pero sin pausa de desvalorización desde 1995 hasta la fecha. Si 1 rand equivalía a 0.27 dólares en 1995, ahora equivale a 0.054 dólares. Habría que añadirle que Sudáfrica es hoy el quinto país del mundo con un mayor número de homicidios intencionados, además de la realidad más difícil de todas: que treinta años de presidentes negros no han conseguido acabar con la brecha socioeconómica que separa a una mayoría poblacional negra y de clase principalmente baja frente a una minoría blanca de clase media y alta.
Hay quien considera que la demanda interpuesta por Sudáfrica contra Israel en la CIJ se trata de una maniobra con fines electorales que saque de sus casas a los votantes este miércoles (los datos apuntan a una participación histórica a la baja, con menos de un 50%) para apostar por la continuidad. En cualquier caso, Ramaphosa juega con cierta ventaja, al no existir contendientes con la fuerza y los medios que dispone su partido.
John Steenhuisen (48 años), blanco y líder de la oposición, tiene a su favor que su partido fue el segundo más votado en las elecciones de 2018. El eslogan de su campaña es claro: “salvar a Sudáfrica” … del Congreso Nacional Africano. Pese a su actividad en el parlamento en los últimos años, donde diseñó una coalición de partidos que actualmente ocupan 144 de los 400 escaños disponibles, existen un cúmulo de dudas sobre su elegibilidad. Primero, el color de su piel en un país todavía marcado por las profundas heridas del apartheid y donde las tensiones raciales todavía son visibles.
Segundo, en lo referente a esta coalición de 7 partidos políticos, cabe a preguntarse si Steenhuisen debe ser el rostro visible que lidere a la nación en el caso de una victoria conjunta. Además, sus contrincantes le acusan de centrar sus intereses en la clase media del país, considerando que una mayoría de la población no alcanza dicha categoría (un informe reciente del Banco Mundial indica que la tasa de pobreza en Sudáfrica es del 20% y que el 80% de la riqueza se reparte entre un 10% de los sudafricanos, teniendo en cuenta que la población blanca del país ronda el 8%).
La tercera alternativa la sostienen Julius Malema (43 años) y su rabiosa dialéctica en favor de las clases más desfavorecidas y contra la incapacidad del Congreso Nacional Africano a la hora de satisfacer las necesidades del pueblo sudafricano. Su partido se define como marxista, panafricanista y antisistema. Aboga por la expropiación de las grandes propiedades (blancas) para redistribuirlas al resto de la población (negra), mientras que una carta reciente publicada por la Alianza Democrática aseguraba que una victoria del EFF “desatará una ola de crímenes violentos en Sudáfrica”. También ha afirmado públicamente que "no descarta matar blancos" en un futuro. Aunque la victoria es prácticamente inalcanzable para Malema, su firme oposición al CNA y el descontento general frente a los últimos cinco años de gobierno de Ramaphosa pueden jugar a su favor a la hora de acumular aliados.
David Soler, fundador y director de la plataforma de noticias Africa Mundi, considera que "la división de la oposición hará que el CNA gobierne pese a bajar del 50%, pero también lo hará el que todos [los partidos] quieran entrar en el Gobierno, porque en 30 años de democracia ninguno lo ha hecho y lo verán como una oportunidad, puede que única". Soler considera que la repartición de tierras y el aspecto económico son "un aspecto clave" de estas elecciones. Un tercio de la población es "born free" (nacidos en democracia), en un contexto donde el CNA ha sobrevivido a lo largo de décadas basándose en el fantasma del movimiento de liberación de Nelson Mandela, pero pasados 30 años desde entonces los blancos siguen cobrando de media casi tres veces más que los negros. La reciente secesión de Jacob Zuma (histórico líder del CNA) en un nuevo partido, pese a no tener permitido él mismo presentarse a las elecciones, sigue dejando al MK como una alternativa que igualmente podría restar votos al CNA en el conteo final.
El próximo presidente de Sudáfrica necesitará superar el 50% de los apoyos en el Parlamento para ser investido. Aunque pocos dudan que el CNA obtendrá más escaños que el resto de los contendientes, el declive del histórico partido (que apenas obtuvo un 57% de los votos en las elecciones de 2018, frente al 70% obtenido en 2004) hace considerar dos alternativas plausibles: la más aceptada indica que Ramaphosa gobernará con el apoyo de terceros y tras perder la mayoría absoluta que caracterizó a su partido en el pasado, pese a las dificultades que traería por las diferencias sostenidas entre los tres grandes partidos; o que sea otro el que finalmente gobierne, aunque también sería con los apoyos necesarios para desbancar al CNA tras 30 años en el poder. Los once candidatos independientes que se presentan a las elecciones podrían ser la clave en esta compleja ecuación donde cada voto resultará imprescindible.
Sin embargo, David Soler avisa que "no se puede desestimar la influencia local y regional del CNA, que ha conseguido eliminar la línea que separa al partido y al Estado". Igual que ha ocurrido con otros movimientos de liberación africanos, muchas personas viven de esa dependencia del Estado frente a un partido político, "y es difícil acabar con esto".
Si los sudafricanos sufren de una pérdida de memoria colectiva y votan en masa este miércoles, Ramaphosa podría superar las predicciones y gobernar en solitario durante los próximos cinco años. Pero si los pronósticos se cumplen, la carrera electoral se decidirá en última instancia tras publicarse los resultados por medio de pactos y coaliciones donde el candidato que más ofrezca, y mejor, al resto de los contendientes, será quien se alce victorioso por medio de un gobierno “Frankenstein” que podría dificultar en gran medida la toma de decisiones. Se estima que los primeros resultados provisionales se emitirán pocas horas después del cierre de las urnas… y será entonces cuando empiece la carrera de los despachos.
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