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Política

Argentina

El fiscal Nisman: «Con esta denuncia me juego la vida»

Nisman, de 51 años, estaba divorciado y tenía dos hijos larazon

Un romance que acabó en tragedia. Ésta podría ser la mejor descripción de la relación que Alberto Nisman (Buenos Aires, 1963) mantuvo con el matrimonio Kirchner. Hijo de un empresario textil, Nisman estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires y pronto comenzó a despuntar en el mundo jurídico hasta convertirse en una referencia en la lucha antiterrorista. Ex marido de la reputada jueza federal Sandra Arroyo Salgado y padre de dos hijos, comenzó su carrera como fiscal en los juzgados de Morón (provincia de Buenos Aires), hasta que su cercanía con el ex presidente Néstor Kirchner le llevó a ser nombrado responsable del «caso AMIA», trabajando mano a mano con el jefe de la Inteligencia argentina, Antonio Stiusso. En 2008 acusó formalmente al ex presidente Carlos Menem de haber falseado y encubierto pruebas sobre el atentado, supuestamente ordenado por Irán. Su lucha para esclarecer la verdad de lo ocurrido el fatídico 18 de julio de 1994 condujo a una ruptura de relaciones entre Argentina y la República Islámica. Por aquel entonces, Nisman mantenía una buena relación con la presidenta Cristina Fernández. Es más, según desvelaron los cables de Wikileaks, habría intercedido para perseguir a los enemigos de la presidenta. Incluso, el nombre de este popular fiscal sonó para ocupar el cargo de fiscal general del Estado, que finalmente recayó en Alejandra Gils Carbó. Esta luna de miel llegó a su fin en 2013, cuando Kirchner negoció a espaldas de Nisman un memorándum de entendimiento con Teherán para restablecer las relaciones entre ambos países. A partir de ese momento, Nisman comenzó a acercarse a EE UU e Israel, muy interesados por sus investigaciones sobre Irán, algo que disgustaba profundamente a la señora «K». Es más, Gils Garbó impidió que Nisman viajara a Washington, donde le esperaba el Congreso para escuchar sus argumentos contra Teherán. Días antes de morir, el fiscal reconoció a sus allegados que «con esta denuncia me juego la vida».