Estado Islámico
El éxodo de las minorías por el califato islámico
Hay 200.000 desplazados de la religión yazidí y 40.000 están retenidos por el EI
La toma de Sinjar el pasado martes ha provocado una gran crisis humanitaria por el éxodo masivo de civiles. Se calcula que unas 200.000 personas se encuentran desplazadas, la mayoría de ellas kurdos pertenecientes a la antigua comunidad religiosa yazidí, que se han refugiado en las montañas cercanas o el Kurdistán iraquí. Los yazidís son vistos por los fundamentalistas del Estado Islámico como «adoradores del diablo» y se arriesgan a ser ejecutados por los yihadistas, que buscan establecer un imperio islámico y redibujar el mapa de Oriente Medio.
El Estado Islámico mantiene atrapadas a miles de familias de la minoría yazidí tras expulsarlas de Sinjar. En total, se calcula que 40.000 civiles se refugian en las zonas montañosas sin un techo donde cobijarse de las altas temperaturas y sin agua potable. Por el momento, las fuerzas kurdas han fallado en su intento por romper el «bloqueo» islamista y llegar hasta los refugiados. El Gobierno iraquí ha conseguido enviar tan sólo dos paquetes de ayuda a través de aviones. Los desplazados necesitan urgentemente agua, alimentos, refugio y medicinas, según advierte en un comunicado Amnistía Internacional, que subraya que «muchos de los niños refugiados en las montañas sufrían de deshidratación, ya que han pasado días bajo el sol y sin beber agua». AI denunció que al menos 40 menores han muerto por la violencia en Sinjar. Por su parte, Unicef pidió ayuda urgente para los cerca de 25.000 menores «atrapados en las montañas que rodean Sinyar». Para aliviar la entrada masiva de refugiados en el Kurdistán iraquí, Médicos Sin Fronteras ha instalado equipos móviles y un campamento temporal en Dohuk, ciudad que ha recibido miles de refugiados en los últimos días. La organización ha distribuido agua potable y galletas en la frontera y ha proporcionado ayuda médica a todos aquellos que estuviesen cansados, hambrientos o sedientos. Algunos no habían comido desde hace días. No obstante, advierte de que debido a la deteriorada seguridad, la frecuencia de sus actividades ha decaído.
En el Kurdistán ya hay más de 300.000 desplazados y 230.000 refugiados sirios, lo que hace de esta situación un «desastre de proporciones inmensas», señaló el representante de la ONU. El Gobierno del Kurdistán, como consecuencia del aumento de desplazados, ha tomado estrictas medidas de seguridad para la entrada de las familias por miedo a que se infiltren radicales del EI. Se espera que las autoridades del Kurdistán levanten un campamento en la zona de Ainkaua, que albergará a gran número de familias. Mientras, miles de familias cristianas continúan esperando en el puesto de control a la entrada de Erbil para pasar las medidas de seguridad preventivas adoptadas por las autoridades kurdas.
En medio de este desastre humanitario, Turquía trató ayer de aliviar algo la situación y lanzó paquetes de ayuda humanitaria desde helicópteros a los desplazados yazidíes en el norte de Irak, informó el ministro de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu. La iniciativa es una medida de urgencia ante la «tragedia humanitaria» que vive la comunidad yazidí de Sinyan. «Estábamos intentando garantizar la seguridad de los turcomanos (en la misma región de Mosul) –y seguimos enviándoles ayuda humanitaria–, cuando ha empezado esta enorme tragedia humanitaria de los yazidíes», explicó Davutoglu en declaraciones recogidas por la agencia Anadolu. «Los yazidíes se han refugiado en las faldas de los montes de Sincar. Por ahora, Turquía es el único país que mantiene una operación humanitaria en Irak», denunció el ministro, según informa Efe. Por su parte, el Papa Francisco hizo ayer un llamamiento a la comunidad internacional para poner fin «al drama humanitario» que atraviesa Irak y pidió que se proteja a las minorías del furor fundamentalista.
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