Corona danesa
Dinamarca inaugura la era de Federico X
El nuevo monarca es proclamado en una ceremonia sobria, pero con el apoyo caluroso de los daneses y bajo la promesa de ser un «rey unificador del mañana»
Federico X se ha convertido este domingo 14 de enero en el nuevo soberano del pueblo danés, lo que incluye los territorios de Groenlandia y las islas Feroe. Un nuevo rey de 55 años, con inquietudes ecologistas, y que sucede a su madre Margarita II con altas cotas de popularidad. Más del 80% de los daneses consideran que hará un buen trabajo, a pesar de que durante su juventud fue considerado un heredero al trono rebelde y al que le costó asumir su destino. Según la actual Constitución que data de 1953, el nuevo rey es también la autoridad suprema en la Iglesia del Pueblo Danés y comandante en jefe de las Fuerzas armadas.
Pocas veces los fastos institucionales hablan tanto de cómo un pueblo y un país se conciben a sí mismos y de cómo una monarquía intenta navegar entre la tradición y la modernidad. La ceremonia del traspaso del trono ha sido emotiva y con un gran apoyo popular, con miles de daneses en las calles a pesar de las gélidas temperaturas, mientras ondeaban banderas con los colores del país: rojo y blanco. Pero no ha habido ni tronos ni coronas ni capas de armiño. Tampoco han sido invitados ni los miembros de otras Casas Reales ni mandatarios extranjeros. Nada que ver con el boato inglés de la entronización del Rey Carlos III y la marca global que supone la monarquía inglesa y los pingües beneficios que genera por su atractivo turístico.
Una sobriedad nórdica que bebe de su propia tradición, ya que los reyes dejaron de ser coronados en el país en 1645. Es en 1849 cuando el Rey Federico VII firmó la primera Constitución del país y Dinamarca se convierte en una monarquía parlamentaria.
Margarita de Dinamarca, una soberana con ciertos tintes excéntricos y muy querida por los daneses, anunció por sorpresa su abdicación durante el tradicional discurso de Año Nuevo tras 52 años en el trono, en un movimiento inesperado que nadie había podido predecir. Ni siquiera su propio hijo que, al parecer, se había enterado con tan sólo tres días de antelación del anuncio de su madre. La soberana, de 83 años, justificó este paso en la debilidad de su salud, a pesar de que los daneses creían que continuaría siendo reina hasta su muerte, tal y como había hecho su padre. Aunque la longevidad actual hace que las abdicaciones se hayan convertido en frecuentes en los últimos años –tal y como ha sucedido en Holanda, Bélgica o España– esta es la primera vez que sucede en Dinamarca en los últimos 900 años y hay que retrotraerse a la renuncia al trono que tuvo lugar en 1146 cuando Erik III abdicó para retirarse a un monasterio.
La reina Margarita ha viajado por última vez como soberana en el carruaje de las Bodas de Oro para dirigirse desde su lugar de residencia hasta el de Christianborg, escoltada por el regimiento de los húsares. Christianborg es el epicentro político del país ya que en este palacio tienen sus sede el Parlamento, la oficina del primer ministro y la corte danesa. Fue residencia oficial de monarquía danesa hasta 1794 y sigue siendo escenario de los acontecimientos más importantes.
Ya en Christianborg, la soberana ha firmado su abdicación frente a la atenta mirada de su hijo, Federico X y el nuevo príncipe heredero, Christian, quien el pasado 15 de octubre cumplió la mayoría de edad. Un acto en presencia del Consejo de Estado, reunión que la reina ha presidido por última vez y en la que han participado todos los miembros del gabinete. Tras la firma, la reina ha dicho sus últimas palabras en el trono: «Dios salve al rey» y ha abandonado la sala.
Tras este acto, ha tenido lugar una recepción en palacio que no ha sido retransmitida por los medios de comunicación y la reina Margarita II ha salido el palacio rumbo a su domicilio en un coche. Como celebración, se han disparado salvas desde la fortificación de Battery Sixtus en Holmen.
Con el protagonismo y el trono ya cedido a su hijo, la primera ministra de Dinamarca, Mette Federiksen, ha anunciado al nuevo rey desde el balcón del palacio y los daneses han saludado al nuevo soberano que no podía ocultar su emoción. «Mi esperanza es convertirme un rey unificador del mañana», ha proclamado el Federico X, quien también ha recordado cariñosamente a su madre. «Quiero expresar mi más sincero y afectuoso agradecimiento a la Reina Margarita. Gracias por cargar con el legado, el deber y la responsabilidad. Gracias por conectarnos con el pasado y prepararnos para el futuro». El nuevo rey ha prometido realizar su labor con «orgullo, respeto y alegría».
Después de permanecer solo en el balcón durante unos minutos para ser ovacionado tras su discurso, ha sido acompañado posteriormente por su esposa Mary y sus cuatro hijos. Aunque han abandonado el balcón unos minutos, el caluroso homenaje de los daneses ha hecho que volvieran a salir y los nuevos reyes hayan terminado dándose un beso en los labios, en unas imágenes que recuerdan a las de su boda.
La calurosa acogida de su pueblo ha hecho que el nuevo rey no haya podido evitar alguna lágrima. antes de que el Carruaje de las bodas de Oro (el mismo que había sido utilizado por Margarita II poco antes) les transportara hasta el complejo de Amalienborg, formado por cuatro palacios en los que se aloja la Familia Real. Posteriormente, los estandartes reales se han trasladado al Palacio de Federico VIII (residencia del nuevo rey) procedentes del Palacio de Cristian IX (domicilio de Margarita II).
Este lunes, la Familia Real participará en los actos en el Parlamento danés para celebrar el cambio en el trono y ese mismo día también tendrá lugar una recepción en Landstingsalen. Todos los actos de la proclamación se clausurarán el próximo domingo 21 de enero con un servicio religioso en la catedral de Aarhus. Tras la abdicación, Margarita seguirá ostentando el título de «Reina» y el tratamiento de «su Majestad». Dinamarca ha comenzado un nuevo capítulo de su Historia marcado por la continuidad y el apoyo a la monarquía parlamentaria.
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