Espionaje
Cinco búlgaros sospechosos de espiar para Rusia serán procesados en el Reino Unido
La investigación de Scotland Yard sostiene que los tres hombres y las dos mujeres nutrieron de información sensible a Moscú en suelo británico y el resto de Europa
Cinco ciudadanos búlgaros residentes en el Reino Unido fueron detenidos en febrero en el marco de una investigación que buscaba erradicar las actividades de espionaje ruso en suelo británico. Sus nombres son Orlin Roussev, Bizer Dzhambazov, Katrin Ivanova, Ivan Stoyanov y Vanya Gaberova. Fueron puestos en libertad bajo fianza hasta la apertura de la vista oral, prevista para este mes. Y el juicio ya tiene fecha. Comparecerán el próximo martes 26 de septiembre ante el Tribunal de Magistrados de Westminster por unas actividades que habrían realizado entre agosto de 2020 y febrero de 2023, según la investigación de la Policía Metropolitana de Londres.
«La Fiscalía ha autorizado una acusación de conspiración para llevar a cabo espionaje contra tres hombres y dos mujeres sospechosos de espiar para Rusia», anunció en la mañana del jueves el jefe de la División de Delitos Especiales y Lucha contra el Terrorismo del Ministerio Público, Nick Price.
Los cinco acusados formaban parte de una célula operativa de espionaje que nutrió de información sensible durante al menos tres años a los servicios de seguridad rusos, de acuerdo con las pesquisas. Llevaban a cabo la vigilancia de objetivos tanto en el Reino Unido como en el resto de Europa. Recababan información que luego filtraban a Moscú.
Orlin Roussev, un varón de 45 años, figura como el cabecilla de la trama. Era, según la investigación, el encargado de dirigir las operaciones desde suelo británico y de actuar como enlace con los terminales del Estado ruso.
Roussev tiene un historial de negocios en Rusia. Se trasladó al Reino Unido en 2009 y estuvo trabajando en un puesto técnico en servicios financieros. En su perfil de la red social LinkedIn indica que poco después fue propietario de una empresa dedicada a la inteligencia de señales, que implica la interceptación de comunicaciones o señales electrónicas. Llegó a asesorar al Ministerio de Energía de Bulgaria.
Los agentes de Scotland Yard que registraron las propiedades de tres de los acusados en Londres y Norfolk hallaron pasaportes y documentos de identidad falsos para el Reino Unido, Bulgaria, Francia, Italia, España, Croacia, Eslovenia, Grecia y la República Checa. El propio Roussev estaría detrás de las falsificaciones, según los agentes.
En este sentido, la organización habría llevado a cabo una operación de vigilancia en Montenegro que incluía la fabricación de documentación falsa para periodistas. La imagen de Katrin Ivanova, quien describe su actividad laboral en LindedIn como «asistente de laboratorio» en una compañía privada, aparece impresa en una de estas credenciales.
Roussev, Dzhambazov e Ivanova llevan años residiendo y trabajando en el Reino Unido. Un comunicado de Scotland Yard que data del pasado mes de agosto recoge que los cinco fueron detenidos en febrero a manos de la unidad antiterrorista británica en virtud de la Ley de Secretos Oficiales de 1911, que penaliza el espionaje contra los intereses y la seguridad de Gran Bretaña.
Las actividades de los espías rusos en el Reino Unido no son nuevas. Ni siquiera comienzan a raíz del respaldo de Londres a Kyiv en el marco de la invasión de Ucrania, sino que se remontan a las muertes de dos ciudadanos rusos críticos con el Kremlin: el disidente Alexander Litvinenko y el antiguo oficial de inteligencia Serguéi Skripal, envenenados en 2006 y 2018, respectivamente. La Policía británica acusó a tres ciudadanos rusos vinculados con la inteligencia militar, el GRU, de la muerte de este último con el agente nervioso Novichok, con el que también fue envenenado el opositor Alexéi Navalni.
Por ese motivo, el Reino Unido aprobó en julio una ley de seguridad nacional que buscaba revisar sus medios de disuasión del espionaje y la injerencia extranjera. En noviembre del pasado año, el jefe de los espías británico dijo que más de 400 presuntos espías rusos habían sido expulsados de Europa en el que había sido «golpe estratégico más significativo» contra Moscú en la historia reciente.