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Estados Unidos

La bala milagrosa amansó a la fiera: tres teorías para adivinar por qué Trump no parece Trump

Un trauma pasajero, un agradecimiento eterno por estar vivo o una operación de márketing puro y duro pueden estar detrás del tono comedido del candidato. "Trump ha cambiado", dicen sus seguidores. ¿Hasta cuándo?

Donald Trump, antes de comenzar su discurso JIM LO SCALZOEFE

Durante hora y media, Donald Trump no fue Donald Trump. En su esperado discurso de cierre de la Convención Nacional Republicana, el ya candidato oficial se mostró como nunca lo había hecho hasta ahora: comedido, pausado, prudente, condescendiente, conciliador. Como si el aparatoso parche colocado en su oreja derecha estuviera controlando su voluntad y evitara que la fiera saliera, como acostumbra, a morder a todo aquel que se ponga por delante, ya sea un balbuceante Joe Biden o un peligro "espalda mojada" que cruza la frontera entre México y Estados Unidos.

En su discurso en el que aceptaba el encargo de ser el candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump desgranó sus principales propuestas electorales prácticamente sin levantar la voz, sin exabruptos y sin mostrar ni un solo signo de exaltación. Su dedo acusador apenas se levantó, y eso es también una señal de que, por el motivo que sea, Trump no parece Trump. Es cierto que la transfiguración es más en la forma que en el fondo, porque en su discurso hubo unos cuantos dardos a los clásicos, pero algo es algo.

Una gran parte de su intervención se centró, como era de esperar, en relatar todos los detalles del intento de asesinato, en una confesión ante el diván de miles de personas en la que volvió a insistir en que él no debería estar ahí tras haber salvado la vida de milagro. Sus palabras fueron seguidas con un inusual silencio por parte del auditorio, en el que se vieron lágrimas, rezos y miradas de agradecimiento al cielo.

Los expertos se preguntan ahora qué le ha ocurrido a Trump. Y, sobre todo, si es una transformación temporal o algo ha cambiado en la mente del candidato después de haber visto a la muerte a la cara. Hay tres teorías que pueden explicarlo (por cierto, ninguna de ellas es buena para Joe Biden y los suyos):

1. El trauma de haber sentido a la muerte

Trump está vivo por un leve giro de cabeza una décima de segundo antes de que un joven de 20 añosdisparara ocho tiros sobre él mientras daba un mitin en un descampado de Butler (Pensilvania). Si es verdad que la vida pende de un hilo, esto es un buen ejemplo de ello. Y, por muy fuerte que seas, por muy Trump que seas, esto deja huella y provoca un trauma del que no se sabe cuándo se va a salir. La primera explicación, por tanto, sería esta y el diagnóstico, pasajero.

Trump siempre ha sido "extremadamente interesante, elocuente y divertido", pero este viernes, durante la convención de su partido, "parecía un poco más apagado", una situación normal porque no todo el mundo afronta "un intento de asesinato", como señala a la agencia Efe Martha Cole, delegada del partido por California.

2. El agradecimiento por estar vivo

La segunda reacción lógica ante este tipo de situaciones es la de experimentar la paz y el agradecimiento por estar vivo. A partir de entonces, todo es relativo. "Creo que fue un poco más suave porque está agradecido de seguir vivo. Se vio más suavizado y creo que eso es bueno", apuntó a EFE Aaron Russell, un delegado del Partido Republicano de Georgia que presenció el discurso.

Ya desde el comienzo de la convención se auguraba un Trump distinto. "Trump ha cambiado. Se quitó la ropa de uno y se puso la de otro. Es como antes de Cristo y después de Cristo", resumía la congresista republicana de Florida María Elvira Salazar.

3. Que nadie se engañe: es puro márketing

Hay una tercera opción que desmontaría a las dos anteriores: es todo una operación de márketing para aprovechar un filón que los magos del merchandising han visto claro a la primera. El "milagro de Butler" ha humanizado al candidato y, de paso, le ha regalado un áura divina que le hace poco menos que inmortal. Y eso hay que aprovecharlo.

Pero, en el fondo, Trump sigue siendo Trump y ni siquiera un episodio tan traumático como el del intento de atentado podrá refrenarle. Cuando crea que ha llegado el momento, volverá el político sarcástico de lengua viperina que destrozará, en una sola frase, a su oponente, intentará sacar rendimiento a los agujeros de seguridad en su intento de asesinato y aventará todas las teorías de la conspiración que tan buen resultado le han dado.

El próximo sábado, Trump (el nuevo o el viejo, o los dos) ofrecerá un mitin en Gran Rapids (Míchigan), el primero con su candidato a vicepresidente, J.D. Vance, y el primero tras el suceso que casi le cuesta la vida. Quizás entonces se pueda despejar la incógnita y saber cuál de las tres respuestas es la correcta.