Irán
Aumenta la tensión en el golfo de Omán: EEUU acusa a Irán de los ataques a los dos cargueros
Todos los ojos apuntan al régimen de los ayatolás como responsable del nuevo sabotaje contra dos cargueros cerca del estrecho de Ormuz, un incidente que reaviva el miedo a un posible estallido bélico en la región.
Todos los ojos apuntan al régimen de los ayatolás como responsable del nuevo sabotaje contra dos cargueros cerca del estrecho de Ormuz, un incidente que reaviva el miedo a un posible estallido bélico en la región.
Mientras el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, estaba reunido ayer con el ayatolá Ali Jamenei para intentar rebajar las tensiones entre Irán y Estados Unidos, en su segundo día de visita a Teherán, dos supuestos torpedos cerca del estrecho de Ormuz impactaban en dos barcos petroleros, uno de ellos operado por una compañía japonesa y hacían trizas las negociones para frenar una escalada bélica en el Golfo. El nuevo acto de sabotaje mina la opción diplomática y aproxima una acción militar. Tras el ataque, el precio del barril del petróleo Brent subió inicialmente casi un 5%.
El primer incidente ocurrió a las 06:20 hora local en un punto situado a 25 millas náuticas de Jask, una localidad portuaria del sur de Irán. El buque atacado era el petrolero noruego «Front Altair», que transportaba nafta de Qatar a Taiwán.
Fuentes de la compañía noruega Frontline confirmaron también que el carguero sufrió un incendio tras el ataque, pero que ninguno de los miembros de su tripulación había resultado herido y que fueron rescatados del mar por un barco en las inmediaciones.
Casi dos horas después, una explosión similar ocurrió en el carguero «Kokuka Courageous». El impacto hizo un boquete en el casco del petrolero obligando a sus 21 tripulantes filipinos a saltar al agua. «La tripulación escapó ilesa en balsas salvavidas y fue rescatada por un barco que se dirigía a los Emiratos Árabes Unidos (EAU). El petrolero, de 19.349 toneladas, transportaba metanol de Arabia Saudí a Singapur cuando fue atacado en el golfo de Omán, también muy cerca del emirato de los Emiratos Árabes Unidos de Fujairah, según Kokuka Sangyo.
El ministro de Economía, Comercio e Industria japonés, Hiroshige Seko, fue el primero que dio cuenta del ataque en Tokio. La V Flota de la Armada de los Estados Unidos dijo, por su parte, que recibió señales de socorro del «Kokuka Courageous». La agencia de noticias oficial iraní IRNA aseguró que un barco de rescate iraní salvó a 44 miembros de la tripulación de los dos cargueros que fueron «supuestamente blanco de un ataque en el mar de Omán».
El «Kokuka Courageous» se encontraba a 14 millas náuticas de la costa iraní y a 70 de la emiratí en el momento del ataque. Fue atacado sobre las 7:00 horas locales. El rastreo del tráfico marítimo de la web especializada Marine Traffic mostró al petrolero de la empresa noruega a tan solo unas millas al norte del de la compañía japonesa y a una distancia similar de la costa iraní.
Este nuevo incidente marítimo cerca del estrecho de Ormuz, por donde transita entre una tercera y una quinta parte del tráfico petrolero mundial, es el segundo que ocurre de este tipo en las últimas semanas, avivando las tensiones entre Washington y Teherán. EE UU acusó a Irán de los sabotajes anteriores, ocurridos el pasado 12 de mayo, mientras que Emiratos Árabes Unidos presentó un informe ante la ONU en el que acusaba de los ataques a un actor estatal, sin señalar a uno en particular.
La Casa Blanca justifica estos ataques contra intereses petroleros en el estrecho de Ormuz como una de las causas para el aumento de la presencia militar estadounidense en la región y la venta de armamento a Arabia Saudí por parte de la Administración Trump. El Pentágono no se pronunció en un principio sobre los motivos del incidente, hasta que por la tarde el secretario de Estado, Mike Pompeo, culpó directamente de lo sucedido al régimen iraní. «La valoración del Gobierno de EE UU es que la República Islámica de Irán es responsable de los ataques ocurridos en el golfo de Omán», acusó en una breve comparecencia ante los medios de comunicación.
Rusia, uno de los principales aliados de Irán, se mostró más conciliador y pidió no apresurarse en señalar con el dedo a Teherán. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, defendió que es pronto para extraer conclusiones de los ataques. «Nadie sabe qué está detrás», subrayó.
Antes de ser señalado con el dedo, de nuevo, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, dijo que la coincidencia entre los ataques y la visita de Abe era altamente sospechosa. «La palabra sospechoso es poco para describir lo que se deduce aparentemente» de estos «ataques» contra «buques cisterna vinculados con Japón, ocurridos cuando el primer ministro japonés estaba reunido con el líder supremo» de Irán, escribió Zarif en Twitter.
La visita inédita del jefe del Gobierno nipón a Teherán no pareció haber dado los frutos esperados. El guía supremo descartó categóricamente cualquier tipo de discusión con el presidente Trump. «No considero a Trump como una persona digna de intercambiar mensajes con él», respondió Jamenei a su invitado. «No tengo respuesta para él y no le responderé», agregó.
Por su parte, Abe estimó que la reunión fue «un paso importante» para garantizar la paz y la estabilidad en la región, a pesar de la negativa del líder de Irán a dialogar con Trump. «Nadie quiere una guerra. Japón busca tener un papel de primer plano para rebajar la tensión», había reconocido el primer ministro japonés tras reunirse con el presidente iraní, Hasan Rohani.
La economía nipona es muy dependiente del petróleo del Golfo y por eso el éxito de esta visita era primordial para la estabilidad del suministro en hidrocarburos. Sin embargo, los últimos acontecimientos traerán más tensión en la región y presión económica a Irán. «Cuando termine la guerra económica de Estados Unidos, veremos un cambio muy positivo en la región y en el mundo», anheló Rohani.
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