Catástrofe
Así fue la erupción volcánica más importante de Islandia en medio siglo
Las autoridades advierten a la población de que el peligro aún no ha desaparecido aunque el flujo de lava ha remitido
En Grindavik se está extendiendo un lecho negro de lava solidificada de un kilómetro de longitud. Se dijo que la erupción del domingo fue la más peligrosa que Islandia haya visto en más de 50 años, y las autoridades advierten que el peligro aún no ha terminado.
"Probablemente sólo estemos asistiendo al comienzo de un acontecimiento que seguirá siendo difícil de gestionar", afirma Vidir Reynisson, jefe de la Defensa Civil islandesa.
A las 06:57 de la mañana del domingo, una luz brillante rompe la oscuridad de la noche en las afueras de Grindavik. La erupción volcánica es un hecho y en las próximas horas la lava llegará a la ciudad y destruirá varias viviendas.
Hrannar Jón Emilsson fue uno de los que, a través de una transmisión en vivo, vio su casa tragada por la lava. "Es bastante surrealista ver desaparecer la casa de tu familia. Todavía estoy digiriendo lo que está pasando".
La erupción más cercana a Grindavik parece haberse detenido por completo, informa la televisión pública Rúv. A lo largo de la fisura norte del volcán, la lava proviene de sólo dos de los cuatro respiraderos que se formaron durante la mañana del domingo.
Pero varios expertos advierten que la situación aún es incierta. Actualmente se están realizando intensos trabajos para reforzar los diques protectores alrededor de Grindavik y las carreteras de acceso a la ciudad permanecerán cerradas durante mucho tiempo.
La segunda erupción en apenas un mes en la península de Reykjanes comenzó el domingo a primera hora y las imágenes captadas este lunes por la mañana muestran una aparente detención de las coladas de lava. La actividad en superficie parece ahora menor, mientras que los sismógrafos han registrado más de 700 terremotos de baja intensidad.
El Gobierno ha circunscrito los efectos de esta erupción a la ciudad de Grindavik, que ya había sido evacuada en noviembre ante la inminencia de una primera fisura. Las autoridades han aclarado que la actual emergencia no representa ningún peligro para la población ni ha repercutido en el transporte aéreo.
La anticipación llevó también a erigir barreras para proteger Grindavik, donde viven unas 4.000 personas, y que han demostrado ser "verdaderamente útiles", como ha explicado la geofísica K ristin Jonsdottir en declaraciones a Bloomberg.
La primera ministra, Katrin Jakobsdottir, ha avanzado que seguirán levantando este tipo de protecciones, haciendo "todo lo posible" para que la lava no sepulte parte de la ciudad. Jakobsdottir ha apuntado como prioridad la asistencia a los vecinos evacuados y ha abogado por reevaluar los daños en la zona tras la segunda erupción.
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