Estados Unidos
Entrevista a Manu Raju, CNN: “El 6 de enero de 2021, el Capitolio se convirtió en una zona de guerra"
“Cubrir el Congreso supone sentir uno de los mejores ritmos de Washington porque puedes caminar a cualquier lugar, cruzar los pasillos y, si ves a alguien, entrevistarle” cuenta a LA RAZÓN el reconocido periodista norteamericano
Lugar emblemático donde los haya, el Capitolio de Estados Unidos y algunos de sus más recientes acontecimientos daban la vuelta al mundo, mientras éste observaba, incrédulo, cómo los cimientos de la democracia más poderosa se tambaleaban a vista de todos. Pocos lugares han acaparado tanto interés como la sede del Congreso, ni han protagonizado tantos titulares en tan poco tiempo como tras el asalto del 6 de enero de 2021. También muy pocos conocen bien todos y cada unos de los rincones que componen el conjunto de sus históricos edificios.
Algunos lo conocen como “el Rey de Capitol Hill”, otros como “el hombre cicada” o “la estrella del Capitolio”. Manu Raju, jefe de la corresponsalía de CNN en el Capitolio de EE UU, ha vivido en primera persona los capítulos más oscuros la Historia reciente del país desde el corazón de su Poder Legislativo y los ha compartido, de sol a sol, con resto del mundo.
Empecemos por el principio.
Mis padres emigraron desde la India en los años 70. Mi padre es médico, pero tuvo una infancia muy pobre. Vivía en una misma habitación conviviendo con múltiples personas. Con el tiempo llegó a Estados Unidos, conoció a mi madre, se casaron y se mudaron a las afueras de Chicago. Ella también había emigrado desde la India con su familia, de clase media. Su padre, mi abuelo, es un famoso poeta y escritor: Gopalakrishna Adiga. Sus trabajos aún se estudian en la India.
Precisamente en la India a usted le conocen como “El Rey de la Colina” (The King of the Hill, en inglés), por su trabajo en el Capitolio. Fue a raíz de una entrevista que me hicieron hace años en un periódico indio-americano, el mismo que leen mis padres desde que llegaron a Estados Unidos hace 50 años. Hay una gran comunidad por todo el país de inmigrantes de la India, como ellos, que lo lee.
Mucho antes de llegar al Capitolio, ¿cómo recuerda su infancia?
Nací en Chicago siendo la primera generación de mi familia en Estados Unidos. Crecí en un ambiente de cultura blanca católica. No había muchos indios, al menos no concretamente donde yo crecí. Tuve lo que se dice una típica infancia estadounidense, muy fan de los deportes y del atletismo en mi juventud. Estudié Negocios en la Universidad de Wisconsin, y, al escoger una actividad extracurricular, decidí escribir para el periódico de la Universidad. Se llamaba The Badger Herald y cubría los deportes. Me divertía hacerlo, disfrutaba cubriendo los juegos y me regalaban entradas para los partidos. De ahí empecé a implicarme más y, cuando llegó el momento de graduarme, me dije: “Igual esta cosa del Periodismo es lo que realmente quiero hacer”. Aún así, me saqué el título de Negocios porque no importa realmente qué has estudiado en la Universidad, siempre puedes conseguir un trabajo de Periodismo si demuestras tu experiencia.
La vida lo convirtió en periodista.
Hice varias prácticas de Periodismo durante mi época universitaria, una en la cadena de televisión local NBC, en Los Ángeles y otra en la emisora local de Madison, en Wisconsin. Cuando me gradué, en 2002, decidí mudarme a Washington. Mis padres acababan de trasladarse a la capital desde Chicago por el trabajo de mi padre. Ésa es la única razón por la que vine a DC. No tenía planes ni conexiones aquí. Vine y ya no me fui.
¿Cómo logró hacerse un hueco en el competitivo mundo laboral de Washington?
Mi primer trabajo fue cubrir políticas medioambientales para una publicación comercial: Inside EPA. No sabía nada sobre el gobierno ni sobre política ambiental. Era sólo un trabajo periodístico para poner un pie en la profesión, pero fue un gran aprendizaje. Aprendí cómo cubrir la capital del país, cómo escribir, cómo entender asuntos complejos y transformarlos en cosas que la gente pudiera entender. Los lectores son muy conocedores de Washington: lobistas, abogados, personal del Capitolio y gente que seguía esos asuntos muy de cerca.
Experiencia que le llevó a cubrir, poco después, el Capitolio.
Sí, en 2005 conseguí un trabajo en Congressional Quarterly. Ése fue mi primera vez cubriendo Capitol Hill, me tocaba escribir sobre temas de energía y medio ambiente del Capitolio. Ahí aprendí a cubrir la Cámara de Representantes y el Senado. Fue como otra nueva educación. Aprendí, durante aproximadamente un año y medio, todos los trucos del oficio.
Y, de ahí, el gran paso a un medio conocido.
En 2007 me pasé al periódico The Hill en busca de algo más político. Estaba cubriendo el Senado en ese entonces, así que todo era ya política. Fue un momento muy interesante en cuanto al liderazgo del Senado: Barack Obama y Hillary Clinton estaban ahí, era la época de su lucha por la nominación demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Hubo también una gran batalla contra la inmigración. John McCain, Ted Kennedy y muchos otros personajes interesantes. Realmente el Senado de entonces tenía muy buenas historias.
Al año siguiente, otro nuevo fichaje.
Para entonces, mis competidores empezaron a hacerse eco de mi trabajo y Politico me contrató en 2008 para cubrir el Senado. Empecé también a salir un poco más en televisión, llegando a hacer apariciones especiales en varios programas de TV, el matinal del domingo de CNN y otros espacios como Inside Politics.
Fue su transición estelar a la pequeña pantalla.
Disfrutaba haciéndolo. Eran contribuciones no remuneradas como analista invitado. Aunque, cuando realmente disfruté por primera vez delante de la cámara, fue al moderar el debate en 2014: la carrera por el Senado y la gobernación de Colorado. Fui el único moderador de esos dos debates y me tocó hacer un montón de noticias a cámara, descubriendo un nuevo camino profesional. Eso cambió para siempre mi enfoque e interés. En 2015, la corresponsal de CNN en el Capitolio, Dana Bash, que hizo durante años un trabajo increíble, lo dejó para cubrir la campaña electoral. Así se abrió un puesto para mí y empecé a trabajar con CNN. Llevo casi ocho años aquí con ellos.
Justo a tiempo para vivir la Historia y contarla de primera mano.
Exacto. Toda la era Trump, el asalto del 6 de enero y todo lo que sucedió después. Y ahora la crisis fiscal (risas). Cubrir el Capitolio supone, desde mi punto de vista, sentir uno de los mejores ritmos de Washington porque puedes caminar a cualquier lugar, cruzar los pasillos y, si ves a alguien, entrevistarle. Si me cruzo con el Speaker McCarthy, puedo haber con él cada vez que sale de su despacho. De hecho, lo hago a menudo y sacamos un montón de noticias suyas porque es el portavoz de la Cámara de Representantes. Ésa es la belleza de la profesión, que puedes entrevistar a las personas más poderosas, en cualquier momento que te los cruces. Algo que no puedes hacer, como tú bien sabes, en la Casa Blanca cuando ves al presidente Joe Biden.
Sí, puedes intentarlo pero es muuuy difícil. Casi imposible...
Aquí tienes casi libre acceso. El desafío es que siempre estás de pie y siempre necesitas planificar, saber dónde y cuándo estar en el lugar correcto. Si no estás en el lugar adecuado, te pierdes la noticia. Si lo estás, puedes obtenerla y debes estar listo para saber qué preguntar, hacerlo rápidamente, recibir la información y, con suerte, estar allí cuando tus competidores no lo están, compartiendo la historia tú mismo de manera exclusiva.
Lo ideal en el mundo del Periodismo, aunque algo cada vez más difícil.
Ésas son todas las partes que hacen que este trabajo sea complicado, porque debes ser estratégico, saber exactamente qué planificar en el día y dónde estar en el momento adecuado. ¡Hay tantas cosas sucediendo a la vez! A veces pasa que podría haber algo de lo que necesites hablar con el Speaker, pero quizá tengas que estar al mismo tiempo con Joe Manchin en el edificio del Senado, el Dirksen, al otro lado. Por lo tanto, debes tomar decisiones estratégicas sobre lo que se necesita, lo que genera más noticias y dónde entrevistar a alguien frente a la cámara o fuera de la cámara. Hay muchas complicaciones cubriendo el Capitolio, sólo necesitas experiencia para poder hacerlo lo mejor posible.
Como corresponsal del Capitolio, ¿qué cubres exactamente?
Lo cubro todo. La Cámara de Representantes, el Senado y todos los edificios colindantes de ambas Cámaras, donde están las oficinas de los legisladores y las salas de las audiencias. Por eso, si por ejemplo busco la audiencia del Comité Judicial del Senado, es un edificio; pero si busco al presidente de la Cámara Baja, es otro. A menudo voy corriendo de aquí para allá todo el día, hasta que pueda dar con el lugar correcto en el momento indicado. Y luego, por cierto, tengo que hacer mis directos en CNN, entrevistas, informar sobre los temas de actualidad e incluso escribir crónicas para la página web.
Y, además, todo parece cerca pero está bastante lejos.
Correcto, las distancias aquí son enormes. ¿Cuántas intervenciones en directo suele hacer para CNN en un día normal?
Hoy sería un día bastante ajetreado. He estado al aire a las 10, 11, 13, 14, 15, 17 y 19 horas, siete conexiones en total.
Con una entrevista para La Razón incluida.
Exacto, (risas). Es lo que consideraría un día bastante ocupado. Aunque a veces son hasta 10 intervenciones al día, depende de lo que esté pasando. Y, por supuesto, lo ha sido estas semanas con el techo de deuda, las negociaciones y las preocupaciones sobre su incumplimiento. Hay un gran interés por todo lo que está pasando en este momento.
¿Cómo fueron las negociaciones sobre el acuerdo de deuda?
Fueron las más difíciles desde 2011. Ese año, EEUU casi incumple su deuda. La calificación crediticia se rebajó y fue una dinámica similar. Con la Cámara de Representantes controladas por los republicanos, los demócratas tenían el Senado y la Casa Blanca. Fue una época con gran impacto en la economía estadounidense, como en esta ocasión. Aunque la dinámica ha sido un poco diferente porque los republicanos de la Cámara Baja han mareando a la Casa Blanca, se han ido saliendo con la suya y las negociaciones han ocurrido entre bastidores. Algo que ha puesto muy nerviosos a los demócratas con el acuerdo final.
Algo que a usted le obliga a estar de guardia aquí todos los días, incluyendo fines de semana.
Así es, no me he podido mover de aquí ni durante el puente festivo del Día de los Caídos. Estaba claro cómo iba a resultar esta situación porque sólo tenían hasta el 1 de junio para evitar un incumplimiento y aún debían llegar a un acuerdo antes del día 5 negociando con la oficina del Speaker. De ahí a la Cámara de Representantes y luego al Senado. Es un procedimiento complicado que, por lo general, lleva semanas. Pero ellos lo han hecho en cuestión de días, lo que muestra cómo de incierta es la situación, tratando de llegar a un acuerdo de último minuto. Ha habido mucha preocupación e incertidumbre, por el impacto en la economía.
Entrevista con frecuencia a Kevin McCarthy y ha tenido varios momentos estelares en directo con él. El presidente de la Cámara de Representantes le ha llegado a felicitar por sus preguntas.
Sí (sonríe), me lo tomo como un cumplido. A lo largo de los años, he tenido muchas interacciones con él. A veces han sido muy tensas, pero creo que respeta mis idas y venidas porque le hago preguntas directas y justas, le doy la oportunidad de responder, hago seguimiento de los temas cuando puedo y siempre ha sido muy accesible como portavoz de la Cámara respondiendo nuestras preguntas por los pasillos. No ha sido siempre el caso con los anteriores, como Paul Ryan o John Boehner, que nunca respondían. McCarthy siempre responde, todo el día y a todas las preguntas. Por eso siempre le esperamos fuera de su oficina, porque nunca sabes qué dirá. Puedo decir que he desarrollado una relación productiva con él a lo largo de los años.
Teniendo en cuenta esa dinámica de trabajo, ¿qué consejo le daría a futuras generaciones de periodistas para que tenga en cuenta y alcancen el impacto necesario en la profesión?
Creo que una de las cosas más importantes a tener en cuenta es que no necesariamente quieres ser amigo de todas estas personas a las que tienes que entrevistar. Quieres que te respeten, pero no quieres ser amigo de ellos. ¿Por qué lo digo? Porque muchos jóvenes reporteros tratan de hacerse muy amigos de sus fuentes, cuando se supone que debes ser objetivo al cubrir la noticia. Si te vuelves demasiado cercano, puedes dañar tu objetividad. Aunque, al mismo tiempo, deseas mantener una buena relación que se desarrolle a través de la confianza y el respeto. Cuando les entrevisto, pueden confiar en que informaré de manera precisa y justa sobre lo que están diciendo. Y, si leo una noticia negativa sobre alguien, le daré la oportunidad y el tiempo para responder a todas las acusaciones para reflejar también su punto de vista en esa historia. Así, aunque no le guste la noticia, al menos sentirá que le estoy tratando justamente. Desarrollar esa confianza es muy importante y necesario aquí para convertirse en un buen reportero, alguien que puede hablar con políticos de ambos lados. Para ser un periodista justo y objetivo, la única manera es ser directo y digno de confianza con la información que recibes.
Desde su perspectiva, ¿cuál es el mayor desafío al que se enfrenta en su trabajo, cubriendo el día a día del Capitolio de Estados Unidos?
Es un trabajo muy imprevisible. Me encanta pasar tiempo con mi familia, pero muchas veces me toca estar aquí trabajando fines de semana o días festivos. Obviamente ha tenido un enorme interés nacional e internacional lo que está sucediendo en el Congreso y es una responsabilidad que me tomo muy en serio, cubriéndolo en primera línea. Pero a menudo coincide con otras cosas que quieres hacer, como disfrutar de un buen fin de semana en casa. Ésa es definitivamente la parte más desafiante del trabajo.
Está casi siempre de guardia, digamos.
Sí, es la historia de mi vida.
Otro gran desafío, me imagino, fue el histórico asalto al Capitolio. El mundo entero viendo lo que sucedía justo aquí el 6 de enero de 2021. ¿Cómo lo vivió usted?
Estaba dentro del Capitolio, trabajando en el Senado, en nuestra sala de prensa situada en el tercer piso. Esa mañana llegué sabiendo que iba a ser un día muy largo porque habían planeado impugnar los resultados de las elecciones en la Cámara de Representantes y el procedimiento de objetar a los seis estados podía tomar todo el día y toda la noche. Me esperaba un día muy ajetreado con esa cobertura especial. Mientras conducía por la Avenida Constitución para llegar hasta aquí, vi el mitin electoral de Trump y el gentío reunido alrededor, pero no imaginé que llegarían hasta aquí.
Por la tarde, después de la primera objeción, volví a mi escritorio para seguir los procedimientos de la Cámara y el Senado desde allí. Escuché que el edificio Madison, junto a la Biblioteca del Congreso, había sido evacuado, pero no sabíamos exactamente qué significaba eso y estábamos a punto de entrar en directo para contarlo. No parecía nada fuera de lo común, pero media hora después avisaron que el edificio había sido aislado y ésa fue la primera señal real que me llegó del peligro. Dijeron que los edificios estaban cerrados porque el vallado de seguridad exterior había sido retirado a la fuerza. No pensé que fuera a ser más que eso.
¿Seguía usted dentro?
Sí, seguí dentro todo el tiempo, informando en directo desde el Senado. Unos 15 minutos después recibimos otro aviso: la policía le acababa de decir a un compañero que volviera a nuestras oficinas, que estábamos encerrados como una amenaza a la seguridad interna. Eso significaba, entonces, que la gente había superado el perímetro protegido. Recibimos también correos de la Policía del Capitolio pidiendo que cerráramos las puertas por dentro y que no emitiéramos ningún sonido. Fue entonces cuando comencé a recibir fotos, emails y mensajes alertando de que la turba estaba dentro, muy cerca de nosotros.
Qué miedo.
Estaba contando lo que sucedía mientras iba obteniendo la información, así que sentí que estaba en peligro porque aguanté durante horas trabajando desde el Capitolio. Asumí que, al estar mi puerta cerrada, estaría bien y nadie entraría. Cuando finalmente llegó la Guardia Nacional a evacuarnos a otro lugar seguro, cuando salimos, me di cuenta de lo peligrosa que era la situación para nosotros. Era como una zona de guerra. En ese lado del Senado las cosas no habían terminado todavía. Olía a bombas de humo, habían lanzado gases lacrimógenos, se veía como nublado por todo el recinto. Retransmití la evacuación en directo por teléfono para el programa de Jake Tapper. Le dije: “Esto parece una zona de guerra”. Había Guardia Nacional por todas partes, ¡era una locura!
Hubo un protocolo para evacuar a todo el personal y ponerlo a salvo.
Exacto. Todos los manifestantes habían sido empujados a un lado. Cuando finalmente la Guardia Nacional nos llevó hasta un lugar seguro, junto con los senadores que también habían sido evacuados, escuchamos el resultado final de la certificación. Había cientos de militares de la Guardia Nacional, que después permanecieron aquí durante meses protegiendo el Capitolio. Esto se convirtió en una base militar. Hubo cuantiosos daños en todo el edificio, fue una situación muy surrealista. En ese momento no te das cuenta del peligro, das por sentado que estás en el edificio más seguro y que estarás bien. Y, de repente, sucede. Nunca pensé que estaba en tanto peligro como en realidad estuve.
La democracia más poderosa del mundo, en peligro. ¿Alguna vez imaginó que cubriría algo así y cree que las cosas han cambiado desde entonces?
No, nunca imaginé que sería corresponsal de guerra en el Capitolio de Estados Unidos, y resultó que ese día lo fui. Tienes que estar preparado para cualquier situación que se presente. Para mí, de hecho, es en lo que consiste la labor del periodista. Estar en el lugar de la noticia y tratar de brindar nueva información a las personas conforme la vas recibiendo. Ése fue mi objetivo en esa situación.
En una nota más anecdótica, digamos que cubrir el Capitolio no siempre se trata de política. A veces la cosa va de cicadas.
(Risas). Correcto. Eso sucedió hace un par de años, cuando las cicadas estaban por todas partes.
Ese curioso fenómeno dejó cientos de miles de insectos voladores por la capital y sus alrededores el verano de 2021. Parecidas a las langostas, se esconden bajo tierra y tan sólo ven la luz unos días… cada 17 años. Una de ellas le hizo protagonizar uno de los momentos más virales de la televisión de este país...
Creo que estará en mi obituario algún día (risas). Todavía me lo recuerdan allá donde voy.
Recuerdo perfectamente ese momento. Al igual que miles de personas que lo compartieron en las redes sociales.
Sí, mucha gente lo hizo. Fue la primera vez que los amigos de mis hijos me vieron por televisión, estaban en preescolar en ese momento y todos hablaron de eso también. Una de las razones por las que reaccioné tan mortificado fue porque, justo antes de empezar la conexión en directo, encontré una cicada en mi bolsillo, poco antes del famoso incidente. Acababa de volver del exterior, corrí adentro para hacer una intervención en CNN. Y luego dije, “Oh, esto es asqueroso. ¿Cómo llegan hasta aquí?”. Una segunda cicada recorrió mi espalda hasta el cuello. Aarrggg. Y yo no entendía de dónde venía, no me la esperaba. Fue muy, muy asqueroso (risas).
No sólo fue gracioso, sino algo totalmente fuera de lo habitual.
Totalmente. Estaba listo para hacer un directo muy serio, fue un minuto antes de comenzar. Afortunadamente no sucedió en vivo porque quién sabe cuál habría sido mi reacción. Pero tuitearon el clip más tarde y de ahí vino todo después.
Ha mencionado a sus hijos, ¿nos puede hablar un poco más de ellos?
Tengo mellizos de siete años. Una niña y un niño, Sonia y Sanjay. Son muy cariñosos y están llenos de vida. Les encantó lo de la cicada, todavía se ríen al recordarlo. Les gusta mucho practicar deportes y son muy artísticos. Y todavía les gusto, así que ojalá sigamos así mucho tiempo.
¿Y qué dicen de su trabajo, le ven por la tele?
No les interesa. Me ven en televisión y no les importa, prefieren ver Ninjago o alguno de los programas con los que están obsesionados.
¿No quieren ser periodistas, como su papá?
Bueno, yo no diría eso, es un poco pronto para saberlo. No lo descartaría, pero preferiría que fueran médicos o ingenieros, que consigan un trabajo de verdad en lugar de ser periodistas (risas).
Lo vi también hace poco presentando un evento benéfico para la Fundación ORHF, que ayuda a veteranos de guerra sin hogar.
Sí, de vez en cuando intento devolver mi gratitud lo mejor que puedo. Me gusta hablar con grupos de estudiantes sobre cómo entrar en la profesión, me resulta muy gratificante contarles sobre la industria en la que estamos y ayudar a los interesados en hacerse un hueco. Además, como menciona, presenté un evento para recaudar fondos para un grupo vulnerable, los veteranos sin hogar. Un esfuerzo que la ORHF hace proporcionando viviendas y otros sistemas de ayuda a héroes de guerra que han sido desplazados a lo largo de los años. Cuando puedo, me gusta contribuir. Con suerte, podré hacer más cosas.
Pensando en el futuro, ¿dónde se ve dentro de, digamos, 10 años?
¡Si este trabajo no me mata! (risas). De pie, frente a la oficina del Speaker, por muchos años más. No lo sé. En mi carrera siempre he tomado riesgos. A veces vale la pena, otras veces no. He tirado los dados y las cosas han funcionado muchas veces. He aprendido de mis fracasos, he tratado de mejorar de ellos. Mantengo mis opciones abiertas y, si hay algo que se ve genial a la vuelta de la esquina, lo hago. Pero es algo difícil de planificar, es una locura de negocio muy impredecible.
¿Algún sueño todavía por cumplir?
Sería muy emocionante si pudiera moderar algún día un debate presidencial. No sé si va a pasar, dado que uno de los candidatos dijo que no debería haber más debates presidenciales, pero estoy interesado en hacerlo. Y, tal vez a largo plazo, documentales o uno de esos reportajes de televisión de formato más extenso. Algún día escribiré un libro, pero tengo que encontrar tiempo. Y este trabajo ocupa todo mi tiempo, siempre hay una crisis en el Capitolio. Vamos a ver qué trae el próximo capítulo.
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