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División interna

La despiadada batalla por suceder a Liz Truss

Los diputados conservadores británicos buscan en un proceso exprés a un nuevo líder. Sunak y Johnson parten como favoritos

El entonces primer ministro británico, Boris Johnson, brinda con su ministro de Hacienda, Rishi Sunak, a principios del verano DPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Hay una regla no escrita en política que dice que un partido no puede destituir a un líder hasta que no tenga un reemplazo claro, a fin de evitar así ofrecer una imagen de división. Porque, de por sí, ya es bastante humillante retirar públicamente la confianza en el dirigente.

Pero hace tiempo que los conservadores en Reino Unido van por libre. No hay reglas que valgan. El caos se ha convertido en su “modus operandi”, con todas las consecuencias que eso conlleva. Porque hasta el electorado más fiel tiene un límite.

Sin embargo, era tal la animadversión que los mercados soberanos mostraban hacia Liz Truss, que las propias filas forzaron su dimisión el pasado jueves, cuando apenas llevaba 45 días en el cargo. La libra subió cuando anunció su renuncia.

Pero ahora la formación -cada vez más agotada tras doce años en el poder- se enfrenta a la difícil tesitura de tener que buscar a otro líder que, automáticamente, se convertirá en primer ministro sin pasar por las urnas. Será el tercero en un periodo de tres meses.

Para evitar paralizar Westminster en un momento sumamente delicado para la economía y en plena guerra en Ucrania, serán unas primarias por la vía rápida, las más breves de la historia, como la propia Liz Truss. Y también las más despiadadas, ante la gran tensión que se respira entre las filas por el bochorno internacional que están protagonizando.

El ganador se conocerá el próximo viernes, si no hay un candidato de consenso para el lunes. Y todo indica que no lo habrá, porque tras el Brexit, el partido vive en una constante guerra civil.

Últimamente, 24 horas dan mucho en la política británica. Pero anoche todo indicaba que la batalla final estará entre el ex premier Boris Johnson y el ex titular del Tesoro, Rishi Sunak. Aunque Penny Mordaunt, actual líder conservadora en la Cámara de los Comunes, podría acabar siendo la necesaria candidata de consenso.

En este momento, era la única que había presentado oficialmente su candidatura. Reservista de la Royal Navy, ministra de Defensa durante el Gobierno de Theresa May y tercera finalista en las primarias del pasado verano, Mordaunt es la que cuenta con menos experiencia. Pero también es la que tiene menos enemigos. Y ese es un punto muy a su favor en los tiempos que corren.

Desde luego, no genera el revuelo que siempre acompaña a Boris Johnson. Por rocambolesco que parezca, el excéntrico político -que es el favorito entre los afiliados- podría regresar a Downing Street apenas un mes después de haberla abandonado, emulando a su gran héroe Winston Churchill, que fue primer ministro en dos ocasiones diferentes.

La noticia de la dimisión de Truss, pilló a la ambición rubia de vacaciones en el Caribe. Pero desde Londres varios diputados le han mostrado ya públicamente su apoyo. Necesita 100 avales -de los 357 “tories”- para garantizar su candidatura.

Johnson siempre ha sido un perfil que despierta tantas filias como fobias. Para unos parlamentarios, su regreso sería la única manera para evitar una catástrofe en las próximas generales, previstas para 2024. Para otros, ponerle de nuevo al frente de la formación sería el desastre más calamitoso.

El equipo de Johnson está trabajando sin descanso para conseguir respaldos. Sus aliados defienden que es el único candidato que tiene el mandato del pueblo. Y guste o no, no les falta razón, porque en las generales de 2019 consiguió una aplastante mayoría absoluta.

Sin embargo, sus críticos aseguran que se ha convertido ya en una marca “tóxica” por sus constantes escándalos y algunos están dispuestos incluso a presentar su dimisión si vuelve a tomar las riendas del partido.

Lo que realmente juega en contra de la ambición rubia es que está aún pendiente de una investigación parlamentaria para saber si mintió a la Cámara de los Comunes cuando, en repetidas ocasiones durante el “Partygate”, dijo no saber que estaba violando las restricciones impuestas durante la pandemia.

Mentir al Parlamento es motivo de expulsión, por lo que, de ser elegido, se podría dar la situación que tuviera que presentar luego para Navidad su dimisión, si se determina que no dijo la verdad de manera intencionada. Sería rocambolesco, pero nada es ya imposible en ese mundo paralelo en el que se ha convertido ahora Westminster.

Lo que tendría quizá más sentido es que Rishi Sunak, que quedó como finalista en las primarias del pasado verano, fuera ahora el sucesor de Truss. Como ministro de Economía en la pandemia fue él quien alertó que una reducción drástica de impuestos iban a desplomar las finanzas del Reino Unido, una advertencia que resultó certera y ha dado alas a sus aliados para reivindicarle como el sucesor natural de la jefa de Gobierno. Al fin y al cabo, el nuevo plan fiscal por el que ha apostado ahora el nuevo ministro del Tesoro está basado en su programa.

El ex ministro de Economía fue además el candidato que más apoyos recabó entre los diputados tories. Pero sigue despertando recelo en algunos sectores que le ven como traidor. Porque fue su dimisión la que forzó en última instancia en su día la salida de Johnson. Y el hecho que sea más rico que el propio Carlos III -está casado con la hija de un multimillonario indio- pues quizá tampoco le haga conectar con el electorado en un momento en el que muchos tienen que decidir si comer o calentarse.

Los laboristas reclaman elecciones
El Partido Laborista, liderado por Keir Starmer, obtendría la victoria en unas hipotéticas elecciones generales en Reino Unido con una diferencia de 39 puntos de ventaja sobre los conservadores, en lo que se trataría de un margen sin precedentes para ninguno de los dos partidos en el último cuarto de siglo.
La encuesta, realizada por People Polling, está en línea con sondeos recientes que ponen de manifiesto la debilidad actual del Partido Conservador. Según el sondeo, un 53% de los británicos votarían ahora mismo por los laboristas y que solo un 14% de los encuestados depositarían su confianza en el Partido Conservador.