"Nuevos horizontes"
La visita de alto voltaje de Macron a Argelia
Relanzar la relación bilateral. Al presidente galo le preocupa la influencia cada vez mayor de Rusia en el mando militar argelino y su penetración en el Sahel. Francia quiere garantizarse el suministro del gas natural este otoño
Una nueva relación bilateral. Es el espíritu que mueve, a tenor de lo expresado por ambas partes, la gira de tres días del presidente francés, Emmanuel Macron, a Argelia que comenzó en la tarde de ayer. Reforzado por la crisis generada por la guerra en Ucrania y sus reservas de gas y petróleo, el país norteafricano, que quiere ser tratado “de igual a igual” se deja cortejar por su antigua metrópoli.
La gira de Macron llega tras meses de tensión entre Argel y París, que tuvieron como punto de partida las afirmaciones del mandatario galo en octubre del año pasado. Entonces, Macron aseguró que Argelia se había construido sobre “una renta de memoria” mantenida por “el sistema político-militar” y denunció la “reescritura total” de la historia hecha por el régimen argelino por mor del “odio a Francia”.
No en vano, la cuestión espinosa de la memoria y el pasado común, 130 años de presencia francesa en Argelia y una guerra de siete años, protagonizará en gran parte esta segunda visita de Macron –la anterior se produjo en diciembre de 2017- al gigante magrebí pocos meses después de la celebración de sus primeros sesenta años como Estado independiente.
Desde el Elíseo se aseguraba en la víspera que la gira, en la que Macron estará acompañado por una delegación formada por 90 personas –incluidos varios ministros, empresarios y hasta intelectuales- aspiraba a “profundizar una relación bilateral orientada hacia el futuro en beneficio de las poblaciones, reforzar la cooperación franco-argelina ante los retos regionales y proseguir los trabajos para cerrar las heridas de la memoria”.
Macron y el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, en su rueda de prensa conjunta, hablaron de “nuevos horizontes” en las relaciones entre Francia y Argelia. Asimismo, anunciaron una comisión de historiadores de los dos países analizará el periodo colonial y la guerra. Ambas naciones examinarán los archivos y arrojarán luz al periodo más conflictivo entre Francia y Argelia, el que va desde el inicio de la colonización hasta el final de la guerra. Trabajarán, según Macron, “sin tabúes”.
“Fin de la abundancia”
Pero al margen de las cuestiones de orden simbólico, que, indudablemente, siguen siendo especialmente sensibles en Argelia, la visita de Macron a las ciudades de Argel y Orán estará marcada por las necesidades coyunturales de Francia en un momento extraordinariamente difícil para Europa, el Magreb y el Sahel. Un año se cumplió este miércoles de la ruptura de relaciones oficiales entre Rabat y Argel, que tuvo como víctima principal el gasoducto Magreb Europa –que transportaba el gas desde los yacimientos argelinos hasta la Península atravesando suelo marroquí-, y tampoco pasan por su mejor momento las relaciones entre el Elíseo y el Palacio Real marroquí.
Turbulencias regionales
Aunque conserva un fuerte influencia para Argelia y Marruecos, Francia –y, por extensión, la UE- acusa su pérdida paulatina de influencia en la región. Las principales potencias magrebíes llevan años diversificando alianzas lejos de la zona. No es nueva, en todo caso, la relación que mantienen Argelia y Rusia: desde tiempos soviéticos, Moscú es el más estrecho aliado militar del régimen argelino. Una alianza que no ha sufrido menoscabo con el paso de los años: por ejemplo, este noviembre los ejércitos de los dos países celebrarán maniobras antiterroristas conjuntas en una base próxima a la frontera con Marruecos.
En este sentido, a Macron, como ha expresado recientemente de manera, le preocupa especialmente la penetración rusa –tanto a través de su Gobierno y empresas como a través de agentes paraestatales, como el Grupo Wagner- en el conjunto de África, también en el norte del continente y en la franja saheliana. En su opinión, el objetivo de Moscú es el de desestabilizar la región para extender los problemas a las puertas de Europa. Y sabe que Vladimir Putin encontrará el terreno abonado habida cuenta del escenario socioeconómico que vive esta extensa zona africana tras la pandemia y la crisis alimentaria y energética.
Y lo ha vivido dolorosamente de manera directa en los últimos años: tras perder el favor del Gobierno de Bamako, con el que Argel mantiene buenas relaciones, en favor de Rusia, París se veía obligada a retirar definitivamente sus tropas de Mali este mismo mes, aunque Macron promete seguir estando presente en el Sahel. “El jefe del Estado Mayor del Ejército argelino, Saïd Chengriha, es claramente prorruso, y Macron tratará de convencer al presidente Tebboune de que no inclinarse siempre por las órdenes y voluntad del general”, explica el politólogo argelino Oualid Kebir a LA RAZÓN.
Todos quieren gas argelino
Por otra parte, a pesar de que el gas argelino sólo suponía en los últimos tiempos en torno al 8% de las importaciones francesas del hidrocarburo (por el 17% del ruso antes de la guerra), Macron quiere contar con las garantías de un incremento de suministro si fuera necesario para el inicio del “fin de la abundancia”. En cualquier caso, el grupo francés Engie y el argelino Sonatrach alcanzaron el pasado mes de julio un acuerdo sobre el precio del gas con validez hasta 2024. No se descarta, además, que Macron sondee a las autoridades argelinas para tratar de acercar a los dos vecinos del Magreb.
La defensa de los intereses generales manda. No se espera en la agenda de la visita que la delegación francesa esgrima el problema de las violaciones de los derechos humanos en Argelia ni la renuencia del régimen de llevar a cabo las reformas que le ha exigido insistentemente el Hirak. No hace falta recordar que los países no tienen amigos –no ha sido tampoco el caso de Francia y la Argelia independiente-, sino intereses.
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