Un referente
La Unión Europea pierde a su Super Mario
Bruselas teme que la macha de Draghi debilite el apoyo a Ucrania y ponga en peligro a la tercera economía del euro
En otro escenario, la enésima crisis de gobierno italiana no hubiese despertado en Bruselas más allá de algún chascarrillo malicioso. El país transalpino siempre ha sido adicto a la convulsión política con una media de gobiernos que apenas superan el año desde la II Guerra Mundial. Un caos típicamente italiano que siempre ha sido contrarrestado por la habilidad para ocupar los puestos de poder en la cúpula comunitaria, con una diplomacia que sabe moverse como nadie por muy azarosa que sea su política interna; su peso demográfico y económico debido a la pujanza de sus sector industrial en el norte y su valor simbólico como país fundador de la UE.
Pero en esta ocasión, todo el diferente. La tercera economía del euro pierde a superMario Draghi,el gran héroe de la crisis económica por su papel como presidente del Banco Central Europeo, una mezcla perfecta entre tecnócrata inmune a los navajazos y miserias de los partidos políticos y autoridad moral. Un respiro que había hecho olvidar los malos resultados de una experiencia similar cuándo Bruselas también aupó en Italia a Mario Monti, otro viejo conocido de los pasillos comunitarios que, sin embargo, nunca consiguió peso político.
Ahora la nueva crisis italiana llega en el peor momento posible, con una guerra en Ucrania que nadie sabe cuándo terminará y la incertidumbre económica por un posible corte de gas de Rusia a la Unión Europea que dispararía aún más la galopante inflación. Y sin super Mario.
Ucrania
El antiguo presidente del BCE se había distinguido por ser uno de los líderes europeos que habían actuado de manera más decidida en apoyo de Ucrania tras la invasión por parte de las tropas de Vladimir Putin. Un comportamiento que resulta rara avis en un país que hasta su llegada siempre se había mostrado de los más zalameros con el Kremlin. Estos vínculos de gran parte de la clase política italiana no han desaparecido tanto en los partidos de izquierda como los de derecha. La dimisión de Draghi coincide con un cierto cansancio por parte de las cancillerías europeas.
En Bruselas resulta palpable el temor de que con la llegada del otoño y un posible corte de gas por parte de Rusia, el apoyo de la población europea a seguir auxiliando a Ucrania con el envío de armamento se resquebraje. El máximo representante de la diplomacia comunitaria Josep Borrell, advirtió esta semana contra esta tentación y aseguró que la Unión Europea se encuentra ante “una prueba de resistencia”.
Crisis energética
Aunque Draghi nunca había defendido el corte total del suministro del gas ruso para dejar de financiar al Kremlin en su ofensiva contra Ucrania, sí que ha batallado en los últimos meses por poner un tope al precio del gas como medida alternativa, a pesar de ser uno de los países más dependientes con un 40% de las importaciones. Su dimisión coincide con las diferencias palpables en las capitales europeas, un día después de que el Ejecutivo comunitario haya presentado su plan para el ahorro de un 15% de gas, un objetivo que puede tornarse obligatorio en caso de alerta. Norte y Sur del club comunitario se muestran divididos, en una retórica que comienza a asemejarse con los peores momento de la crisis financiera.
Endeudamiento
La tercera economía del euro siempre ha sido un gigante con pies de barro debido a su elefantiásica deuda (152,6% del PiB), tan sólo por detrás de Grecia que ostenta el récord de 189,3, y sus bajas tasas de crecimiento desde la creación de la moneda única. Hasta ahora, la política expansiva del BCE había conseguido calmar las aguas. Pero en lo que parece una profecía inquietante, la dimisión de Draghi coincide con la reunión del Consejo de Gobierno del BCE en la que la institución ha decidido tipos por primera vez en 11 años, aunque también está dispuesta a poner en marcha un mecanismo anti-fragmentación para contener las primas de riesgo de los países más endeudados del sur de Europa y que no vuelva a repetirse la crisis de hace una década.
Fondos post-pandemia
Esta amenaza de tormenta perfecta en el flanco económico ya no contará con el crédito de Draghi para realizar reformas y calmar tanto a los mercados como a Bruselas. El dimitido primer ministro abandona su puesto sin haber podido poner en marcha los deberes en el ámbito de justicia o el sistema fiscal, dos de las exigencias de la UE para el desembolso de los fondos de reconstrucción Next Generation EU post- pandemia de los que Italia es el segundo más beneficiado tras España en ayudas directas no reembolsables. Roma necesita poner en marcha 55 objetivos para recibir el próximo tramo de 19.000 millones de euros. Un cambio de gobierno aboca al país a ralentizar la puesta en marcha de estas medidas, aunque Bruselas puede trocear los pagos para seguir inyectando dinero mientras se tramitan las reformas pendientes más difíciles.
Visión europea
Con la marcha de Draghi, abandona la política europea uno de los líderes que había defendido la necesidad de poner en marcha una reforma de los Tratados europeos para, entre otros asuntos, terminar con la regla de la unanimidad que rige las decisiones en política exterior. Con su dimisión, la balanza puede inclinarse hacia el grupo de países en contra de cambios de calado entre los que se encuentran los del Este y los nórdicos.