Historias de la guerra
Ucranianos se organizan en grupos de Whatsapp para descubrir edificios marcados por los rusos
Redes de desconocidos a través de internet se coordinan para saber dónde comprar un arma, donar sangre o denunciar las ‘fake news’ de Rusia
En los últimos días de guerra a Viktor Artemenko -ucraniano que lleva 6 años viviendo en Kiev-le han metido en 10 grupos diferentes de redes sociales en los que no conocía a la mayoría de los integrantes. A través de Facebook Messenger, Whatsapp o Telegram, explica él mismo, se están generando redes de personas dispuestas a ayudar en los diferentes frentes del combate que no implican las armas: descubrir marcas en los edificios de objetivos rusos, identificar y frenar las fake news, alertar de los puntos para adquirir una pistola o ayudar a traer material hospitalario.
Por primera vez en Europa un conflicto bélico se libra con toda la población pegada a un teléfono móvil. Las redes sociales se han convertido en un instrumento por el que contar el minuto a minuto de lo que está pasando, pero también en una herramienta muy poderosa para miles de civiles que, desde sus escondites de las bombas, tratan de aportar su grano de arena a la lucha del Gobierno deVolodímir Zelensky. Viktor Artemenko es ejemplo de ello y relata a LA RAZÓN que decidió a consciencia no salir de la capital para tratar de contribuir como voluntario.
“Algunos ucranianos han notado que hay marcas extrañas en los tejados de los edificios. Ellos llaman a la policía y reportan estas marcas”, explica Artemenko por teléfono perfecto inglés. “Ahora el gobierno sabe que los rusos estuvieron aquí trabajando antes porque estas marcas son objetivos de los misiles”, cuenta. Gracias a la colaboración de los ciudadanos han creado unos panfletos que se distribuyen por las redes sociales masivamente para que los ucranianos aprendan a identificar estas marcas y avisen a las instituciones.
Así, con la teoría de que estas construcciones pintadas son objetivos militares, el ejército ucraniano puede predecir por dónde viajarán los proyectiles. “Básicamente lo que hacen [los rusos] con estas marcas es un mapa que puedes ver con un dron porque tienen una pintura especial fluorescente que se puede ver desde el cielo por la noche”, detalla Artemenko.
Corriendo la voz de unos a otros han logrado cosas increíbles estos días como avisar de los hospitales donde se necesitaban donaciones de sangre por la cantidad de heridos de la guerra que estaban recibiendo. “En los dos últimos días también he estado en contacto con otras personas para comprar material de hospital a Polonia, Alemania y República Checa”, cuenta.
Tal y como se ve en un vídeo grabado por él mismo, su escondite es el sótano de un edificio lleno de polvo y escombros. Ahí pasa largas horas durante el día donde el móvil y el ordenador son su principal instrumento de trabajo. Si hay algo que le preocupa, especialmente, como indica en su interés por contar al mundo lo que está pasando es la desinformación. “La propaganda rusa está funcionando”, dice, “ellos dan mala información e intentan convencer a la gente de que solo están bombardeando a objetivos militares, pero no es verdad. Están mandando misiles a barrios de civiles”.
Por eso, busca sin descanso toda la información que los medios tentáculos de Vladimir Putin esparcen por las redes sociales. “Estamos coordinando las denuncias de todas estas informaciones falsas y tratando de bloquear todas las fake news”, aclara. A través de los grupos de Whatsapp se pasan “links sospechosos” y hacen todas las comprobaciones, chequeando incluso con el Gobierno para luego publicar los desmentidos.
Hacen infografías, por ejemplo, de las armas que tiene el ejército ruso y las difunden. Sienten que cuanto más sepan los ucranianos sobre la estrategia del vecino, más están ayudando. “Extienden vídeos que son actuaciones para enseñar a la gente que cuando llegan los rusos, los ucranianos les damos la bienvenida. Pero no es verdad, así que intentamos frenarlos”, cuenta Artemenko de todo lo que ha ido analizando en Youtube.
Igualmente se enseñan unos a otros dónde se puede adquirir un arma. Dice que las semanas previas a la guerra se podía comprar una y, tras un curso de dos semanas, se expendía la licencia. Un aprendizaje que ahora no se puede llevar a cabo por razones obvias, así que también en eso se han vuelto autodidactas.
Preguntado por quién lleva la batuta de todas estas coordinaciones explica que “no hay líderes” que esto ha ido engordando como una bola de nieve [expresión en inglés] a medida que el conflicto les asedia. Recibes un link de un chat, explican qué se está coordinando dentro y si estás interesado entras. Así las redes sociales y la voluntad de muchísimas personas funcionan como engranaje fundamental detrás del ejército más visible en la línea de batalla.
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