Nueva variante
La pesadilla de Marcelle, la pasajera del avión infectado con ómicron procedente de Sudáfrica
Hasta 61 personas de dos vuelos procedentes de este país dieron positivo. Marcelle cuenta a LA RAZÓN la tensión que se vivió en el aeropuerto de Amsterdam, donde fue detectada la nueva variante
Marcelle había viajado al sur de África por trabajo, y se disponía a volver a casa. Cogió un avión el jueves por la noche de Johannesburgo, aunque éste salió con algo de retraso, rumbo a Ámsterdam. Un trayecto de algo más de once horas tras el cual llegaron a la ciudad de Países Bajos pasadas las diez de la mañana. En principio, haría una escala inmediata para coger otro avión, esta vez a Bilbao, y por fin llegar a casa tras un viaje extenuante. Pero su pesadilla no haría más que empezar.
Un total de 624 pasajeros procedentes de dos vuelos de Sudáfrica fueron sometidos el viernes a pruebas de coronavirus en el aeropuerto de Ámsterdam. Uno de ellos, procedente de Johannesburgo (de donde venía Marcelle) y otro de Ciudad del Cabo, la capital legislativa del país. De estas, 61 personas dieron positivo por covid-19, y algunas de ellas, según el Instituto de Salud Pública de Países Bajos, estaban contagiadas de la variante ómicron, después de se les realizara las pruebas pertinentes. Ómicron, la nueva cepa de la enfermedad, ha hecho saltar las alarmas a mandatarios y sanitarios, y la Organización Mundial de la Salud la ha considerado como “preocupante variante de riesgo”.
“Antes de llegar, el piloto nos alertó de que teníamos que permanecer en el avión por lo que se hablaba de la nueva variante del coronavirus y de que muchos países habían cerrado su espacio aéreo para aviones de Sudáfrica y otros países del sur africano. Pero se alargó más de la cuenta”, afirma Marcelle a LA RAZÓN, relatando la odisea que centenares de personas tuvieron que pasar una vez llegaron al Aeropuerto Internacional de Ámsterdam-Schiphol, el aeródromo más grande e importante de Países Bajos. Lo que pudieron ser solo unos minutos, se transformaron en más de cinco horas, pues desde que aterrizaron, no pudieron salir del avión hasta las cuatro y media de la tarde. “Estábamos hambrientos, y como no podíamos salir ni había mucha comida, nos alimentábamos de galletas, snacks... lo poco de lo que disponíamos”.
El temor a que la nueva variante de coronavirus B.1.1.529 se propague ha provocado el endurecimiento de las medidas en un momento en el que los contagios han aumentado a nivel global. Así, la Unión Europea anunció el viernes que cerraba sus fronteras al sur de África. Una medida que afectaba a Suráfrica, Botsuana, Esuatini, Lesoto, Namibia, Mozambique y Zimbabue, mientras que los residentes europeos que provengan de estos países tenían que someterse a un test y a un periodo de cuarentena.
Gente durmiendo en el suelo y sin apenas comida ni bebida
Una vez que pudieron salir, estas personas iban directas del avión a autobuses, y uno a uno, les iban haciendo test y pruebas para comprobar si daban positivo o negativo en covid-19. No se demoraron mucho, y les trajeron bocadillos y agua para ese tiempo. “Solo serán dos o tres horas”, les dijeron los encargados, según cuenta esta mujer. Pero no sabrían nada hasta las cuatro de la mañana, y en ese tránsito de tiempo, no podrían salir de la zona del aeropuerto en las que los habían situado. “La sensación era de abandono. Era todo un caos, no había organización y la gente estaba muy cansada. Se enfocan tanto en las normas de covid-19 que se olvidan que somos personas”.
Para descansar, apenas tenían sitios. Algunas personas tenían que dormir en el suelo por la imposibilidad de poder moverse hasta altas horas de la noche. Había gente incluso que, con otras enfermedades o patologías, necesitaban de su medicación, pero al no poder acercarse a por sus maletas, no podrían siquiera tomarla. Cuando con la obtención de los resultados y tras arreglar problemas técnicos, pudieron saber sus resultados: “Nos ofrecieron devolvernos el dinero, permanecer en un hotel, pero a esas horas... Entendemos que la situación fuera de emergencia, pero es extraño que, después de todo este tiempo, no supieran estar organizados. ¡Esto no es bueno para el bienestar de las personas!”, agrega decepcionada Marcelle. Por otro lado, agradece a KLM, la aerolínea con la que viajaba, la preocupación por los pasajeros.
La conclusión es que, prácticamente, perdieron un día entero. O se puede decir que más. Marcelle salió sobre la una de la madrugada del jueves al viernes de Johannesburgo, y no llegó a Bilbao hasta las cuatro y media de la tarde del sábado. Alrededor de 40 horas en las que más de la mitad estuvo encerrada en un aeropuerto sin poder salir. Por fortuna, a su llegada a España no tuvo problemas. “Enseñé mi resultado negativo y mi código QR de Spain travel health. De todas formas, me confinaré en mi casa junto con mi familia, pues es necesario y no quiero agrandar el problema”.
En este vuelo, uno de cada diez se contagiaron, y el resto tendrá que aislarse en casa. Hasta este domingo, no se conocerá cuántos de los 61 positivos lo son de la variante de coronavirus B.1.1.529. En Europa, Bélgica se convirtió este viernes en el primer país europeo en confirmar que la nueva variante llegó al país. Además del país belga, Hong Kong (primer país en notificarla de un viajero sudafricano) o Israel también notificaron casos de esta cepa. Ayer, Italia, Alemania o Reino Unido alertaron de que la variante omicrón también se encuentra en su territorio. Y República Checa o Suiza entre otros estados del resto del mundo, mantienen sospechas y están realizando pruebas para verificar la procedencia de los contagios. De momento, que se sepa, a España no ha llegado.
Por otro lado, los servicios neerlandeses de salud municipal (GGD) buscan a las personas que aterrizaron en Ámsterdam desde el pasado lunes en vuelos procedentes de Botsuana, Suazilandia, Lesoto, Mozambique, Namibia, Zimbabue o Sudáfrica.
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