Negligencia
El colapso sanitario en Venezuela: “es una ruleta rusa”
La muerte del periodista Ángel Rafael Cerdeño, de 38 años, solo es una más de las que sacuden el país mes a mes y que se pueden evitar
Telecinco se ha quedado sin corresponsal en Caracas, y no fue por gusto. Muy al contrario. Por ironías de la Venezuela regida por el chavismo, el periodista Ángel Rafael Cerdeño murió sus 38 años sin tercer certeza de su padecimiento, uno que comenzó una semana antes de su fallecimiento y sin razón aparente.
En el país se le conoce como “ruleteo” a la vieja práctica de transitar por distintos hospitales hasta poder ser atendido. A Cerdeño le tocó protagonizarla hace una semana, luego de un desmayo y dificultades para respirar. Pasó por uno y después por otro y solo se encontró con rechazo: en los sitios no había ni cómo atenderlo ni quién, porque faltaban insumos y médicos.
Finalmente en el Hospital Universitario de Caracas fue recibido en la misma área donde agrupan a los pacientes contagiados por Covid-19, tratado con desdén y en un entorno infrahumano. No tuvo un diagnóstico, tan solo una orden de hacer reposo, tomar amoxicilina (que debía comprar por su cuenta) y hacer unas pruebas posteriormente. Pero no le dio tiempo.
Esto ocurrió seis meses después de que la entonces alcaldesa de Caracas afirmara que se había habilitado un área de cuidados intensivos en ese hospital, con capacidad para 45 pacientes con insuficiencia respiratoria moderada y 12 cupos para pacientes con insuficiencia respiratoria aguda. El corresponsal nunca supo ni siquiera si estaba contagiado por el virus, porque además las pruebas dependen de laboratorios privados y se pagan en dólares.
Cerdeño pasó a convertirse en otra víctima de un sistema de salud demacrado, donde la precariedad lo abarca todo, incluso los bolsillos de los doctores. Mientras el periodista restaba sus últimas horas, una protesta del personal de al menos cuatro hospitales de Caracas retumbaba frente al J.M. de los Ríos, un centro pediátrico donde murieron casi 30 niños en los últimos tres años esperando trasplantes.
Los médicos de ese recinto pero también de los hospitales Clínico Universitario, Vargas y Los Magallanes de Catia, denunciaron que las emergencias se quedan sin atención porque los trabajadores ya no tienen ni siquiera efectivo para pagar el pasaje en transporte público.
El presidente de la Sociedad Venezolana de Cardiología, José Miguel Torres, dice que “la infraestructura hospitalaria venezolana está, quizás, en el peor momento de su historia” y usa un término para referirse a cómo funciona la atención de salud en la Venezuela contemporánea: “es una ruleta rusa”. Y esas matan.
La última Encuesta Nacional de Hospitales, publicada a principios de 2020, ya daba cuenta de que la falla total de insumos como analgésicos, relajantes, materiales descartables y oxígeno estaba entre el 41 y 56 por ciento a escala nacional. Solo en las salas de emergencia el desabastecimiento alcanzaba 49%, con particular acento en los implementos más importantes. No hay cifras más recientes, pero el impacto de la pandemia ha hecho afirmar a los sindicatos que la situación ha empeorado, incluso con el deterioro de las cuestiones más simples.
En septiembre de 2021 el 60% de los hospitales del país no cuenta con servicio de agua, y ya desde 2019 se sabía que solo 9% alcanzaba a tener suministro continuo. En algunos apenas pueden surtirse por camiones cisternas, y en general son los pacientes quienes deben procurar todo lo que se vaya a usar para atenderlos, incluso las sábanas.
Una realidad que alcanzó a Ángel Rafael Cerdeño y a las otras casi 300 personas que la organización Médicos por la Salud ha registrado fallecen en muertes evitables mes a mes en el país, donde solo están operativas 164 ambulancias a escala nacional para atender a unos 20 millones de habitantes.
✕
Accede a tu cuenta para comentar