Represión
Torturas y maltratos para quien desobedece el nuevo régimen de los talibanes: “Me dieron patadas en la cabeza”
Dos periodistas compartieron imágenes de su cuerpo después de haber sido arrestados por las fuerzas insurgentes por grabar una manifestación de mujeres en Afganistán
La organización Human Rights Watch denunció que los periodistas en Afganistán están sometidos a numerosas restricciones, además de detenciones, malos tratos y torturas.
Los agentes de los talibanes confiscaron numerosas cámaras que grababan la última manifestación de mujeres de Kabul, quienes pedían que se conservaran sus derechos. En esta ocasión, tres reporteros fueron detenidos, dos de ellos golpeados con cables en una comisaría y luego necesitaron ser hospitalizados después de “reunirse” con las autoridades insurgentes.
“Los talibanes deben garantizar que todos los periodistas pueden realizar su trabajo sin restricciones abusivas ni temor a la venganza”, subraya HRW. “Tiene un largo historial de amenazas, intimidaciones y violencia contra miembros de los medios, y son responsables del asesinato selectivo de periodistas”.
Los profesionales, llamados Taqi y Nematulaz, son fotógrafos del diario “Etilaat Roz”, y cubren estas informaciones. “Me ataron las manos a la espalda, me tumbaron en el suelo y me golpearon con palos, cables y tubos. Con todo lo que podían encontrar”, contó Nematullah en declaraciones a la agencia AFP. Los periodistas fueron encerrados en una sala oscura, y fueron golpeados cerca de 20 minutos. “El discurso oficial no tiene nada que ver con la realidad que vemos en las calles”, alerta.
Los insurgentes advirtieron al periodista, ratificando que eso le estaba pasando “por grabar”. A pesar de que Nematullah les estaba avisando de que era periodista, y él tenía derecho a filmar las secuencias, los integristas hicieron caso omiso. “Me dieron patadas en la cabeza, me destrozaron la espalada... Fueron diez o quince minutos, pero creía que me iban a matar”.
Tras la agresión, el reportero se juntó en una celda con Taqi, quien sufrió lo mismo que él, pero los habían llevados a lugares diferentes para “ser castigados”. En la jaula a la que fueron llevados también había otras personas, las cuales habían sido detenidas por cosas similares. “Tienes suerte de que no te hayamos decapitado”, le dijeron los agresores a Taqi.
Tras ser liberados, ambos decidieron enseñar su cuerpo llenos de hematomas, a modo de señal de lo que estaba pasando en el país. Una vez que salieron, no existieron cargos en su contra. El gobierno, por su parte, no hizo comentarios al respecto.
Alta represión desde que llegaron al poder
El pasado martes, los talibanes anunciaron su nuevo gobierno, en el que no había indicios de que, entre los 33, hubiera un “no talibán” y donde, sin sorpresas, no se sienta ni una sola mujer. Este miércoles, la organización ONU-Mujeres denunció los ataques a las afganas en varias provincias de Afganistán, además de poner en duda las promesas del nuevo ejecutivo de “respetar los derechos de las mujeres”. Ellos dijeron que lo harían siguiendo la ley “sharía”.
Desde el pasado lunes, las manifestaciones están prohibidas en Afganistán por orden de los insurgentes, así como que los medios cubran cualquier tipo de protesta. El comunicado de Human Rights Watch reclama a la comunidad internacional que presione a los talibanes para garantizar los derechos de libre expresión y de reunión pacífica.
Los talibanes silencian el veinte aniversario de la muerte del “León de Panshir”
Hace veinte años, solo dos días antes de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, moría en un atentado suicida el icónico guerrillero afgano Ahmad Shah Massoud, conocido como el “León de Panshir”, acabando así con la principal oposición al régimen de los talibanes, que hoy le volvieron a silenciar.
Durante las últimas dos décadas, miles de partidarios armados del comandante, que luchó contra los soviéticos en la década de 1980 y contra los talibanes sobre todo durante su primer régimen entre 1996 y 2001, salían en esta fecha señalada a las calles de Kabul para, en una demostración de fuerza, conmemorar el aniversario de su muerte.
Ahora, con el hijo y sucesor del comandante guerrillero, Ahmad Massoud, en la clandestinidad, y los combatientes del frente escondidos en las montañas, este último bastión de la resistencia sufrió también la profanación incluso de la tumba y memorial del mítico guerrillero.
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