Países Bajos
Rutte sale reelegido por cuarta vez pero necesita socios para gobernar
Los liberal demócratas arrebatan a la extrema derecha de Wilders la segunda posición en el nuevo Parlamento holandés
En plena tempestad, es peligroso cambiar de capitán. Los holandeses acudieron ayer a las urnas, convirtiéndose en el primer país europeo en alumbrar un nuevo Parlamento nacional en plena pandemia. Pero ante situaciones extraordinarias, los votantes prefieren refugiarse en la certidumbre y lo conocido, la épica de la tranquilidad. El liberal Mark Rutte, se encamina de manera holgada hacía su cuarto mandato desde que llegase al poder en el año 2010 al lograr hacerse con 36 escaños (la cuarta parte de los electores) en el Congreso. El segundo puesto sería para los liberales de izquierdas del partido D66, que con 24 diputados arrebatarían la segunda posición al Partido de la Libertad (PVV) de Geert Wilders, que se queda con 17.
Esto significa que Rutte se convertirá en el primer ministro más longevo de toda la historia holandesa. El Ejecutivo se vio obligado a dimitir en bloque el pasado mes de enero, después de que se descubriese un caso de racismo institucionalizado por el que la Hacienda del país persiguió sin pruebas a ciudadanos de origen inmigrante por haber obtenido ayudas de manera fraudulenta, lo que llevó a muchas familias a la bancarrota. A pesar de esto, parte de las responsabilidades cayeron en el ministro de Asuntos sociales, Lodewijk Asscher perteneciente al Partido Socialdemócrata (PvdA) y Rutte, una vez más, consiguió salir casi sin mácula del escándalo.
En su primera intervención tras conocerse los sondeos a pie de urna, Rutte agradeció el apoyo a lo holandeses y recordó que queda mucho trabajo por hacer. “El programa para los próximos meses es enorme”, dijo. “Necesitamos guiar a Países Bajos a través de la crisis actual con el gabinete actual y comenzar de nuevo como país”. Eso, añadió, significa centrarse en la clase media, en las pequeñas empresas, en el clima y en la vivienda. “Queremos asegurarnos de que Países Bajos vuelva a ser uno de los países con mejor desempeño del mundo”, dijo. “Hay una cantidad muy, muy, muy grande de trabajo por hacer”.
Los interrogantes residen en cuántas fuerzas políticas formarán la nueva coalición de Gobierno y la dificultad de las negociaciones después de que en 2017 la puesta en marcha del Ejecutivo se dilatara siete meses. A estas elecciones concurría la cifra récord de 37 partidos y 1.500 candidatos que se disputaban 150 escaños. No se trata tan solo de proclamas políticas, sino de aritmética y encaje de bolillos.
Entre las fuerzas políticas minoritarias que pueden aportar colorido al panorama, existen reivindicaciones para todos los gustos: el partido que defiende los derechos de los mayores, otro proeuropeo, los calvinistas, los animalistas o el fundado por una prostituta empoderada y orgullosa de serlo. Casi tantos partidos como holandeses, ya que el país tiene uno de los sistemas electorales más proporcionales de la UE.
Estos comicios también sirven para calibrar la fuerza de las formaciones de extrema derecha que son desde hace años una presencia incómoda, pero invariable en la política holandesa. Wilders se enfrenta a un cordón sanitario del resto de fuerzas políticas que ya han avisado que no piensan pactar con él. El líder xenófobo apoyó a Rutte en su primer Gobierno, aunque no llegó a entrar en la coalición y precisamente fue su falta de sostén a las medidas de austeridad durante la crisis económica, lo que propició la convocatoria de elecciones anticipadas en 2012. No parece que el actual primer ministro tenga demasiadas ganas de repetir la experiencia.
El propio Wilders ha reconocido que la gestión de la pandemia ha desplazado del debate político otros temas vitales para su electorado como la inmigración, especialmente la de origen musulmán, o la integración europea y parece resignado a la victoria de Rutte, quién ha sabido convertirse en la voz de la nación pese a su errática gestión de la lucha contra la pandemia y que, en el mes de enero, la imposición del toque de queda generó los peores disturbios en el país desde hace cuarenta años. Pero no siempre lo que sucede en las calles se traslada a las urnas y la popularidad del primer ministro se ha mantenido alta durante todo este tiempo.
De este conteo, también se hace más claro que Foro para la Democracia (FvD), del ultraderechista Thierry Baudet, también se sitúa como otro de los ganadores en las elecciones de este miércoles, y se hace con 8 escaños, frente a los dos que tenía ahora, y obtiene más representación que la izquierda verde GroenLinks, que recibirá 7 escaños, la mitad de los que tenía hasta ahora. En 2019 Baudet pasó de ser un completo desconocido a ganar las elecciones al Senado y convertirse en serio competidor. Su perfil, más intelectual y sofisticado que el de Wilders, hizo incluso pensar que pudiera convertirse en rival temible para Rutte. Pero todo indica que su estrellato ha sido fugaz, ya que en los últimos meses se ha visto involucrado en un escándalo después de que se filtraran unas conversaciones privadas de wassap con mensajes antisemitas. Baudet también se ha mostrado en contra del toque de queda decretado para frenar los contagios y ha abrazado algunas tesis negacionistas sobre el virus, posturas que le han acabado castigando en las encuestas. Parece que Wilders no tiene demasiado que temer.
Las urnas cerraron ayer a las nueve de la noche, en coincidencia con el toque de queda. Aunque el grueso de la población depositó ayer su voto y los mayores de 70 años lo hicieron por correo, el proceso comenzó el pasado lunes con el objetivo de evitar aglomeraciones que incrementasen los contagios. Las autoridades del país idearon un sistema para que no todos los colegios electorales abriesen sus puertas todos los días. Además, para conseguir que se respeten las medidas de distanciamiento también se habilitaron iglesias, teatros, espacios al aire libre e incluso domicilios como centros de votación.
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