Unión Europea
30 años de la reunificación alemana: un camino de júbilo y decepciones
Pese al éxito económico alcanzado, muchos germano orientales se sienten aún discriminados por sus compatriotas occidentales
Los 30 años transcurridos desde la reunificación alemana, que se conmemoran este sábado, han sido un camino de júbilo, pero también de decepciones para los impulsores de la “revolución pacífica” en la extinta República Democrática Alemana(RDA).
Las imágenes de la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, punto culminante de esa revolución, permanecen para siempre en la memoria colectiva.
Luego, el proceso pasó de la calle a las urnas, con las elecciones del 18 de marzo de 1990, y posteriormente a los despachos, donde se selló la reunificación el 3 de octubre de 1990: los “nuevos estados federados” pasaron a formar parte de la República Federal de Alemania (RFA) y la RDA dejó de existir.
El aniversario llega cuando el lema aquella revolución -"Wir sind das Volk" (Nosotros somos el pueblo)- ha sido usurpado por la ultraderecha, como el partido Alternativa por Alemania (AfD) o el movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida).
Del júbilo de 1990 a las buenos resultados electorales del AfD hay un largo camino de éxitos y decepciones, que han pasado de generación en generación, en un proceso con ganadores y perdedores.
Kohl y los “paisajes florecientes”
Helmut Kohl prometió “paisajes florecientes” en el este alemán y que “a nadie le iría peor, y a muchos mejor, que en la RDA”. Pero al canciller de la unidad le reprocharon esa frase ya en los años noventa, cuando muchos vivieron por primera vez la experiencia del paro.
En el este, “el Estado ha invertido fuerte en infraestructura, ha destinado fondos a la construcción de vías, al embellecimiento de pueblos y ciudades y a la renovación de edificios. A primera vista todo parece haber salido muy bien, aunque no tan rápido como esperaba Kohl”, dice a Efe el historiador Arnd Bauerkämper, de la Universidad Libre de Berlín.
Si se compara hoy esa zona del país con la de antes de 1989, la mejora es notable. Sin embargo, si se mira más de cerca, sigue habiendo diferencias entre el este y el oeste de Alemania.
“El ingreso medio es más bajo en el este y, aunque el coste de vida por lo general es también menor, si se tienen en cuenta ambos factores la situación material de muchos alemanes del este es peor que la del oeste, pero claramente mejor que en la RDA”, explica.
A eso se añaden factores psicológicos: muchos alemanes del este se sienten discriminados por los occidentales, más representados en las elites académicas, políticas, administrativas y económicas.
Para el historiador Hanno Hochmuth, del Centro Leibniz de Historia Contemporánea de Potsdam, la decepción empezó incluso antes de que se sellara la reunificación, cuando, en junio de 1990, se acordó la unión monetaria y la introducción del marco alemán.
“Los productos que se producían en la RDA perdieron todo interés de la noche a la mañana. Ya no tenían demanda, ya no se podían producir a bajo coste en la RDA”, explica, lo que trajo “las primeras olas de despidos y al aumento del paro. Fue la primera decepción”.
Es cierto es que buena parte de la población del este deseaba la introducción del marco, pero “las consecuencias desastrosas del tipo de cambio, porque las empresas no podían producir competitivamente, no era algo que mucha gente tuviera en mente”.
El paro, reforzado por las privatizaciones, llevó también a la emigración masiva de jóvenes bien preparados hacia el oeste.
Hochmuth destaca que las mujeres emigraron más y en algunas zonas llegó a haber solo 100 por cada 300 hombres. “Fue un gran problema que hizo crecer la frustración. En modo alguno quiero reducir a ello la causa de los éxitos de AfD o Pegida, pero es un factor”, recalca.
Las decepciones crecieron y fueron articuladas políticamente desde la izquierda por el Partido del Socialismo Democrático (PDS), que sucedió a la formación de Gobierno en la RDA.
“Hoy ese malestar se expresa de manera muy variada. En el ámbito extraparlamentario, con Pegida y protestas contra las medidas por el coronavirus, y en el parlamentario, con el éxito de AfD”, dice Hochmuth.
Pero, explica el historiador, “también a través de La Izquierda”, partido fundado en 2007 por el antiguo PDS y grupos de disidentes socialdemócratas, “que logró integrar los intereses de los alemanes del este en el sistema parlamentario, a diferencia de los populistas de derecha”.
El ascenso de la AfD y la fortaleza de La Izquierda en el este preocupan a la canciller, Angela Merkel, que teme que la formación de Gobiernos regionales pase por al menos uno de esos dos partidos.
“Ostalgia”
En la primera década de este siglo surgió la “ostalgia” (mezcla de Öst (este) y nostalgia), que idealizaba la vida cotidiana en la RDA y tendía a olvidar la represión y las pocas perspectivas de su población.
“Al comienzo, la euforia sobre la unificación fue muy grande. La deseaba también la mayoría de los alemanes del este. En las elecciones del 18 de marzo de 1990 ganaron los que prometieron una reunificación rápida y, sobre todo, una rápida introducción del marco”, explica Bauerkämper.
Pero después vinieron las decepciones, en parte, añade, porque la reunificación fue desde el comienzo un proceso asimétrico, en el que la RDA se disolvió y asumió el orden jurídico de la antigua RFA, sin mucho margen de negociación.
“Tendremos que reunir mucha energía para la cohesión”, aseguró hoy, en la víspera del aniversario, Merkel, para quien el futuro de Alemania no se debe concentrar en el este o el oeste: “Mantener unido un país en el siglo XXI significa un cierto grado de justicia para todos”.