Sinn Féin
El Sinn Fein, de brazo político del IRA a partido de Gobierno
Más cerca de la unificación de Irlanda Los republicanos rompen el tradicional bipartidismo tras ser los más votados en los recientes comicios
Mary Lou McDonald, responsable del Sinn Fein, no podía ocultar su emoción cuando, bajo el techo cavernoso del Salón Simmonscourt de la Royal Dublin Society, le preguntaban cómo se sentía tras haber hecho historia. «Han sido las elecciones del cambio. Hemos logrado convencer a la gente, a mucha, mucha gente, de que somos la alternativa, el vehículo para lograr ese cambio», recalcaba tras finalizar el lento recuento de votos de las últimas elecciones en la República de Irlanda. Los comicios tuvieron lugar el 8 de febrero. Pero, debido al sistema electoral los resultados definitivos no se conocieron hasta finales de esta semana.
El Sinn Fein –brazo político del ya inactivo IRA– abre un nuevo capítulo en la historia del «tigre celta». Cuando se convocaron las elecciones el mes pasado, la formación partía solo con el 11%. Todo apuntaba a que perdería escaños. Sin embargo, ha terminado siendo la fuerza más votada, con el 24,5% de sufragios de primera preferencia, consiguiendo 37 escaños de los 160 en juego, frente a los 38 del Fianna Fail y 35 del Fine Gael del «premier» Leo Varadkar, el gran derrotado.
Desde su independencia de Reino Unido en 1922, estas dos últimas formaciones de centro y centro derecha se habían ido alternando el poder. El hecho de que los nacionalistas de izquierda liderados por McDonald –que en 2018 tomó el testigo del histórico Gerry Adams– hayan enterrado ahora ese duopolio tras casi un siglo es ya por sí más que significativo. Pero el Sinn Fein ofrece algo más: su objetivo siempre ha sido la reunificación de la isla, por lo que su triunfo en los que han sido los primeros comicios de la era post Brexit han generado gran expectación a ambos lados del Atlántico.
Tras la salida de Reino Unido de la UE se ha puesto el foco de atención en el referéndum de secesión que demandan ahora los independentistas escoceses. Sin embargo, los analistas advierten de que con el triunfo del Sinn Fein las posibilidades de reunificar Irlanda en la próxima década cobran cada vez más peso.
Lo cierto es que el Brexit no ha sido ni mucho menos la clave del auge de los nacionalistas. Entre las preocupaciones que tienen los irlandeses, el divorcio de la UE de los vecinos británicos tan solo se lleva el 1% en las encuestas. En cualquier caso, la salida del bloque sí constituye una pieza fundamental del complejo puzle que forma el escenario político en la isla.
«No hay un sentimiento anti inglés en Irlanda a raíz del Brexit. El éxito de Sinn Fein se debe a la insatisfacción pública ante los problemas de vivienda, sanidad, guarderías y otros temas de calidad de vida en un momento de auge de la economía. El nacionalismo tradicional del partido es ciertamente un tema de preocupación, pero simplemente no jugó ningún papel en su éxito electoral», explica Ben Tonra, de la University College de Dublín.
La economía irlandesa crece al ritmo más alto de Europa y roza el pleno empleo. Cuenta además con la población más joven de Europa. Pero la gran mayoría de los jóvenes de entre 17 y 34 años no puede permitirse un alquiler en Dublín ni en otras ciudades. El 31% de los menores de 25 años votó por el brazo político del ya inactivo IRA, principalmente por su promesa de construir 100.000 casas de protección oficial y duplicar el presupuesto para sanidad, medidas tachadas de populistas por sus rivales políticos.
Para los jóvenes, los vínculos de la formación con los terroristas forman ya parte del pasado. Sin embargo, los hasta ahora partidos mayoritarios sí tienen muy en cuenta el pasado violento del Sinn Fein, por lo que dificulta ahora las cosas en un Dail (Camara Baja) sumamente fragmentado a la hora de cerrar coalición de Gobierno. Las negociaciones pueden durar semanas o meses.
Los años más sangrientos del IRA tuvieron lugar durante los llamados «troubles». Más de 3.500 personas perdieron la vida durante el violento conflicto que se alargó entre 1968 y 1998 en la provincia británica de Irlanda del Norte entre los católicos (que quieren unirse a la República de Irlanda) y los protestantes unionistas (que quieren permanecer como parte de Reino Unido).
La ansiada paz vino con el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 que recoge dos puntos claves. Por una parte, se obliga a los partidos católicos y protestantes con más votos a gobernar en coalición. Desde entonces, el Sinn Fein gobierna en Belfast junto con los unionistas del DUP. Por otra, se obliga al Gobierno británico a celebrar un referéndum de unificación «si en algún momento parece probable» que una mayoría de norirlandeses la respalda. Es complejo vaticinar el futuro, pero lo que es un hecho es que la unidad de Reino Unido nunca había estado tan cuestionada como en la era post Brexit.
Los católicos ya son mayoría en el Ulster
«The Economist» vaticina que para el censo de 2021 los católicos superarán por primera vez a los protestantes. En las últimas elecciones británicas, los partidos nacionalistas (católicos-republicanos-pro UE) lograron, por primera vez, más escaños en Westminster que las fuerzas unionistas (protestantes-monárquicos-euroescépticos).
Y esto no puede pasarse desapercibido en la nueva era post Brexit. Sí, en efecto, de nuevo hay que hablar del Brexit. La frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte fue el principal escollo en las negociaciones de divorcio. Para evitar controles físicos, la provincia británica se queda ahora más alineada para bienes con las reglas del sur de la isla que con las que Gran Bretaña. Los protestantes norirlandeses siempre han temido que este escenario acabara dando alas a los nacionalistas, por lo que la irrupción ahora de las filas de Sinn Féin supone un gran desafío.
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