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Política

Brexit

Johnson y Corbyn polarizan a los británicos en el único debate

El «premier» advierte de que el líder laborista instalará a Reino Unido en la incertidumbre con otro referéndum del Brexit y en Escocia. Su rival le acusa de planear la privatización del sistema nacional de salud

El conservador Boris Johnson y el laborista Jeremy Corbyn se enfrentaron anoche en el único debate televisivo Jonathan Hordle/ITVReuters

Muchos se preguntarán por qué Boris Johnson aceptó esta noche un cara a cara contra Jeremy Corbyn ante las cámaras de ITV. Sobre todo teniendo en cuenta que los debates son un terreno donde no se muestra especialmente cómodo, tal y como demostró en las primarias del Partido Conservador del pasado verano.

Cierto es que en 2010, cuando Reino Unido tuvo su primer debate televisado en campaña, el entonces líder de los liberal demócratas, Nick Clegg, cosechó una triunfo, llegando a equipararse su popularidad con la del mismísimo Winston Churchill.

Pero fue una excepción porque, por lo general, los políticos tienen más que perder que ganar con este tipo de formatos. Sobre todo aquellos que encabezan las encuestas, como es el caso de Johnson, de cara a la cita con las urnas del 12 de diciembre.

Por su parte, las expectativas para el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, eran tan bajas que si lograba entrar en el plató sin caerse –tal y como ironizaba la Prensa– ya habría logrado subir en los sondeos. El último de YouGov, publicado por «The Times», le sitúa incluso 17 puntos detrás de los «tories».

En cada una de las preguntas, Johnson intentó sacar la cuestión del Brexit y advirtió hasta la saciedad de que un Gobierno liderado por su rival laborista llevará a más incertidumbre, ya que acusó a Corbyn de querer celebrar, además de otro referendum sobre el Brexit, un nuevo plebiscito sobre la independencia de Escocia.en este sentido, Corbyn asegura que no permitirá un nuevo plebiscito en Escocia en sus primeros años de un hipotetico Gobierno laborista, pero no cierra la puerta a fechas posteriores.

Por su parte, Corbyn acusó al «premier» de haber mantenido encuentros secretos con las autoridades norteamericanas para privatizar el sistema nacional de salud pública una vez Reino Unido abandone la UE, algo que el «tory» negó categóricamente.

Fueron 60 minutos intensos. Sin grandes ganadores ni perdedores. El público se rio cuando el «tory» hablaba de honestidad o el laborista hablaba de claridad ante el Brexit. El veredicto de los sondeos mostraba esa igualdad. Un 51% pensaba que se impuso Johnson, frente un 49% que lo hizo Corbyn, según YouGov.

La campaña aún es larga. Con todo, según los expertos consultados por LA RAZÓN, si no cambian mucho las cosas, hay dos tercios de posibilidades de que Johnson se haga con la ansiada mayoría absoluta que necesita para poder ejecutar el Brexit que promete en enero, cuando termina la nueva prórroga concedida por Bruselas.

Eso quiere decir que los analistas aún no descartan por completo la posibilidad de un Parlamento sin mayorías, como ocurrió en 2017, cuando Theresa May llegó a sacar a la oposición hasta 22 puntos de ventaja, pero luego sufrió un varapalo que terminó forzando su dimisión.

El carisma que muestra ahora Johnson es mucho más alabado entre sus filas. Sin embargo, entre el electorado, el «premier» es un candidato tremendamente polarizado. No conoce términos medios. La gente le ama o le aborrece. En su contra también juega el desgaste de un Gobierno «tory» que lleva en el poder desde 2010 y la sombra de la austeridad impuesta por David Cameron. Pero, de momento, el líder «tory» está jugando bien sus cartas.

En este sentido, para alejarse de la imagen de «partido de los millonarios», cancelaba esta semana durante su intervención ante la principal patronal de Reino Unido (CBI, en sus siglas en inglés) su promesa de rebajar en 2020 el impuesto de Sociedades.

En la última década, los Gobiernos «tories» han rebajado en once puntos, del 30% al 19%, este gravamen. El «premier» prometía ahora añadir una bajada extra de tres puntos porcentuales durante el próximo año. Pero ha decido aplazarla para centrase primero en otras prioridades, como el deteriorado Servicio Nacional de Salud Pública (NHS).

Según las encuestas, los problemas por los que atraviesa el servicio sanitario preocupan al electorado ahora más que el Brexit. De hecho, se puede decir que en la calle existe incluso «brexitfobia», tras más de tres años hablando de lo mismo.

En las elecciones de 2017, a Corbyn le salió muy bien la jugada de centrarse en cuestiones domésticas en vez de centralizar la campaña en la cuestión europea. Pero, de momento, no acaba de despegar en las encuestas y sus ratios de popularidad son francamente negativos: el 62% del electorado tiene una opinión desfavorable, frente a solo el 22% que le ve como candidato satisfactorio.

Con todo, según las última encuestas de YouGov, el apoyo de los laboristas entre aquellos que votaron por la permanencia en la UE ha subido un 10% situándose ahora en un 46%, mientras que el apoyo de los «remainers» entre los liberal demócratas ha disminuido en ocho puntos porcentuales, bajando a un 25%.

En este sentido, Jo Swinson, líder de la formación pro UE, se convirtió anoche en la gran perdedora del debate. Tras fracasar su maniobra judicial para lograr una silla en el debate, perdió la gran oportunidad para evidenciar las grandes diferencias que la separan de sus contrincantes: mujer, joven (no ha cumplido aún los 40), y claramente a favor de la permanencia en el bloque.

En estas elecciones, los liberal demócratas están llevando a cabo una «campaña cuasi presidencial». Pero la estrategia no funciona cuando su candidata sigue siendo aún la gran desconocida para gran parte del electorado.

Por su parte, la líder de los nacionalistas escoceses del SNP, Nicola Sturgeon, quien gobierna en el Parlamento de Edimburgo, también había solicitado participar en el debate. Pero para ella, la negativa tampoco supuso tanto problema. Al fin y al cabo, tiene todos los días la atención de los medios escoceses desde que ha puesto sobre la mesa un nuevo plebiscito de independencia como condición para quienes puedan llamar en un futuro a su puerta buscando posibles pactos.