Feria de Bilbao
San Isidro maldito
- Las Ventas (Madrid). 21º de feria. Toros de Cebada Gago y Guardiola Fantoni (4º, 5º y 6º), desiguales de presentación y de mal juego. Lleno.- Luis Miguel Encabo, de turquesa y oro, bajonazo, descabello (silencio); en el que mató por Cortés, pinchazo, estocada baja, aviso, descabello (silencio); media, catorce descabellos (silencio).- Fernando Cruz, de botella y oro, media, tres descabellos (silencio); pinchazo, media, tres descabellos (silencio); casi entera (silencio).- Salvador Cortés, de grana y oro, herido por el tercero. - Parte médico de Cortés: cornada en el muslo izquierdo con trayectoria de 20 centímetros que causa destrozos en cuádriceps femoral. Pronóstico menos grave.
La feria está maldita. Aún no nos habíamos recuperado de la tragedia de Lancho, la imagen más tétrica que he visto en los últimos tiempos, cuando a otro torero, aupado entre la cuadrilla lo llevaban al reencuentro del salvador, don Máximo García Padrós. El héroe de la feria. Una vez más se derramaba sangre en Madrid. Una vez más el canto era de pena y no de gloria. Atravesó el musloEsta vez fue a Cortés, Salvador Cortés, a quien el manso tercero no le perdonó el viaje. Intentaba rematar su actuación, ya con la faena vencida, pero el toro sacó el veneno que tenía dentro, justo en el escalón que va de lo manso a la transmisión. Y en el derrote seco le abrió la carne y le atravesó el muslo. Lo prendió violento. Había apostado Cortés desde los albores. A pesar de que manseó mucho en varas y anduvo a sus anchas después, se encontró el Cebada con una muleta firme. Plantado en el centro del ruedo para sacar faena a derechas, logró tandas interesantes, por su decisión y porque gozaron de temple. En un par de trincheras llevó al toro, que se metía violento por abajo, hasta el final. Tuvieron belleza. Pero en ese remate, después de un cambio de mano, truncó de pronto el lance por la cornada. Cosas de toreros, pero hay horror por Cortés, inmenso por Israel Lancho, Gimeno Mora y esa lista que parece interminable en este San Isidro maldito, sangriento a cambio de nada.Volvió Cebada Gago a Madrid tras 18 años de ausencia. No lo hizo con holgura, tan sólo tres toros pasaron el reconocimiento veterinario y salvo el tercero, en versión mansa y complicada, nada aportaron al toreo.Remendó Guardiola Fantoni, y peor. ¿Hemos de cumplir acaso una penitencia? Vaya corrida. Del marmolillo cuarto, pasamos al marmolillo sexto, y pronóstico de maldición, todos cayeron en las manos de Fernando Cruz. Torero madrileño, sobrado de condiciones y necesitado de un triunfo en Las Ventas. Pero así, ¿cómo? ¡Cuántos sueños invertidos que se van al infierno en un plumazo! Olía la tarde a fracaso, el tedio de Madrid, que tiene sabor y color casi cada domingo de verano y el veneno candente de la carne herida: fresca y derramada sobre este ruedo raro. Si algo impuso Fernando Cruz ante su misión imposible fue verdad. Quiso ante el segundo, entonces de Cebada y que tendía a engaños. Parecía que acudía a la muleta sin maldad, pero al intentar ligar los pases, atenazaba al torero. Buscó todo por el camino de la pureza, y no hay mejor argumento para mostrar credenciales. El cuarto y el sexto, ni eso. Dos toros de Guardiola Fantoni, a contraestilo, que ni para jugarse la vida dieron. No se movían, todo kilos de carne mansa. A Encabo se le nubló el tino ante el quinto y cayeron un rosario de descabellos antes de rematar al toro. Había dejado el madrileño una faena rebajada a un animal que se dejó. Tiró para fuera las arrancadas y en claro, nada. Le echó mano el primero en el segundo par de banderillas, se repuso, sacó la raza y esperó para clavar airoso el tercer par. Si el toro llegó reservón y rajado, anduvo el torero a la defensiva; negándose las bases cruciales del toreo.
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