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Estados Unidos

Obama se muda al hotel «embrujado» hasta que Bush vacíe la Casa Blanca

Barack Obama se mudará este fin de semana a Washington con su familia, pero sólo verá la Casa Blanca por la ventana de su hotel, en el que aparentemente tendrá que convivir con un fantasma del siglo XIX.

Obama llegará a la capital antes que otros presidentes porque sus hijas, Sasha, de 10 años, y Malia, de 7, comienzan la escuela el lunes, como todos los niños de Washington.
Irán a Sidwell Friends, un colegio privado que cuesta unos 30.000 dólares al año y donde un enero de 1993 también entró por primera vez una niña de 13 años llamada Chelsea Clinton, la hija de Bill y Hillary.
El hogar temporal de la futura familia presidencial será el Hay-Adams Hotel, un edificio de lujo de estilo renacentista donde las habitaciones llegan a costar 6.000 dólares por noche, a cambio de baños de mármol y sábanas italianas.
La familia Obama pidió a la administración de George W. Bush que le dejara ocupar la Casa Blair, una residencia oficial de invitados situada al otro lado de la calle de la Casa Blanca.
Pero le dijeron que sólo la podrán usar a partir del 15 de enero, pues hasta entonces está reservada para «recepciones y reuniones» de despedida de los miembros del actual Gobierno. Así que los Obama se quedarán en el Hotel hasta esa fecha, cinco días antes de la ceremonia de jura, y tendrán que contentarse con mirar la Casa Blanca por la ventana de su cuarto.
El Hotel Hay-Adams se encuentra a tan sólo una manzana de distancia de su futura morada, separado de ella por los robles y la estatua equestre del presidente Andrew Jackson que forman el Parque Lafayette.
El establecimiento, construido en 1928, lleva el nombre de John Hay, asistente privado del presidente Abraham Lincoln y secretario de estado, y Henry Adams, un escritor y profesor de la Universidad de Harvard que era descendiente de los presidentes John Adams y John Quincy Adams.
Ambos tenían sendas casas en el lugar donde luego se erigió el Hay-Adams. Del hogar de Henry Adams, el hotel ha heredado más que el nombre, según la leyenda.
Su esposa, Marian Hooper Adams, una dama de la alta sociedad que era conocida como «Clover» (Trébol) por sus íntimos, se marchitó por una depresión y se suicidó en diciembre de 1885 tras ingerir cianuro de potasio.
Su espectro permanece, según cuentan, en el lugar de su infortunio, donde abre puertas, susurra con aliento gélido el nombre de los empleados y los abraza con brazos invisibles. También se le ha oído preguntar, entre llantos, «¿Qué quieres?»
Por suerte, las apariciones suelen ocurrir a principios de diciembre, en torno al aniversario de la muerte de la mujer, por lo que Obama probablemente tendrá que inquietarse sólo por los problemas terrenales que afrontará como presidente.
La mudanza a Washington pondrá fin a su relativo aislamiento, pues montó su gabinete en Chicago tras ganar las elecciones a principios de noviembre y después pasó las vacaciones de Navidad en una casa de alquiler de 9 millones de dólares en su Hawaii natal.
La semana que viene se reanudan las sesiones del Congreso, con audiencias sobre el escándalo financiero presuntamente perpetrado por Bernard Madoff y sobre el programa de estímulo económico de la nueva administración.
Obama también tendrá que pensar qué hará, como presidente, sobre la violencia en Gaza, sobre la que ha guardado silencio hasta ahora.
El miércoles sí pisará la Casa Blanca, a invitación de Bush, que ofrecerá un almuerzo para él y los ex presidentes Bill Clinton y Jimmy Carter.
De paso, Obama podrá echar un vistazo alrededor y decidir si le gustan las cortinas o no.