ciudad de méxico- Volvía José Tomás a los ruedos después de su triunfal temporada española. Lo hacía en Plaza México. Su primer triunfo fue registrar dos tercios de entrada: 30.000 personas acudieron al coso de Insurgentes para ver al torero de Galapagar. Hubo triunfo, puerta grande, dos orejas para el madrileño, una más para Macías y otra que podría haber paseado El Payo si no le hubiera traicionado la espada. Pero el festejo se quedó a la mitad de lo que pudo brillar debido al mal juego que dieron los toros de Teófilo Gómez, justos de presentación para el evento del que se trataba. Tan sólo el tercero desarrolló mejores condiciones para la lidia. Abrió plaza El Payo dado que confirmaba su doctorado. A pesar de que tomó la alternativa hace pocos meses en México y apenas ha toreado en este tiempo se le vio andar por la cara del toro con aplomo. Lástima que la toledana no se aliara con su cometido y fallara una buena faena en la suerte suprema. Exprimió al animal por naturales. El sexto perdió el gas prontísimo y tan sólo pudo dejar su esfuerzo en los comienzos de rodillas. José Tomás se lució por verónicas, aunque el viento molestó lo suyo con el segundo de la tarde. Los estatuarios resultaron de vértigo y la faena, muy a su estilo, a pesar de que el toro no se entregó nunca a la labor. La estocada fue de pura fe. El quinto era más toro pero igual de deslucido. Tiró el diestro de mando, de sometimiento, de técnica y de valor. Y la media estocada que prendió le valió para salir a hombros. Completaba el cartel Arturo Macías, que se las vio con el animal más potable, el tercero, anduvo entregado el diestro, pero falló a espadas. Con su segundo antagonista había poco que hacer, mas lo dio todo. Entró a matar de veras y cortó una oreja.