Valladolid
Bob Wilson un pintor del siglo XXI
El director juega con la pintura, el teatro y la fotografía en una serie de videorretratos de celebridades que recrean personajes del pasado.
Tarde o temprano tenía que suceder. Robert Wilson (Texas, 1941), el prolífico y vanguardista director de escena, ha prestado siempre en sus trabajos para ópera y teatro una atención especial a la luz y el color. Así que parece natural que después de haber picoteado en disciplinas muy variadas, todas sus inquietudes hayan desembocado en un sofisticado experimento realizado con pantallas de plasma de alta definición en las que retrata a personajes célebres (también hay animales) como si fuera un pintor un pintor «high tech» que crea estampas excéntricas que remiten a libros, piezas de teatro, películas y obras de arte. El resultado tiene una apariencia de cuadro vivo, porque en ellos hay elementos que se mueven.La luz como un color«La luz y la composición funcionan en estos retratos como en un cuadro clásico. Uso la luz como si fuera un color», explica Robert Wilson en una entrevista. Pintura del siglo XXI lo han llamado algunos. Y con banda sonora, ya que todas las piezas llevan consigo una música elegida por el gran pope de la ópera. Brad Pitt, Isabella Rossellini, Winona Ryder, Willem Dafoe, Jeanne Moreau, Marianne Faithful, Gao Xingjian, Dita Von Teese, la princesa Carolina de Mónaco y Mikhail Baryshnikov son algunas de las celebridades que han sido inmortalizadas para la exposición «VOOM Portraits» que ahora llega a Valladolid después de una gira por varios países. También incluye una serie de animales: un perro, una pantera negra, un búho de la nieve: «Estos retratos son composiciones clásicas», relata el pope del teatro. «Desde que era muy pequeño me ha interesado la arquitectura y las formas del clasicismo. La vanguardia siempre es una vuelta a los grandes maestros del pasado», postula.Cada uno de estos retratos parece una foto fija. Sin embargo, al cabo de un tiempo el espectador descubre que hay pequeños detalles que cobran vida, una pestaña o una mano se mueven lentamente mientras de fondo puede sonar música de Tom Waits, Lou Reed, Mogway, Marianne Faithful, RJD2, Big Black y Raymond Scott. «La música ha sido seleccionada para ser un complemento de la imagen. A veces entra en contradicción y cuenta su propia historia; en otros casos relata un misterio que se esconde detrás de la imagen o, sencillamente, se limita a ilustrar la imagen».Además de la lectura en clave histórica, los retratos se pueden ver como viñetas que hablan de la fama y la vanidad, de sentimientos y emociones a punto de estallar. «Esta es mi visión de estas personas», continúa el autor de la ópera «Einstein on the beach» junto a Philip Glass. «No les he pedido que sean otros, aunque aparezcan caracterizados como personajes de teatro o del pasado; les he pedido que sean ellos mismos y que durante el posado trataran de no pensar», añade el director.Las figuras transmiten una frialdad extrema; esto es así, dice, porque «los retratos son ejercicios formales, las emociones se quedan dentro, no han sido exteriorizadas, excepto en el retrato de Isabella Rossellini». Wilson dice ser continuador de la tradición que ha llevado a artistas de todas las épocas a forjar la iconografía de las divinidades. «Me he limitado a retratar a los dioses de nuestro tiempo. Los dramaturgos siempre han escrito sus obras sobre las deidades de la época en la que vivían. Por ejemplo, Hércules en la antigua Grecia. En nuestro mundo, los dioses son figuras como Brad Pitt o Salma Hayek».Los vídeos tienen una duración de entre 3 y 14 minutos y su origen está en la invitación que recibió de una compañía pionera en la televisión de alta definición para difundir su propia tecnología. De esa alianza ha salido un híbrido que mezcla pintura, fotografía, teatro y vídeo. Todo en uno: «No me veo simplemente dirigiendo una obra sobre un escenario. Así es mi personalidad. La luz, el escenario, los movimientos, la arquitectura, la poesía. Todo es una misma cuestión».Un hilo de cabelloLa elaboración no ha sido sencilla. Wilson ideó la escenografía, eligió el vestuario, supervisó todo lo concerniente al color y la luz. La precisión de esta tecnología permite contemplar detalles casi imperceptibles: «La alta definición te deja ver muy claramente todos los detalles, desde un hilo de cabello al espacio que hay entre los dientes o la complexión de la piel», explica. Wilson, que en su vida de artista ha sido de todo (escultor, pintor, escenógrafo, fotógrafo), admite la posibilidad de que estas piezas se puedan ver en museos, en el metro o en otros espacios donde la gente hace cola esperando.
Dónde: Museo de Pasión, Iglesia de las Francesas y Sala San Benito. Valladolid. Cuándo: del 2 de abril al 31 de mayo.
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