País Vasco
«Bildu tiene gente manejando detrás gente de Herri Batasuna»
Los ediles vascos del PP relatan el acoso que se sufre en los bastiones abertzales
BILBAO- Los discursos electorales en el País Vasco han dado por liquidada a ETA, pero la sombra de la banda terrorista sigue proyectándose sobre quienes dan la cara en territorio hostil por partidos políticos no nacionalistas. Incluso el PP ha hecho campaña como si ETA no existiera, dando mítines por primera vez en su historia al aire libre, pero, como recordó Carlos García, único edil popular en Elorrio, «los pistoleros siguen teniendo las pistolas» y eso no se olvida, sobre todo en aquellos pueblos donde algún compañero ha pagado con su vida representar al PP o al PSE en un ayuntamiento.
«A mí que el lendakari no me diga que ha conseguido erradicar a ETA, porque yo sigo viviendo con dos escoltas», comentó Juanjo Gastañazatorre, uno de los concejales más veteranos del PP en el País Vasco, que contó que en las últimas elecciones municipales no logró que nadie de Durango le acompañara en la candidatura. «Hubo un antes y un después del asesinato de Jesús María Pedrosa; desde entonces nadie quiere ir en las listas», manifestó este concejal del PP y aclaró que la hostilidad en la calle no ha desaparecido porque haya consigna en el mundo proetarra de «no meter ruido» antes de las elecciones.
La mayoría de los ediles consultados da por seguro que existe esa consigna de «estar tranquilos durante la campaña», que fue la que permitió a Mariano Rajoy llegar a un acto en territorio proetarra, la Parte Vieja de San Sebastián, sin ser increpado en el camino, pero «podemos sentir su rechazo y su sentimiento de que los que nos sentimos vascos y españoles nos tendríamos que ir de aquí», dijo Nerea Llanos, secretaria general del PP de Vizcaya y parlamentaria. «A pesar de la consigna, la semana pasada escribieron ‘‘muérete'' encima de la foto de Antonio Basagoiti en la lonja que tenemos en la calle Rodríguez Arias», relató Llanos. También fueron apedreados dos vehículos de propaganda electoral del PP, como dijo el presidente popular de Vizcaya, Anton Damborenea.
Los pueblos donde más se nota la presión de los proetarras son en aquellos donde gobiernan, como Andoain. Asunción Guerra, única concejala del PP en ese municipio, manifestó a LA RAZÓN que «en estos momentos están muy crecidos, tienen muchos votos y consideran no sólo que la calle es suya, sino que lo son también las dependencias municipales». «Estás en el ayuntamiento y allí entra y sale gente de la antigua HB como si estuviera en su casa; van a comisiones y tienen más información sobre los temas que en ellas se tratan que los propios concejales», aseguró. «Tienen gente manejando detrás, gente de HB», insistió.
Asunción Guerra, a la que han llegado a llamar asesina en un pleno, se siente impotente ante la forma de gobernar de los proetarras, que actúan, según dijo, «como si estuviéramos en una dictadura, y eso que no tienen mayoría absoluta». «Hacen y deshacen a su antojo y para aprobar los Presupuestos se han valido de la abstención del PSE. Además, el PNV siempre está a mano», añadió.
A Juan Carlos Castaño, concejal del PP en Portugalete, le enmarcaron su rostro con una diana en el cartel electoral de las municipales. «Ahora el cartel de Antonio no lo pintan, pero me lo quitan a diario y tengo que reponerlo y me da rabia, porque los de los partidos nacionalistas no los quitan», explicó. El portavoz del PP en Portugalete añadió que, con la ausencia de atentados, la gente se ha relajado, pero sigue habiendo militantes que no acuden a los actos en la calle porque tienen miedo a que se les identifique como votantes del PP. «No se sabe hasta qué punto esto es irreversible y no da mucha tranquilidad que los de Bildu no condenen los crímenes de ETA», señaló. «Hay quien se pregunta si esto es una treta, o qué puede pasar si no consiguen en las urnas lo que pretendían», añadió.
Javier Ruiz, concejal del PP en Guecho, también tiene dudas respecto a qué ocurrirá después de las elecciones, porque «las actitudes, los planteamientos, el lenguaje y los posicionamientos de Bildu en relación con ETA no han cambiado». El acoso no sólo afecta a los concejales que viven en condiciones de aislamiento social en zonas que son cotos privados del nacionalismo, sino que alcanza a la gente de la calle en lugares, como Las Arenas, donde hay muchos votantes del PP. «Allí un vecino que se aventuró a pasear el perro con la camiseta española tras el triunfo de la Selección fue agredido por varios jóvenes que se bajaron de un coche y le abrieron la cabeza con una pala de pádel», relató.
Carlos García, el concejal del PP de Elorrio que votó al PNV para desplazar a los proetarras de la Alcaldía, explicó que la gente sigue pendiente de ETA y que muchos «no se atreven a coger caramelos del PP cuando se los ofrecen en la calle en campaña electoral». «Algunos me dicen al oído que van a votar al PP, porque no quieren que nadie lo descubra», comentó.
ETA ha dejado de matar, pero el hecho de que no se haya disuelto, ni haya entregado las armas, hace que, un año después del anuncio del «cese definitivo de la actividad armada» –en palabras de la banda terrorista–, los suyos se sientan respaldados por esa sombra protectora que les da fuerza para acosar a los demás.
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