Estados Unidos
Los mecenas anónimos de la crisis
La donación de Amancio Ortega a Cáritas es única en Europa y un hito en España, donde los filántropos eluden la notoriedad
MADRID- Veinte millones de euros. Éste es el importe que Amancio Ortega, el tercer hombre más rico del planeta, donó el pasado jueves a Cáritas, la ONG de la Iglesia. Su gesto de generosidad invita a reflexionar acerca de la situación actual de la filantropía, de la falta de grandes mecenas que apoyen a los que, por desgracia, sufren a causa de la crisis económica en la que llevamos más de cinco años sumidos. Los problemas financieros no sólo hacen mella en las economías domésticas ni en el continuo ascenso del número de desempleados, como confirmó ayer la Encuesta de Población Activa, las organizaciones sin ánimo de lucro también han sufrido una reducción muy importante en su presupuesto, ya que alrededor del 50 por ciento del dinero con el que contaban provenía de subvenciones estatales y ese grifo, con los ajustes en los presupuestos, se ha cerrado. Lo que no ha dejado de crecer, como apuntan desde la Coordinadora de ONG para el Desarrollo en España, «es el número de voluntarios. El compromiso ciudadano se mantiene, aunque el número de donaciones se ha reducido», explican. De ahí que acciones como el del dueño de Zara sean cada vez más necesarias. Pero ¿sabemos quiénes son los grandes donantes?
En España no existe un listado oficial con los nombres de los mecenas más relevantes aunque, como indica Chris Carnier, experto en Filantropía y Grandes Donaciones, «entre los más reconocidos están las hermanas Koplowitz o Emilio Botín, presidente del Banco Santander». Él lleva años analizando las inversiones desinteresadas de los más ricos: «Podemos decir sin miedo a equivocarnos que la donación de Ortega destaca por su generosidad, incluso a nivel europeo», afirma. Un ejemplo que se acerca es el que ilustra la Fundación Lealtad que explica que en abril de 2006, coincidiendo con la salida a bolsa de Renta Corporación, Unicef e Intermón Oxfam ingresaron 12.300.000 euros con la venta de una parte de las acciones recibidas en forma de donación tres años antes por esta empresa.
Uno de los principales problemas por los que, tanto a las ONG como a los investigadores, les resulta imposible elaborar un listado con los nombres de los más generosos de nuestro país es el anonimato en el que se realizan las donaciones. «Es una cuestión cultural, por la arraigada idea de que lo que haga tu mano izquierda que no lo sepa la derecha», explica Patricia de Roda, directora general de la Fundación Lealtad, una institución que tiene como misión fomentar la confianza de la sociedad española en las ONG para incrementar las donaciones y la colaboración. De Roda ha constatado que, a pesar de la crisis, las empresas españolas están muy comprometidas y se ha multiplicado por dos la colaboración con ellas en los últimos cinco años, aunque ahora han variado las formas de colaborar. «La ayuda económica se mantiene, que supone el 55% del total, y entre el 25 y el 30% son acciones de voluntariado corporativo, como probonos (trabajos profesionales gratuitos) de despachos de abogados, agencias de publicidad... Son aportaciones más ligadas a su negocio».
De acuerdo con Marcos Concepción, director general de la Asociación Española de Fundraising, el perfil del donante español indica que «existen alrededor de cuatro millones de donantes regulares, que aportan 678 millones de € anuales. A estos, habría que sumar las donaciones puntuales, lo que sumaria, en total, un 18% de la población». Y es que, como insiste Carnier: «La gente más humilde es la que realiza más acciones de filantropía. Muchos de ellos han experimentado en su infancia o juventud situaciones de pobreza y por eso sienten más empatía hacia los más necesitados».
En la mayoría de los casos, las donaciones de grandes cantidades se corresponden a los llamamientos de emergencia de las organizaciones humanitarias. Así lo explica Javier Fariñas, responsable de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada, una asociación eclesial dependiente de la Santa Sede. «Los grandes donativos aparecen cuando hay situaciones excepcionales. Creemos que lo que ha hecho Amancio Ortega es un ‘‘bendito disparate''». Pero no es suficiente un toque de atención por muy llamativo que sea. También entra en juego la confianza que genera en el donante la organización a la que destina su dinero. Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para asuntos económicos de la Conferencia Episcopal Española, apunta a que, en el caso de Ortega, ha sido el prestigio de la organización eclesial el que ha motivado el extraordinario donativo, ya que «la sociedad española tiene muy buena percepción de Cáritas». El grueso que sostiene la obra benéfica de la gran parte de las organizaciones es el pequeño donante. Muchas instituciones apuntan a que el número de los mismos se ha multiplicado. Quizá se trata de personas que apenas donan 10 euros mensuales o 50 anuales. Así lo han comprobado desde Obras Misionales Pontificias como cuenta a LA RAZÓN Anastasio Gil, director Nacional de OMP: «Nosotros no nos dedicamos a atender situaciones de emergencia, estamos en el día a día. Aún sin reclamos, sabemos que muchos ‘‘pocos'' de los donantes hacen un ‘‘mucho'' en nuestra obra».
España, el país en el que menos se desgrava
Mientras en Estados Unidos y en algunos países europeos como Inglaterra o Alemania las grandes fortunas revelan sin problemas sus acciones caritativas, en nuestro país no se estila. Bill Gates, Warren Buffet o George Soros no dudan en poner nombre a instituciones, hospitales y centros educativos para mostrar su generosidad y, por supuesto, desgravarse los impuestos correspondientes. Esta deducción es uno de los motivos por los que en España se ocultan las acciones sociales, a pesar de ser uno de los países en los que menos rebaja se realiza. «En Norteamérica los donantes se deducen el 100%, en Francia el 66%, pero en España el porcentaje es muy pequeño, sólo del 25%», asegura Chris Carnier, experto en Filantropía. La donación a Cáritas de Amancio Ortega, católico convencido, sigue la misma línea del resto de Europa. «Es lo que se denomina ‘‘Nueva Filantropía'': sus acciones no buscan la caridad sino la inversión social. Además también quieren involucrarse más en sus donaciones».
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