Los Ángeles

Clint Eastwood: «No tengo prisa por conocer el más allá»

Seis décadas trabajando en Hollywood le han convertido en uno de los nombres más prolíficos de la industria cinematográfica. Y, también, en uno de los más importantes. Es probable que Clint Eastwood, aquel actor que protagonizó una exitosa serie de vaqueros que emitía la televisión norteamericana y que saltó, ya muy tarde, con más años encima de los que él desearía, a esos anticipadores y míticos «spaguetti-western» de Sergio Leone, sea en la actualidad el último director clásico

En la edad madura: El director ha añadido últimamente un puñado de grandes títulos a su impresionante filmografía
En la edad madura: El director ha añadido últimamente un puñado de grandes títulos a su impresionante filmografíalarazon

El último realizador que rueda a la antigua usanza, haciendo nobles las lecciones de los viejos maestros, y, también, que sea uno de los últimos duros de verdad. Se reinventó como director cuando la pantalla le brindó el reconocimiento y él se convirtió en uno de los rostros más atractivos de la gran pantalla.

La forja de un director

Eastwood ha ido, poco a poco, forjándose una sólida y admirada filmografía, con títulos como «Bird», «Sin perdón», «Mystic River», «Million Dollar Baby» y «Gran Torino», si nos ceñimos a las más recientes y no remontamos en el tiempo. Ahora llega «Más allá de la vida», la nueva producción de este cineasta octogenario que ha ido evolucionando junto a su cine y que ahora se adentra en el mundo de la fantasía y el drama con este atípico fime para un hombre que siempre creyó que la justicia era una prolongación del Magnum 45. El filme, en el que participa Steven Spielberg como productor ejecutivo, entreteje tres historias: la de un trabajador americano que se comunica con el más allá, y al que da vida un sobrio Matt Damon; la de una presentadora francesa a punto de morir en un tsunami (a quien presta su rostro Cécile de France), y el avatar de dos muchachos ingleses uncidos desde su nacimiento. Los tres se enfrentan a la muerte mientras viven en paralelo unos con otros.

–«Más allá de la vida», ¿supone un cambio de registro en su producción?

-Steven Spielberg me telefoneó un día y me dijo: «Tengo un guión que me gustaría que leyeras». «Me parece bien. Házmelo llegar», le contesté. Él y yo hemos trabajado juntos y nos conocemos bastante bien. Leí el texto inmediatamente, me gustó y le devolví la llamada para decirle que dirigiría la película. En aquel momento él atravesaba una comprometida situación con Paramount, lo que nos provocó algunos problemas de cara a la producción. Así que me puse en contacto con Warner, con quienes mantengo una estupenda relación, les llevé el proyecto y me dieron luz verde inmediatamente.

-¿No hubo que hacer cambios en el guión?

-Pensé que estaba muy bien tal y como me llegó, no necesitaba retoque alguno. Yo no había dirigido una película con efectos especiales en bastante tiempo y me apetecía hacerlo de nuevo. La mayoría de las religiones hablan de la vida después de la muerte y la forma en que se enfrenta esta historia a esa posibilidad me resultó interesante. Quiero subrayar que no considero este filme como un proyecto religioso, sino que tiene un toque espiritual. Cualquiera, crea o no en la existencia de otra vida, puede entender el mensaje de esta historia. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez si existe un más allá y cómo puede ser? Me llamó la atención su línea narrativa, la manera en que el guión tomaba hechos contemporáneos, como el tsunami y los atentados terroristas de Londres de 2007, y los utilizaba en una historia que tocaba la curiosidad general sobre el más allá y su existencia. Me interesó la manera en que convergían esas tres historias y el hecho de que exista el héroe reticente, el que no aprecia el don que tiene.

-¿Cree usted en la vida después de la muerte?

-Todos atravesamos en alguna fase de nuestra vida por un momento en que nos plateamos ciertas preguntas, y yo no soy una excepción. Pero estamos frente a una película, ante una fantasía, no lo olvidemos nunca. Que haya otra vida sería fantástico, pero aún tengo que averiguarlo, deme tiempo. Desde luego, de lo que estoy completamente seguro es de que no tengo ninguna prisa por conocer el más allá.

-¿Ahondó en temas como la muerte y la espiritualidad a la hora de ponerse detrás de la cámara?

-Sí, porque el filme hace que surjan ciertas cuestiones. Yo pongo sobre la mesa temas para que el espectador extraiga sus propias conclusiones a través de su experiencia, pero yo no decido por él, no lo he hecho jamás y no lo iba a hacer en este filme. Son bastantes los casos de personas que han soportado experiencias cercanas a la muerte y lo que cuentan resulta sumamente interesante.Desde el punto de vista técnico me interesaban más las imágenes del tsunami o los efectos especiales con los que íbamos a trabajar.

-¿Cómo trabaja Clint Eastwood con los actores?

-Respeto el proceso de cada uno. Cécile, por ejemplo, se entrevistó con algunos presentadores galos para preparar su personaje. Con Matt ya había trabajado y sabía que investigaría sobre quienes han vivido experiencias similares a las que interpreta en la pantalla. La disciplina la marca cada actor, lo mismo que el método. Yo doy libertad y si veo que algo no marcha me reúno con ellos y se lo explico. Creo firmemente en la investigación, aunque pienso que todos los artistas deben utilizar su instinto para conectar con su alma o con su estómago, depende del lugar donde residan sus emociones.

-¿Es cierto que usted graba los ensayos?

-Así es. Lo hago porque me resulta curioso ver cómo los actores se preparan antes de llegar al set de rodaje para preparar una escena, imagino qué pasará por sus cabezas. Me fascina el momento de verlos por primera vez ante su personaje. Éste es el mejor equipo con el que he trabajado en mi carrera.

-¿Lleva «Más allá de la vida» la marca Eastwood?

-Hay críticos que piensan que existe un tema, como si fuera un nexo o un hilo conductor, que se repite en cada uno de mis trabajos, incluso en una película tan alejada de ésta como «Cartas desde Iwo Jima» se refleja un sentido real por establecer un control. Desconozco si «Más allá de la vida» lleva mi sello, pero tiene un estilo propio, es una película diferente en mi filmografía. Si he acertado o no es el público quien debe decidirlo. Cuando me enfrento a un rodaje trato de ser espontáneo y no estar condicionado por elementos ajenos a mi trabajo.

-¿Rodaría un «remake» de alguna de sus películas?

-Hay directores que lo hacen, quizá con el objeto de revisar sus trabajos o tal vez alentados por la presión de los grandes estudios. No me parece mal, es su opción. Yo cuando acabo una cinta cierro el círculo. «Sin perdón» es, probablemente, el ejemplo de un guión que me cautivó desde el momento en que lo leí. Ahí está, y ahí va a quedar tal y como la hice en 1992.

-¿Le cambió la vida?

-Totalmente. Desde el momento en que leí el guión supe lo que quería hacer en el cine cuando fuera mayor. Guardé el texto en un cajón durante diez años porque sabía que era perfecto para mí. Y esperé a que llegara el momento, sin tener prisa alguna. Durante ese tiempo me llegaron otros proyectos como «Un mundo perfecto», aunque quedaron en el olvido.

-Repite con Matt Damon después de «Invictus». ¿Hay química entre ustedes?

-Siempre me ha gustado como actor. Sabe bien lo que tiene que hacer, entiende su trabajo y, sobre todo, no le importa formar parte de un equipo sin ser el protagonista. Es sensacional y tremendamente natural, tanto que parece que no estuviera actuando. No tiene la menor afectación, algo que no siempre se encuentra entre los grandes. Matt es uno más, y eso me satisface. Ya le he dicho que este equipo ha sido el mejor con el que he trabajado.

-En Hollywood se le considera un hombre conservador. ¿Qué hay de cierto?

-Desde un punto de vista liberal creo en la igualdad de los hombres, cada uno tiene derecho a hacer lo que desee con su vida siempre y cuando no haga daño a nadie. No me veo como un conservador, pero tampoco soy de izquierdas. Con el tiempo he llegado a construir mi propia filosofía. Así que vivo y dejo vivir. De niño aprendí una lección: me molestaba la gente que le decía a los demás lo que debían hacer en la vida. Yo no lo he hecho nunca.


El detalle: la trayectoria de un héroe
Un título abre la trayectoria y otro la remata. Al principio, «Por un puñado de dólares» (1964), con un pistolero sin nombre que haría famoso. Al final, «Gran Torino» (2008), donde Eastwood parece desdecirse del héroe justiciero, el que cree que un disparo es capaz de resolver lo que se pierde en los tribunales. Parece que el director se ha ido humanizando. El rostro del tipo duro se ha craquelado y ahora se muestra más sensible con sus personajes, como demuestra en «Million Dollar Baby». Ha dejado de considerar que la fuerza es el mejor remedio y que la última palabra debe ser de la ley, como destaca «Gran Torino».