Artistas
«Mis perros van conmigo de gira teatral»
Las mascotas de la actriz están acostumbradas a recorrer los escenarios españoles, ya sea en su bolsa especial o junto a ella en el autobús de la compañía
Ahí va», «No sé», «Mi sargento»… no son expresiones dichas al buen tuntún, ni sorpresas, ni duda, ni nada que ver con la vida militar… No en casa de Emma Ozores. Son los nombres de algunos de los perros que ha tenido la familia y ahora tiene ella. Y aún hay más. «El primero fue Taxi, un caniche que le regaló a mi padre Gracita Morales. Y desde entonces nos aficionamos a esta raza». A los que su padre, Antonio Ozores, «se ocupaba convenientemente de "bautizar"con nombres un poco raros, aunque eran muy divertidos, desde luego. Incluso a uno lo llamó Marianito, por mi tío Mariano, claro».
A Emma tener perros le aporta mucho: «Yo creo que cuando te gusta un animal te hace mejor persona. Ellos te dan lo mejor y hacen que salgan de ti los mejores sentimientos: la protección, la ternura, la risa...».
Al volver a casa tras la función del día de la obra «Mírate en el espejo», escrita y dirigida por su padre y que representa cada día en el teatro Arlequín de Madrid, la esperan sus inseparables compañeras «Ahí va», de seis años, caniche, y «Olivia», con siete, chihuahua, «a ésta ya le puse yo el nombre».
Más de una vez ha comentado que le gustaría «aumentar» la familia, «no descarto adoptar otro, pero tendría que ser igualmente pequeño, porque mi casa es pequeña y, además, también se tendría que apuntar a las giras». Pero como de momento no puede, se implica en campañas contra el abandono de animales y es Amiga de Honor de la Fundación Affinity.
En una familia de cómicos como la suya (su madre Elisa Montes, sus tíos Mariano, José Luis, sus tías Emma Penella y Terele Pávez, su prima Adriana Ozores, por mencionar sólo dos generaciones) lo más normal es estar de gira por los teatros de España, por eso Emma Ozores elige siempre tener perros pequeños «porque me los puedo llevar cuando voy de gira» Algo que sus perras viven con mucha naturalidad «si voy en tren o en avión, las llevo en bolsos. Si es en autocar de la compañía, vienen conmigo». La gente las ve y dice «¡Uy, qué buenas son! y lo que pasa es que están acostumbradísimas a ir de viaje, a hoteles y a donde haga falta». También la han esperado en el camerino del teatro, «una vez le pedí a mi padre permiso para sacarlas a saludar al final y, claro, el público se sorprendió bastante. Más de un día una de ellas se ha paseado por el escenario antes de que empezara la función». Incluso la acompañan a los rodajes «y pido permiso para que me esperen en el plató. Como son pequeñitas y muy tranquilas no molestan».
Cuando empezaron a tener perros «ya siempre hubo uno en casa, pero al principio costó un poco. Le dejaba carteles a mi padre por todas partes. Abría la puerta del armario y se encontraba uno "Quiero un perro", o encima de la televisión. Hasta que cedió, cuando yo tenía 15 años». Y siempre ha preferido las hembras «son más tranquilas, más buenas, más cariñosas, y, como yo digo, quería un perrito para dar besos». Pero no se ha decidido nunca a cruzarlas, «vi lo mal que lo pasó la perrita de Tip, y siempre me ha dado miedo».
Sin embargo, sí intentaron la experiencia de la convivencia entre perro y gato, «tuve un siamés, que mi padre le puso Ricardito, pero no funcionó. Había muchas "tensiones", así que el gato se quedaba en mi casa y los perros en la de mi padre».