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Pamplona

J J Benítez: «Después de la muerte llega la gran aventura»

Profesión: periodista y escritor. Nació: en 1946, en Pamplona. Por qué está aquí: por su novela «Caballo de Troya 9. Caná» (Planeta), el último de la serie.

«Los evangelistas no lo contaron todo y no lo contaron bien; yo no llego ni a eso» larazon

–Llega a su noveno Caballo de Troya. Ya tiene toda una cuadra...
–Dos cuadras. Son 27 años con los caballos, a galope tendido. Imagínese cómo tengo el trasero.

–Y sus caballos le han hecho rico, como a un marqués de hipódromo...
–Sí, me han hecho rico, pero sólo tengo un premio: el que me dieron de chaval los maristas en Pamplona por asistencia y puntualidad.

–Titula su libro «Caná». Allí, Jesús convirtió el agua en vino...
–En un buen vino, dulcísimo. Y no era judío.

–Dice: «Nada es como nos lo habían contado». O sea, no creáis a los evangelistas, creedme a mí...
–Yo sólo sugiero. Los evangelistas no lo contaron todo y no lo contaron bien; yo no llego ni a eso. No digo que tenga la verdad. Si lo dijera, estaría equivocado. Nadie en este mundo tiene la verdad.

 –¿Qué tiene entonces?
–Sólo una historia conmovedora. La que he contado. La vida de Jesús.

 –Le van a excomulgar...
–Me he excomulgado yo: ya me borré de la Iglesia, gracias a Dios.

–En el fondo le hubiera gustado ser uno de los evangelistas...
–Sí, por estar allí. Por ver a Jesús y oírle. Jesús es más grande de lo que se ha dicho.

–Dicen que sus libros hacen tambalear los principios. ¿Cree que le creen?
–Eso me dicen los lectores. Y yo intuyo que sí.

–Y usted, ¿se cree lo que escribe?
–Sí, de lo contrario no lo escribiría. Odio a J. J. Benítez, pero soy devoto de algunas de sus ideas: creo en Jesús y en la vida después de la muerte.

–El gran enemigo de la humanidad, dice, es el miedo. ¿Qué teme?
–A las mujeres y a los ordenadores. Temo lo que no entiendo.

–Vive retirado de la vida pública. ¿Vocación tardía de ermitaño?
–Quizá. Veo el mar, estudio, leo, observo y pienso en la muerte. Tengo que prepararme: después de la muerte llega la gran aventura.

–¿Tiene pensado lo que pondrá en su lápida?
–Mi padre hizo poner: «Al fin libre». Yo aún no lo sé...

–Podría poner «No estoy aquí: me fui al Más Allá a caballo».