Buenos Aires
Una multitud ovaciona a la presidenta «morocha» en la Plaza de Mayo
Cristina Fernández celebró hoy su histórico triunfo electoral con un baño de masas en la Plaza de Mayo, donde evocó emocionada a su esposo, el fallecido Néstor Kirchner, rompió el protocolo y se lanzó a bailar "avanti morocha", una suerte de himno cristinista, junto a sus seguidores.
De riguroso luto, arropada por sus hijos, Máximo y Florencia, y por varios de sus más estrechos colaboradores, la presidenta abandonó el céntrico hotel donde se había concentrado el oficialismo para reunirse con sus votantes y celebrar su triunfo arrollador en una plaza cargada de simbolismo para los peronistas.
Fernández logró más del 53 por ciento de los votos, con una ventaja de unos 36 puntos sobre su más directo adversario, el socialista Hermes Binner.
Un triunfo sin precedentes desde el retorno de la democracia el país, tras la dictadura militar, en 1983, que la mandataria atribuyó al trabajo de su esposo, el fallecido expresidente Néstor Kirchner, a quien evocó emocionada durante todo el día.
Los resultados confirman que el "cristinismo"no tiene rival político: su fuerza, el Frente para la Victoria, se impuso en ocho de las nueve provincias que elegían hoy gobernador, incluida la de Buenos Aires, la más importante del país.
Apenas unos minutos después del cierre de los colegios electorales, cuando los primeros sondeos confirmaron la victoria aplastante de Fernández, miles de simpatizantes se lanzaron a las calles.
Una estampa que no se recordaba en Argentina desde 1999, con el triunfo del radical Fernando de la Rúa que, sin embargo, tuvo que dejar el gobierno apenas dos años después en medio de la más grave crisis de la historia argentina reciente.
Esta noche, una marea de banderas argentinas, peronistas y de carteles con las imágenes de Néstor y Cristina inundó la Plaza de Mayo, donde miles de personas, en tono festivo, coreaban el "avanti morocha"y gritaban "soy argentino, soy pingüino"y "Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo", junto a los tradicionales himnos peronistas.
La presidenta quiso hacer un guiño muy especial a sus seguidores jóvenes, cuyo voto ha sido definitivo en esta convocatoria.
Frente a la Casa Rosada, en la misma plaza de la que fueron desalojados por el expresidente Juan Domingo Perón en 1974, Fernández quiso dar las gracias "a esta multitud de jóvenes argentinos que han vuelto a recuperar la Plaza de Mayo", que "ha sido plaza de alegrías pero también de desencuentros y enfrentamientos".
"Quiero celebrar que esta juventud, después de 8 años de gobierno, viene a levantar las banderas con alegría y no con odio, con amor a la patria", proclamó la mandataria, que llamó a la unidad, "dejando de lado vanidades personales y pequeñas diferencias"para preservar los logros conseguidos.
"No me mueve ninguna ambición, ningún otro interés que no sea el interés de la patria. Ya he logrado todo lo que soñaba y lo que soñé también", insistió.
Tras el breve mensaje, el escenario se transformó en una fiesta y Fernández se dejó arrastrar por la alegría de sus colaboradores para cantar y dar unos pasos de baile, por primera vez en público desde la muerte de su esposo, antes de terminar con lágrimas en los ojos en los brazos de su hijo Máximo.
Una celebración muy distinta a la de los seis candidatos presidenciales restantes, que sucumbieron bajo el "huracán Cristina".
Sólo en el búnker del socialista Binner hubo un cierto ambiente de celebración y cientos de jóvenes se animaron a corear himnos partidarios tras confirmarse que quedó en segundo puesto, con un 17 por ciento de los votos, según datos provisionales.
En el resto, más bien ambiente de funeral, especialmente en la Coalición Cívica, donde Elisa Carrió anunciaba su intención de seguir en política pese a haber cosechado el peor resultado de su historia, por debajo incluso de un aspirante testimonial, el izquierdista Jorge Altamira.
También se aferra a la política el expresidente Eduardo Duhalde, en tiempos considerado un poderoso caudillo peronista y hoy arrinconado con apenas el seis 6 por ciento de votos.
Ningún motivo de celebración tenían los radicales de Ricardo Alfonsin, que se quedó en un tercer puesto, con algo más del 11 por ciento de votos, por encima de Alberto Rodríguez Saá, que se acerca al 8 por ciento.
No obstante, con independencia de la voluntad de permanencia de la mayoría de los candidatos perdedores, mañana, con los datos fríos en la mano, los partidos pueden empezar a pedir responsabilidades y más de uno quizá tenga que dar un paso atrás.
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