España
España un «no-país» para la industria cultural
La «piratería» ha conseguido que, para las multinacionales de la música, el cine, el libro y el videojuego, nuestro país esté a la misma altura que otros del tercer mundo. La no aprobación del reglamento de la ley «antipiratería» prolonga esta extrema situación
Después de dos legislaturas en La Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero se despide del Gobierno sin una ley «antipiratería». El parón del pasado viernes a la aprobación del reglamento, que prometía frenar las descargas ilegales en España para proteger la industria cultural, y que contaba con respaldo parlamentario, tendrá graves consecuencias en el futuro. «Si fuera verdad, y remarco el condicional, que no se ha aprobado el reglamento de esta norma para que el próximo gobierno asuma el desgaste de imagen, significaría que las personas que nos dirigen son de una vulgaridad impresionante y que carecen de responsabilidad a la hora de gobernar. No tendrían un mínimo sentido del Estado y retrataría a quienes lo han hecho», comentó Antonio María Ávila, director de la Federación de Gremios de Editores de España. «Para algunos sectores de la cultura, como la música, estamos considerados como un "no país". En la misma categoría que las naciones del Este de Europa», aseguró Antonio Guisasola, presidente de Promusicae.
Imagen muy deteriorada
Las consecuencias de este nuevo retraso son imposibles de calcular. La piratería de productos culturales continuará durante en un futuro a largo plazo. El daño, para Antonio María Ávila, es evidente a varios niveles: la imagen de España, que continúa siendo un santuario para las prácticas ilegales de este cariz, y para futuras inversiones. «Estamos preparados desde hace diez años para el mercado del libro digital, pero resulta imposible arrancarlo. La impunidad de la ‘‘piratería'' está impidiendo su desarrollo. En el área jurídica, ya ha desaparecido el papel, pero no hay manera de arrancar con la literatura y el ensayo. Por eso es lamentable la actitud del Gobierno». De hecho, el mundo del libro pierde alrededor de 400 millones de euros al año. Una cantidad significativa para un sector tan pequeño. «Afecta –continúa Antonio María Ávila– a todas las editoriales. A las grandes y a las pequeñas. Pero, como ha pasado en otros países en estas circunstancias, los pequeños sellos desaparecen, con el consiguiente empobrecimiento cultural». Los efectos de esta falta de una ley contra la «piratería» alcanza niveles internacionales. «Recuerdo que el propio Zapatero nos dijo que en todos los foros a los que acudía le sacaban este tema», cuenta Ávila. Pero se ve que esa lección no la debía conocer José Blanco, portavoz del Gobierno en funciones, que encabezó el viernes pasado la pequeña insumisión que impidió que saliera adelante la ley. De esta manera, Blanco ha permitido que se siga dañando a la industria. «No entiendo que se pueda indultar a un banquero a pesar de la oposición unánime de los jueces y que no salga un decreto contra la piratería», expresa asombrado.
Las consecuencias son peores. Esta decisión aleja a los inversores que podrían decidir apostar por España; malogra las intenciones de posibles emprendedores y, por supuesto, engrosa las filas del paro, que no van nada desnutridas, cuando las empresas, para poder afrontar las pérdidas, prescinden de trabajadores y recortan puestos de trabajo. Pero nada de esto debió pensarse en el último Consejo de Ministros celebrado el pasado viernes. «Nadie se puede explicar que un reglamento que contaba con los informes favorables de la Unión Europea, la fiscalía y el Consejo de Estado no salga adelante. El mensaje que se está dando es que la ‘‘piratería'' es impune», afirma Ávila, que resalta una contradicción reveladora de la situación en la que nos encontramos: «En el caso del ‘‘e-book'', la gente no se atreve a invertir por la ‘‘piratería''. Eso nos quita competitividad. Es asombroso que vendamos más productos digitales en EE UU que en España. Las universidades norteamericanas compran, a través de descargas, más que las nuestras. Y, además, pagan religiosamente.
Sonrojante
Para el sector de la música, el más castigado por la «piratería», la situación es, además de insostenible, sonrojante. En términos económicos, la crisis es lluvia sobre mojado. Este año, las ventas caerán otro 20% y la curva de resultados da vértigo: el conjunto de las empresas discográficas ha recortado un 50% sus plantillas en los últimos cuatro años. «España, con 45 millones de habitantes, es un mercado inferior al holandés, con 16 millones», asegura Antonio Guisasola, presidente de la Asociación de Productores de Música de España (Promusicae). «Yo he presenciado cómo algunos ejecutivos estadounidenses de las compañías llegan a España y nos califican de ‘‘no-país''. Es decir, como las zonas subdesarrolladas del mundo, que son países ‘‘de facto'' pero no existen para el mercado cultural. Y se supone que España es el quinto de Europa, pero no tenemos argumentos para defenderlo», añade. Ésa es la parte sonrojante. «Por culpa de la pasividad política, no es comprensible que esta situación se siga manteniendo. Es como si te advierten de que la mafia está instalada en tu país y a ti te parece bien», comenta Guisasola. Por el momento, las multinacionales no han amenazado con marcharse, «pero esperan ya señales firmes. Podría ocurrir».
La industria cinematográfica no es ajena a esta situación de desamparo y también se encuentra herida de muerte. Según el director de la Academia de Cine, Enrique González Macho, en el primer semestre de 2011 se han perdido 1.700 millones y ha asegurado que «cada día se pierden 10» en un sector cuya tasa de «piratería» se sitúa en el 73,9 por ciento y en la que el valor total de lo descargado ilegalmente supera ya los 1.400 millones de euros.
Esta misma semana tomó posesión como académico de la RAE José Luis Gómez, actor y director teatral. Al ingresar, dijo que la cultura no es sólo PIB. «Y tiene razón. Es imagen de país, marca de país, de lo que los partidos hablan en sus programas electorales, pero cuando hay oportunidad de defender la imagen de España y su cultura no se hace nada». La indignación con las falsas acusaciones de contaminación en la agricultura española o la alta consideración a los triunfos de los deportistas no existe para el ámbito cultural. «En España hay bandas de rock y de pop muy buenas porque ha habido compañías que han invertido en ellas, pero eso puede acabarse y dentro de no mucho tiempo. No hay que buscar muy lejos, Portugal no las tiene y es un país donde el gusto está colonizado por la música anglosajona», advierte. Otro entuerto para el nuevo gobierno.
No antes del verano de 2012
Tras la decisión del pasado viernes hay que volver a sacar el calendario, «teniendo en cuenta que el nuevo gobierno tendrá otras prioridades muy importantes de las que ocuparse, y aunque se pongan con la ley de inmediato... la primera sentencia en este país contra una página de descargas no llegará antes del verano de 2012», se lamenta Antonio Guisasola. «Más tiempo perdido». En todo caso, es previsible que el nuevo ejecutivo quiera retocar el reglamento, lo que abriría de nuevo el plazo de debate y aportaciones parlamentarias, y que podría posponer aún más la aprobación del primer reglamento «antipiratería» en España. «Mientras, los índices de descargas no dejan de subir», reconoce Guisasola.
Trueba y «la cobardía del perdedor»
Andaba el sábado recibiendo parabienes y felicitaciones tras el triunfo en los Premios de Cine Europeo de «Chico & Rita» como mejor cinta de animación. Sin embargo, lejos de los focos y del aplauso, se lamentaba delante de la Prensa de la no aprobación del reglamento de la ley «antipiratería», rechazada en el Consejo de Ministros del pasado viernes. Como ayer hiciera en estas páginas su hermano David («El PSOE está hundido y lo último que quiere es ganarse enemistades», aseguraba el también director sobre la no aprobación), el director de «Belle Epoque» definió el segundo frenazo del reglamento como «una vergüenza y una cobardía impresentable», y llegó incluso a preguntarse en voz alta: «¿Será una venganza contra los que han ganado las elecciones? No sé si es un gesto inelegante de mal perdedor o simplemente una cobardía, no sé lo que es», declaraba.