Cataluña
La crisis de los 30
La novela vuelve sus ojos a los desequilibrios y angustias de una generación que no sabe cómo dejar de ser joven
barcelona- Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), existen ocho millones de treintañeros en España. Eso quiere decir que una de cada seis personas en nuestro país tienen una de esas edades indeterminadas, difíciles, que ya no encajan del todo en los tótems y tabús de los jóvenes de 20, ni tampoco en la madurez y resignación de los 40. Los 30, por tanto, son como una superadolescencia. Muchos hablan del síndrome de Peter Pan, que es real, pero no es tanto no querer madurar, sino sufrir esta violenta segunda adolescencia cuya metamorfosis será ya definitiva.
Los desequilibrios y angustias de esta generación son últimamente un imán para los escritores, cuyo amor por los personajes perdidos y problemáticos la conoce todo el mundo. El drama, hay que perseguir el drama donde lo haya, y en los treintañeros lo hay, algo ridículo y exagerado, pero eso está bien, es un material genial para una novela.
El guionista Enric Pardo debuta en la novela con «Todas las chicas besan con los ojos cerrados» (Mondadori) , una divertida crónica por la Barcelona moderna de la mano de Álex, un montador audiovisual de treinta y pocos años que no sabe qué quiere, no tiene la menor idea, pero intentará averiguarlo. «Es un hombre confundido, que no sabe el gran problema que tiene. Sufre esa dislexia emocional que sólo le hace querer fantasías y leyendas de cuento y las cosas reales que le pasan por la cara le pasan por alto», señala Pardo, que ha escrito una de esas comedias románticas llenas de aventuras cotidianas que te hacen querer matar al protagonista y acunarlo al mismo tiempo.
Otra de las recientes crónicas de los 30 la firma el músico y escritor Jimmy Barnatan que en «New York Blues» (Esfera de los libros) narra las peripecias de Berko, un guionista que viaja a la ciudad de los rascacielos a investigar la vida de un célebre músico y se tropezará con toda una serie de personajes que le harán replantearse todo su mundo. «Si existe algo así como la crisis de los 30, él desde luego la tiene. Es un chico al que todo le pasa demasiado rápido, más de lo que le gustaría y no encuentra el momento para parar», afirma Barnatan.
Desde una posición más trágica y existencial, y en una crisis que podría extrapolarse a todo el mundo, la de la soledad, Joaquín Pérez Azaústre presenta «Los nadadores» (Anagrama), una novela en la que un fotógrafo de 35 años ve cómo poco a poco desaparece toda la gente que conoce y así hasta que ya no quede nadie salvo él y su miseria. «Planteo el enigma de vivir. Puede leerse como una novela generacional, pero va más allá y en sus ecos cabe en realidad todo el mundo. Hablo de una soledad urbana, que no es voluntaria, sino impuesta por nuestra forma de vivir», asegura Pérez Azaústre, que a sus 36 años siente cierto alivio de que ya no tiene edad para entrar en los premios para jóvenes escritores. Todos acaban a los 35.
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