Balón de Oro

«El sobrao» por Julián Redondo

La Razón
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F ue sencilla cuando era hija de Tony Curtis y Janet Leigh, y como Jamie Lee Curtis en «Un pez llamado Wanda». Mi debilidad. A su biografía de actriz y escritora de cuentos añade ahora la faceta de espía. Helen, mi musa, y su marido Harry (Arnold Schwarzenegger) no alardean, no son arrogantes, no obedecen al estereotipo de matrimonio yanki, multimillonario y pedante. Son tan normales que cuando detectan comportamientos presuntuosos, altaneros, desdeñosos o petulantes los denuncian. Vieron en televisión el «enfrentamiento» de Cristiano Ronaldo con Enrique Cerezo en la fiesta del «As». Les costaba creer que el portugués recordara en una cena de gala al presidente del Atlético la entrada de Perea, casi tan fea como la suya a Ujfalusi. Les sorprendió la mirada del futbolista, «perdonando la vida al presidente». No llevan mucho tiempo en Madrid, pero como saben moverse en todos los ambientes no les costó averiguar algo más de Cristiano durante la cena del Palace. Lo cuenta Helen, que es madridista, y se enciende: «Habló con la presidenta Esperanza Aguirre apoyado en una columna, como si fuera uno de los peculiares amigos que le acompañaron; uno de ellos, en chandal. Como decís los españoles, va de ‘‘sobrao''. No me imagino a un jugador del Atlético mirando así a Florentino Pérez». Ni yo. Alguien que compartió mesa y mantel con ellos restó trascendencia al «conflicto». «Cerezo y Ronaldo terminaron hablando de fútbol como dos amigos». La conversación, en todo caso, duró el primer plato. «CR» voló en el segundo.