Barcelona
Barcelona necesita un revulsivo
«Barcelona ha perdido aquella pizca de entusiasmo que tuvo la ciudad de la que todos estábamos enamorados». Es una de las reflexiones que hizo Montserrat Tura cuando el jueves anunció su decisión de medirse con Jordi Hereu porque quiere ser la nueva alcaldesa de la ciudad si supera el próximo 19 de febrero las primarias y puede presentarse a las municipales del 22 de mayo, las más complicadas para el PSC.
Tura no vive en Barcelona –y tampoco tiene la intención de hacerlo si llega a alcaldesa porque no quiere abandonar Mollet del Vallès–, pero pisa la ciudad día a día y su reflexión no ha extrañado. De hecho, está muy generalizada entre la ciudadanía.
Falta un revulsivo que esté a la altura de la historia de la ciudad que ha organizado dos Exposiciones Universales y unos Juegos Olímpicos ejemplares. Porque la Barcelona de 2011 aún disfruta del legado olímpico. Ayer, miles de ciudadanos hacían horas de paciente cola ante el Museo Olímpico para entrar a fotografiarse con la réplica de la Copa del Mundo de Fútbol que ganó la selección nacional el pasado julio; las piscinas Picornell estaban a rebosar de nadadores aficionados; y el Palau Sant Jordi acogía la prueba de saltos del Campeonato del Mundo de Snowboard.
Un alcalde, una obra
Ahora bien, ¿cuál es ese revulsivo? No es fácil superar la eficiencia transformadora de finales de los ochenta y principios de los noventa. La crisis se ha convertido en la primera preocupación de los barceloneses, según la última encuesta municipal, y la tijera se deja notar en todas las inversiones. Pero en Barcelona se ha aplicado mucho aquello que deja patente el recién escogido alcalde de la serie televisiva de culto «The Wire», Thomas Carcetti, cuando afirma que todo edil necesita una gran obra. La historia de la ciudad lo demuestra.
Joan Clos, como sucesor de Maragall en la alcaldía, quería dejar un legado a la altura de los Juegos de 1992. Apostó por el Fórum de las Culturas, pero el evento no cuajó. Transformó una parte de la ciudad que, tras mucho esfuerzo, empieza a tener contenido. Pero supuso una inversión hoy en entredicho y, sobre todo, el Fórum como evento está a años luz de estar a la altura de las Olimpiadas. Tanto es así que Quebec ha renunciado a la organización de esta cita que une diálogo, medioambiente, política y cultura en el año 2016 porque su alcalde considera que la ciudad tiene hoy por hoy la prioridad de salir de la crisis.
Cuando Hereu accedió a la alcaldía en 2006 porque Clos fue llamado por Zapatero para ocupar el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, tampoco quería renunciar a dejar su huella. El aparato le arropó como candidato en 2007, pero con el resultado electoral empezaron los problemas. Gobernar en minoría no ayuda, y los recortes de la crisis, menos en una ciudad que espera un revulsivo. Uno de los primeros problemas con los que se topó Hereu fue la estación de La Sagrera –y la consecuente reforma de todo un barrio–, que se ha tenido que readaptar a los tiempos que corren. Mientras tanto, el alcalde apostó por una iniciativa muy delicada: reformar la Diagonal.
Todos los alcaldables consideran que hay que intervenir de alguna manera la avenida más simbólica de Barcelona, pero realizar una consulta ciudadana para ver cuál era la opción más adecuada mostró falta de decisión del equipo municipal. Además, en pleno auge de Ipads y demás tablets, fallaron los programas informáticos y el alcalde no pudo votar en una consulta que ha costado a la ciudad más de 3 millones de euros.
La prioridad de la oposición
La imágenes de prostitución ante las puertas del emblemático mercado de La Boquería y la trama de corrupción de Ciutat Vella tampoco han ayudado a Hereu, al que la oposición ataca sin cesar. Después de 30 años de gobierno socialista, suenan aires de cambio en el lado sur de la plaza Sant Jaume y ni PP ni CiU pierden la oportunidad para minar al equipo municipal. Además, tienen claro cuál es la medicina que la ciudad necesita.
«Barcelona tiene que dar un giro en defensa de la ley. Luchar sin complejos contra la delincuencia y la inmigración ilegal y apoyar a los emprendedores con la colaboración de la iniciativa privada. Barcelona debe ser un referente de lo mejor», decía la pasada semana el presidente del grupo municipal del PP, Alberto Fernández, a LA RAZÓN. El PP tiene claro que es el momento de afrontar la crisis, la inseguridad y el incivismo, los «problemas» que marca el barómetro municipal para recuperar el brío.
El discurso del candidato de CiU, Xavier Trias, también incide en que la prioridad de la Ciudad Condal pasa por dar la vuelta a la situación económica y así se recuperará el orgullo. Y el PSC debe tomar nota de ambos mensajes porque una encuesta interna del partido conocida esta semana les deja como tercera fuerza en votos en las elecciones del próximo mayo.
No obstante, en el encuentro de la federación del PSC de Barcelona organizado ayer en el CCCB, los socialistas pusieron el acento en que «la creatividad salvará a Europa y la capital de la creatividad es Barcelona», apuntó Hereu. Ha sido una constante para todos los alcaldes de Barcelona estos 30 años entender la ciudad como una máquina de generar nuevas ideas, pero ¿es suficiente para conseguir el revulsivo que piden los barceloneses?
El PP ve una lucha cainita
El presidente del grupo municipal del PP considera que el proceso de primarias del PSC en Barcelona es sólo «un duelo entre sus candidatos por el poder y no para defender un proyecto alternativo de ciudad». Alberto Fernández añadió que son «más primitivas que primarias las elecciones del PSC para determinar a su candidato por cainitas». El candidato popular recordó que la tasa de paro en la Ciudad Condal es del 24 por ciento, por lo que la prioridad debe ser luchar contra el paro e implementar las políticas sociales.
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