Yemen
La primavera de las mujeres
El Nobel de la Paz premia a tres activistas que han luchado por la democracia en Liberia y Yemen
MADRID- Tres mujeres comparten desde ayer el Premio Nobel de la Paz 2011. Los motivos del Comité Noruego son claros y válidos para el trío de activistas: «Por su lucha no violenta, por la seguridad de las mujeres y su derecho a participar plenamente en la construcción de la paz». Ellen Johnson-Sirleaf, presidenta de Liberia, Leyma Gbowee, activista pro derechos humanos liberiana, y la yemení Tawaluk Karman se dividen «a partes iguales» el prestigioso galardón que va acompañado de 1,5 millones de dólares (1,1 de euros). «No podemos alcanzar la democracia y la paz duradera en el mundo si la mujer no obtiene las mismas oportunidades que los hombres para influir en el desarrollo de todos los niveles de la sociedad», recuerdan desde Oslo.
La cara más conocida es Johnson-Sirleaf, quien ya estuvo en el punto de mira al conseguir ser la primera jefe de Estado en el continente africano en 2006. Con casi 73 años, la presidenta liberiana dedicó ayer el premio a su país, en plena campaña electoral, e indicó que era un reconocimiento a «los muchos años de esfuerzo por la justicia, la paz, la promoción y el desarrollo» desde la cruel guerra civil que duró 14 años y en la que murieron más de 250 mil personas. No obstante, el fallo de Sirleaf generó ayer cierta polémica porque las elecciones se celebran el próximo martes.
Pero Liberia también celebró ayer el galardón de Gbowee, una liberiana que ha limado asperezas entre las etnias y religiones del país para terminar con la guerra y asegurar la participación de las mujeres en las elecciones. Famosa por organizar una huelga de sexo que logró que los hombres depusieran las armas ayer, Gbowee, de 39 años, decía estar «abrumada» por el premio. Tras bajarse del avión en un vuelo San Francisco-Nueva York –donde se encuentra promocionando su libro de memorias– encendió el móvil y se enteró de la feliz noticia. «Con o sin el Nobel, seguiré haciéndolo porque soy un símbolo de esperanza en mi comunidad en el continente, en un lugar donde hay pocas cosas por las que tener esperanza», dijo a Reuters.
La tercera parte del premio fue a parar a Saná, la capital de Yemen, donde Karman lleva años participando y encabezando protestas contra el régimen del presidente Saleh. La llamada «madre de la revolución yemení», de 32 años, ya había creado la organización Mujeres Periodistas sin Cadenas y acudido a las cárceles para pedir la liberación de los presos de conciencia, antes de que la revuelta en Túnez la motivara en enero a iniciar su propia revolución. «Cuando la liberaron de la cárcel, la llamé y me dijo: ‘‘Voy a organizar la revolución yemení''. Le contesté: ‘‘Buena suerte''. Estaba escéptica y ahora mira, ya llevan más de ocho meses de protestas», cuenta Letta Tayler, activista de Human Rights Watch (HRW) a LA RAZÓN, quien ha trabajado directamente con ella en Yemen. Karman, muy contenta, le reconoció a AP que el premio era para «la juventud revolucionaria de Yemen y el pueblo yemení».
En Amnistía Internacional (AI) celebraron ayer el galardón porque reconoce «la labor de todas las activistas y va a dar visibilidad a la lucha de las mujeres y además a la importancia de acabar con la desigualdad y la discriminación», analizó Eva Suárez, directora adjunta de AI, quien espera ver «a las mujeres, que han estado en primera línea en las revueltas árabes, también participando en los procesos de transición».
Otro fallo con polémica
Una vez más, el premio Nobel de la Paz se ve salpicado por la polémica ya que el galardón ha sido concedido sólo unos días antes de que se celebren las elecciones presidenciales en Liberia, donde opta por la reelección la premiada Johnson-Sirleaf. Si bien el Gobierno asegura que el premio no tendrá «ningún impacto», varias han sido las voces que han criticadola influencia que tendrá en las urnas.
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