Música
Rock al hispánico modo
En los años trepidantes del rock and roll, hubo multitud de roqueros pero sólo un rey, Elvis Presley, y Cliff Richard, su profeta en Europa. Ambos marcaron la estética roquera, guitarra eléctrica a la altura de la pelvis y poses desafiantes, desdeñosas, rebeldes, que marcaron la ruptura de la juventud española de los años 50 con los «crooners» melódicos estilo José Guardiola. Los Milos, grabaron en 1960 «Baila el rock conmigo». Se vendieron 200 ejemplares y fue un éxito sólo superado por los mil que vendió «Pitágoras», en la que su teorema establecía las relaciones triangulares entre el amor, el rock y el guateque: «El ritmo de una pareja que baila con fantasía anima el ambiente a la hipotenusa. Pitágoras, enséñame el sistema y el nuevo teorema para bailar bien el rock.» Eso animó a su cantante, Vicente Baldoví, a irse a París con Johnny Hallyday, de donde volvió transformado en Bruno Lomas, el rocker más genuino que ha dado la música pop española. Sin desdeñar a Los Estudiantes, que grabaron «Ready Teddy» en 1959, ni a Mike Ríos, que llegó a Madrid en 1960 dispuesto a convertirse en «El rey del twist» y triunfó con «Popotitos no es un primor pero baila que da pavor, a mi Popotitos yo le di mi amor», en 1962.
Chico Valento fue el primer rocker que grabó «El rock de la cárcel», pero fue el Dúo Dinámico quien representó el modelo de roqueros sin malicia como los Kroner's Dúo, de donde surgió Tony & Charley, que cantaban «A las chicas españolas, nunca las podré olvidar, por graciosas, por chiquitas y por todo lo demás», sin inmutarse, y su separación alumbró dos prodigios: Tony Ronald, el de «Help, ayúdame, en tu amistad he puesto todo mi ser», y Johnny & Charley, los creadores de la canción del político indeciso: la «Yenka».
El Dúo Juvent's fue quien mejor definió al rebelde del rock: «Se retuerce como un loco y es preso de un colapso, enviado del infierno, seguidores del progreso, es mejor que Tommy Steel, y le gusta hablar así: ¡Yo soy un rocker!».
Ese fue el problema del roquerío hispano, que duró menos que un amor de verano. Durante dos años, el rocanrol vivió con intensidad juvenil su efímera vida en actuaciones de radio y colegios mayores. La llegada del twist lo eclipsó, convirtiendo a los rocanroleros que se tiraban al suelo y se desgañitaban airados, en amables cantantes de twist y madison.
El twist fue arrasador. Era un baile guatequil, no un estilo de vida. Los Rocking Boys triunfaron en los guateque con el «Twist sensacional» y Los Pekenikes con el Hully Gully y el Locomotion, que decía así: «Juntamos el dinero para la reunión, buscamos chicas guapas y un poco de ron, tocaron locomotion y ya puedes ver las ruinas que quedaron de la fiesta de ayer». Los roqueros lograron que sonara a gloria el rock en español y protagonizaron la era dorada del pop en los años 60 con Los Brincos y Los Bravos. Las maravillosas portadas de sus discos son testigos de su fulgor.