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Fiorella Faltoyano: «España debe aún superar el cainismo»
La actriz protagoniza «Asignatura pendiente», de José Luis Garci, que regala el próximo viernes LA RAZÓN
Los que un día fueran novios en el instituto se vuelven a encontrar, ya casados y con hijos, e inician una relación amorosa furtiva con la intención inicial de aprobar la asignatura que dejaron pendiente para la primavera de la libertad, que parece haber llegado: Franco ha muerto y entre el desasosiego y la esperanza arranca lo que luego se llamaría la Transición. José Luis Garci nos dice en «Asignatura pendiente», la película que este periódico regala el próximo viernes, que tratar de recuperar el pasado para incrustarlo en el presente es casi siempre una aventura fallida, y nos ofrece como decorado la situación político-social del año 77, en el que los demócratas venían a decir lo mismo a los nostálgicos de la dictadura. Fiorella Faltoyano era la protagonista de la historia junto a Pepe Sacristán.
-Era un proyecto que nadie quería producir –recuerda Fiorella– y luego una película que nadie quería estrenar. Al final fue José Luis Tafur, mi marido entonces, quien produjo la película, y el montador y coguionista, González-Sinde, Garci y yo pusimos nuestros respectivos sueldos en la producción. Fui a ver a José María Reyzábal para pedirle que la estrenara en alguno de sus cines. Aceptó e hizo un buen negocio: la película estuvo un año en cartel en dos salas de Madrid.
-Fue su primer desnudo...
-Sí, y fue atípico en el sentido de que no era el de la clásica estrella, estupenda mujer, que lo hace para llevar gente al cine, sino más bien el desnudo de la vecina de al lado y en un contexto diferente.
-Los amantes alquilan un apartamento para verse, convierten la aventura en un matrimonio paralelo, y ahí se ve que todo va a acabar mal...
-Así es. Para ella, Elena, es una aventura terrible, porque es muy de derechas, y además esperaba algo más que una aventura: el amor de su vida. Esperaba un gran cambio y éste no llega. La aventura se convierte en rutina.
(«La película funcionó muy bien porque era como la vida misma. La aventura dejó de ser excitante, como sucede en la vida real. Es sabido que la monotonía acaba con la pasión; luego queda la complicidad, los miedos, los afectos...y la hipoteca, que une mucho». Tiene Fiorella la belleza sosegada de siempre, la mirada húmeda y el pelo castaño con leves mechas rubias. Va de vaqueros y camisa, le gusta sentirse cómoda y parece una mujer cómoda, pero no conviene olvidar que es actriz. «La película cuenta una aventura que no salió bien –me dice–; a mí unas aventuras me salieron bien y otras mal, pero si no te dejas llevar por la aventura, ¿qué haces en esta vida?»).
-¿Qué balance merece su aventura con los hombres?
-En general, positivo. Estuve casada veintitantos años con Tafur y ahora tengo una relación. En medio, hubo cosas.
-En un momento de la película, Sacristán dice algo así como «nosotros, los de antes, ya no somos los mismos de antes». El poeta José Emilio Pacheco dice algo así como «ya somos todo lo que odiábamos hace veinte años»...
-Yo estoy a punto de decirlo. Es normal. Le llamamos evolución. Los años te cambian. Nos acomodamos y traicionamos algunas cosas.
-Luego hizo dos películas más con Garci, como si fuera su musa.
-No me gusta nada eso de musa y creo que a él tampoco. Simplemente, le serví para lo que pretendía.
-¿Hacer varias películas con un mismo director aleja a otros directores?
-Creo que sí. He trabajado con varios buenos, pero son muy celosos. A todos les gusta descubrirte, y no que te descubran otros. Les encanta decir eso de «nunca estuviste mejor que cuando yo te dirigí en...».
(Cuando empezó a tener luces, ya era el tardofranquismo; fue crítica con el régimen, claro está, pero no una progre idealista, «no fui ni soy una actriz politizada». Se ve estupendamente en el espejo, «todavía me reconozco; hay días que incluso me veo guapa; ahora valoro más lo que queda en pie: la salud, las buenas piernas y la alegría; pero envejecer es muy duro, sobre todo porque ves que se acaba el tiempo y las capacidades desminuyen; es mucho más duro que descubrirse una arruga». No ha logrado dejar el tabaco, pero no es de las que sale a la puerta de los bares a fumar: se siente ridícula. Espera la llegada de las terrazas para salir a cenar o comer fuera).
-¿Qué asignatura tenemos pendiente en este país?
-Acabar con el cainismo, la superación de las dos Españas de rojos y azules, poder decir me gusta este actor o este escritor sin tener en cuenta su ideología, reconocer el talento al margen de las etiquetas.
-Y ahora, «Amar en tiempos revueltos». Es la mala. Me imagino que le dirán cosas por la calle.
-Sí, claro, me dicen mucho «¡pero qué mala es usted!». Estoy muy contenta porque es un buen papel en una buena serie. Yo me veo como Aurora Redondo: dando la lata en platós y escenarios hasta los 90.
(El otro día, rodando un plano de la serie, el cámara le dijo: «Estás mejor que cuando hiciste "Asignatura pendiente", palabra». Fiorella me dice que no se lo cree, pero «estas cosas levantan mucho la moral»).
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