Estreno
Chilindrina el fin de la inocencia
Es muy duro constatar que la naturaleza humana lo echa todo a perder. Incluso los paraísos de la infancia. Adulterio, evasión de impuestos, celos, contratos leoninos, acusaciones... No, esto no es «Melrose Place», vamos a hablar de «El Chavo del Ocho». Una serie que era todo candidez, pecas falsas, algodón dentro de la boca para fingir mofletes de chiquillo, frases del tipo «¡fue sin querer queriendo!». En sus mejores momentos, a mediados de los setenta, 350 millones de personas en Hispanoamérica veían la serie por Televisa. Y se tronchaban de risa. A España llegó bastante más tarde y también un par de generaciones comprendían los chistes y las risas enlatadas. Pero antes ocurrió lo inevitable: la serie murió de éxito. Carlos Villagrán, «Quico», y Roberto Gómez Bolaños, «El Chavo», los personajes principales, se enfrentaron públicamente por los derechos de los personajes. Ambos acusaban al otro de ser millonario, de evadir impuestos, de agredir a su pareja. Ahí van ya tres pecados capitales. El segundo cayó enfermo y el primero dijo: «ya estás pagando, tu salud por dinero». Más tensión dramática; tiempo después, Villagrán admitió haber sido amante de Doña Florinda (Florinda Meza), esposa en la realidad de Gómez Bolaños. Si esto no es digno de Shakespeare...
Pero en toda tragedia clásica hay un perdedor. O perdedora en este caso. Es la pobre Chilindrina, que se manifestaba así cuando, 40 años después, su única ilusión era volver a pintarse las pecas en un reencuentro de la serie. «Dejé mi trabajo para estar ahí, y ya tenía mi vestido y mi acompañante. Me dijeron que si pensaba ir, que consiga unos pasajes y que reclame mis invitaciones. Fue una manera sutil de decirme que no vaya», afirmó. María Antonieta de las Nieves echó más leña al fuego en defensa de Carlos Villagrán, «Quico». «Los productores le dijeron: ‘‘Vamos a darte un lugar especial para que te ovacionen'', y lo tuvieron detenido en un lugar para que no saliera. Eso fue la cosa más ruin y una falta de respeto. Si no fuera por Quico, el programa no hubiera sido lo mismo». Y eso que el año anterior, éste había dicho de ella que «olía a azufre». Ella contestó: «Que vaya al otorrino». Sabemos que fue sin querer queriendo.
Su álter ego patrio
Leticia Savater
Durante un tiempo –digamos un mes– fue considerada la amiga de los niños, la sucesora de Espinete. Pronto alguien en TVE se dio cuenta de que, en realidad, Leticia era la pesadilla adulta. Y menos mal, porque sus apariciones anfetamínicas y sobreactuadas dejaban a «El Chavo del Ocho» por un puñado de artistas suecos.
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