Barcelona

Los Hermanos Musulmanes salen a la luz

Viven en España, pero forman parte del partido islámico que ha ganado las elecciones en Egipto. Sobre ellos pesa el estigma de ser un movimiento fundamentalista 

Los Hermanos Musulmanes salen a la luz
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 na gafas de sol negras ocultan unos ojos más oscuros aun. Mira fijamente. El rostro es serio, casi severo, y la barba hace juego con las gafas y los ojos. Es Ahmed Hussein, de 55 años, miembro de los Hermanos Musulmanes, el partido islámico que hace dos semanas aupó al poder a Mohamed Morsi, el primer presidente egipcio elegido democráticamente. «Es nuestra esperanza, el símbolo del cambio», declara Hussein, que preside la comunidad islámica de Alcalá de Henares, con 2.000 miembros. Con una voz pausada, cuenta su llegada a España en los años 80, «cuando todavía no había racismo», afirma. «El atentado de las Torres Gemelas cambió la imagen del Islam en el mundo», añade.

Tras pasar una temporada en Barcelona, se trasladó a Madrid, conoció a su esposa, de nacionalidad chilena, y tuvo dos hijos españoles, Omar y Sara, que ya ha cumplido 22 años. Se dedica a la importación de productos árabes además de dirigir el centro árabe de Alcalá, donde se imparten clases de árabe y religión, entre otras actividades. Sobre Morsi, Hussein lo tiene claro: «No tiene mucho carisma pero el carisma es engañoso, puede ocultar otras cosas. Es mejor un buen corazón, y eso sí lo tiene», cuenta con tranquilidad.

El gobierno anterior trató muy mal, según Hussein, a los Hermanos Musulmanes. Hubo atentados, venganzas, injusticias y persecuciones. Sobre la «mala fama» del movimiento como fanáticos o radicales islamistas, niega con la cabeza. «El Islam no obliga a ser musulmán», apunta. «Nosotros creemos que hay que reconocer a Dios. Sabemos que hay un Creador al que obedecer y respetar», pero, puntualiza, «sabemos convivir con otras personas y religiones». Sobre miembros del partido de ideas más radicales, se encoge de hombros. «Hay de todo», asegura, «como en todas partes». Y cuenta, intercalando datos, cómo Alcalá de Henares fue, al igual que Toledo, un centro de convivencia de las tres culturas que marcaron –y marcan– nuestro país: la judía, la árabe y la cristiana.

«Yo aconsejo, no obligo»
Por eso, insiste en borrar el estigma de fanatismo religioso para los seguidores del Islam. «Aunque toda mi familia en Egipto lleva velo, mi hija no», explica por ejemplo. «Yo solo aconsejo, no obligo». Trae un folleto del centro musulmán de Alcalá. Muestra con orgullo la escuela de 80 niños sonrientes: «Funciona muy bien, los llevamos a museos y les enseñamos árabe y religión». Aunque resulte demasiado básico para los musulmanes, el presidente de la comunidad detalla los mandamientos del Corán para los no iniciados: «Son cinco obligaciones: atestiguar que Dios es único y Mohammed su mensajero, hacer la oración (salah) cinco veces al día, la peregrinación a La Meca una vez en la vida, pagar el 2,5 por ciento de la riqueza a los pobres (zakah) y el Ayuno por Ramadán». Con la voz grave y muy seguro de sus palabras, lo resume así: «Vivir con la presencia de Dios».

Este año Ramadán comienza el 20 de julio. «Va a ser horrible con este calor», teme Ahmed. Pero se trata de eso: «Es cuestión de obediencia a Dios. Con el sufrimiento, sin beber ni comer, mostramos que somos capaces de seguir sus mandatos a pesar de lo que nos apetezca». La religión, para los Hermanos Musulmanes como Ahmed, consiste en «justo lo contrario a hacer lo que te da la gana. Significa autoexigencia, disciplina. Pero también respeto, comprensión. Yo no puedo prohibir a las mujeres de aquí a vestir minifalda o ropa así, pero sí puedo no mirar», sostiene.

Fundamentalistas religiosos
Los Hermanos Musulmanes nacieron como movimiento fundamentalista a mediados del siglo XX pero no disfrutó de una vertiente política hasta hace pocos años. Se trataba de una organización ultrareligiosa, con Dios como origen y fin de toda la Ley. A veces en la sombra, y otras desde la lucha política, fue cobrando peso hasta copar puestos de gobierno en países como Siria, Jordania o Sudán, además de convertirse en referente de Hamás en Palestina.

También suavizó sus posturas para acercarse al pueblo y adaptarse, en lo posible, a los tiempos actuales. Con la caída de Hosni Mubarak en febrero de 2011 por la revolución árabe, con la plaza de Tahrir como símbolo, Egipto ha estado gobernada por los designios de una cuestionable Junta Militar, que no era sino los mismos ministros del régimen anterior, el de Mubarak, caracterizado durante 30 años por abusos, opacidad y corrupción en cualquier aspecto posible.

Finalmente fue condenado a cadena perpetua tras la cruel represión de las protestas durante la conocida como Primavera árabe, en la que murieron más de 800 personas. La victoria de Mohamed Mosri es, para sus seguidores, un símbolo de esperanza, pero también despierta todas las dudas en un país cuya posición es estratégica en el conflictivo mapa de Oriente Próximo Hoy será investido presidente.

Otros hermanos no se muestran tan comprensivos como Hussein, sobre todo en temas como la frontera con Israel (Morsi ha prometido respetar los acuerdos de Camp Davis) y la convivencia con los coptos (cristianos egipcios).Un miembro, que prefiere mantenerse anónimo, se queja critica muy duramente esta posición.

O espada o cuchillo
Y también hay que contar con todos aquellos egipcios residentes en España, como Ahmad Ibrahim, de 42 años, que no militan en los Hermanos Musulmanes, pero los votaron para derrocar a Mubarak «como fuera». Durante la Primavera Árabe, este empleado municipal del Ayuntamiento de Alcorcón, con 40 años ya en España, se encerró en su coche frente a la Embajada de Egipto de Madrid. «Aquí estuve como protesta», cuenta frente al centro oficial, en la calle Velázquez. «Era como elegir entre un cuchillo y una espada. Votamos por el cuchillo», explica refiriéndose a la votación entre Mosri y los militares que se presentaban por otro partido.

Ahmad se casó con una mujer española, «pero ella no quería niños» y la relación no acabó bien. Ahmad volvió a Egipto. «Me casé como antiguamente, recomendado por la familia. La ceremonia fue allí». Sostiene que los Hermanos Musulmanes tienen muchísimo poder. «Todos los gobiernos anteriores los usaban como carta de juego», admite. Pero aseguró que Morsi ha visto la otra cara el pueblo, «las exigencias de los jóvenes y confiamos en este nuevo gobierno». Sobre los temas más candentes, como la relación con el pueblo judío (Egipto hace de mediador entre los páises árabes e Israel), Ahmad critica que su pueblo porque «se ha bajado los pantalones muchas veces. Los americanos mandan en Egipto y no estoy de acuerdo».

Ahmad llega a la entrevista con una bandera de España. Hay partido de fútbol de la Eurocopa. Se declara muy futbolero y se muestra occidentalizado en sus costumbres, aunque su mujer lleva velo («porque quiere ella», asegura) y hace las cinco oraciones al día».

Morsi: «El islam es la solución»
13,2 millones de votos recibió Mohamed Morsi, el candidato de los Hermanos Musulmanes, que ganó las elecciones en Egipto. Consiguió el 51,7% de los votos y su victoria ha creado, como poco, expectación en todo el mundo. No se sabe cómo va a actuar un mandatario que ya ha asegurado que «el Islam es la solución». Además de calmar al resto del mundo Morsi tiene que conseguir calmar a su país. «Es importante lograr un consenso e incluir a todas las fuerzas políticas en el futuro Ejecutivo para poder ejercer una mayor presión contra la Junta Militar», aseguró al poco de conocer su victoria.
Egipto vivió la Primavera Árabe con el derrocamiento de Mubarak y ahora no se sabe qué futuro va a tener un país dividido y en el que por primera vez alcanza el poder de manera democrática un hombre que se declara islamista y que ha asegurado que quiere fortalecer la relación de su país con Irán.