Emma Ozores
Mariano Ozores: «Ahora todo está más crispado»
Dirige «Celedonio y yo somos así», que LA RAZÓN regala el próximo viernes
En la comedia «Celedonio y yo somos así», Celedonio (Alfredo Landa) vive de alquilar un toro semental, y cuando le pregunto a Mariano Ozores, director de la película, de qué ha vivido mayormente él, responde que de las risas y de la experiencia de sus padres, de lo que aprendió en su compañía de comedias: «Como me daba miedo ser actor, fui regidor, apuntador, representante, etc., y así, de teatro en teatro, aprendí de qué se ríe el público español».
-¿Y de qué se ríe, Mariano?
-De lo mismo que los ingleses, pero más fuerte. El español prefiere reírse de todo lo malo que pasa y del prójimo más que de sí mismo. Tiene mala leche.
-¿Qué recuerda del rodaje de «Celedonio y yo somos así»?
-Descubrí que Emma Cohen era una actriz fenomenal. Fue una grata sorpresa para mí. Y qué le voy a decir de Alfredo Landa y de mi hermano Antonio...
-Hizo muchas películas con Alfredo...
-Diecisiete. Le llamábamos «El racial», porque tiene todas las virtudes y todos los defectos de nuestra raza. Es un gran profesional. Una de sus virtudes era la memoria: se sabía todo el guión, su papel y los otros. Por eso me duele más lo que le pasa ahora.
-Su nombre es sinónimo de cine comercial, popular. ¿Le hubiera gustado hacer otro cine?
-Lo hice. Con «La hora incógnita» gané premios y por una vez tuve buenas críticas, pero perdí dinero, fue una ruina.
Una y no más, santo Tomás, debió decirse Mariano. Cuenta que no tiene envidia de Ford, Huston, Woody Allen o Spielberg, ni tan siquiera de su admirado Billy Wilder: «Sería como tener envidia de Picasso; están tan lejos de mí...Sólo los admiro». Le hubiera gustado hacer el mismo cine que hizo sólo que con menos carcajadas, «pero el negocio estaba en las risas fuertes; fui el rey de la carcajada; yo cogía lo que pasaba en España y lo retorcía, tomaba la verdad y la caricaturizaba; yo convertía la España real en carcajada, en risas, algo que ahora no hace casi nadie».
-¿Y este país se parece a Mariano Ozores o Mariano Ozores se parece al país?
-Yo me parezco al país.
-¿Cómo vivió el franquismo?
-Lo viví bien, como la democracia. No me sentí perseguido ni después. Nunca me he metido con nadie, soy un buen niño.
-Se acabó la dictadura y casi se acaba Mariano Ozores...
-No. En la democracia tuve grandes éxitos con Pajares y Esteso, por ejemplo. Luego llegó Pilar Miró con su decreto: quería que el cine lo hicieran sus amigos y nadie más. Fue el principio de la caída del cine popular en España.
Le recuerdo que Pepe Sacristán, siempre que en una entrevista o donde sea sale a relucir Mariano Ozores, dice: «A mí a Mariano que no me lo toque nadie». Le considera un padre. «Yo también le quiero mucho –dice Mariano–; a mí nunca me importó si un actor era de izquierdas o de derechas; yo trabajé con muchos actores de izquierdas y era gran admirador de Bardem; ahora hay más sectarismo, y la amistad entre gentes de distinta ideología parece más difícil; todo está más crispado».
-Hizo su última película en el 92. ¿No echa de menos dirigir?
-No, no echo de menos el cine, estoy muy a gusto tocándome las narices. Hacía seis películas al año. Me cansé.
-¿Ve una película en los indignados?
-Claro, todo tiene su versión cómica, pero ahora no me atrevería con algo así. Me podrían zarandear en la calle.
-Tiene 84 años; parece que envejece muy bien...
-Yo me veo bien para la edad que tengo. No me quejo. Además, quejarse no sirve de nada. He perdido reflejos, recuerdos, pero ahí estoy. Nunca he bebido ni he fumado, y de lo otro, poquito. Así que no he tenido que dejar casi nada.
Si se toma una copa, se pone malísimo. No viví noches de bohemia con él, sí con su hermano Antonio. Nos reíamos mucho por los cabarets de Madrid. Se lo recuerdo y él cita la carta que escribió a la familia muy poco antes de morir: «Después de nacer, lo de morirse se veía venir».
-Y ahora, ¿qué hace, Mariano, cómo vive?
-Escribo una obra de teatro, una comedia, para mi sobrina Emma Ozores, que lleva el Teatro Arlequín. Mi vicio principal es leer, me he pasado la vida leyendo, de los tebeos a Proust. Eso sí: no he podido con Joyce. No puedo con lo aburrido y con lo que no entiendo. Veo fútbol y baloncesto en la tele. Y muchas películas de los años 40 y 50 en blanco y negro. El cine, para mí, es en blanco y negro, y eso que yo todas las hice en color...
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