Murcia

La jubilación de los políticos: Qué harán a partir de los 65

Si, como decía Nietzsche, todos los grandes pensamientos son concebidos al caminar, será en su jubilación cuando afloren de nuestros diputados sus mejores ideas. Caminar, escuchar música y leer son las aficiones que más echan de menos.

¿Qué harán a partir de Josep Antoni Durán i Lleida, Gaspar Llamazares y Rosa Díez
¿Qué harán a partir de Josep Antoni Durán i Lleida, Gaspar Llamazares y Rosa Díezlarazon

Se les critica por sus complementos para cobrar la pensión máxima a los 11 años cotizados, José Bono escribe una carta a las Cámaras para que los parlamentarios remitan sus propuestas sobre el régimen de incompatibilidades y publicación de ingresos y patrimonio... Y parece que las ambiciones de sus señorías al jubilarse son de condición intelectual. Algunos, como Federico Trillo, añaden también la cocina; otros, como Gaspar Llamazares, no descartan volver a la medicina. Las hay también que echan de menos recoger lechugas de su ciudad, Badalona, como Isabel López Chamosa. «En mi caso no aspiro a cobrar el complemento porque tengo 57 años y llevo casi 40 cotizados», afirma la portavoz del PSOE en el Pacto de Toledo. Ingresa 50 euros mensuales en un plan de pensiones privado.

En julio de 2006 se firmó un sistema de protección social con un complemento de ingresos para que diputados muy veteranos, llegados del exilio, pudieran tener una asignación de la Cámara –Santiago Carrillo, por ejemplo, cobra un complemento de 731 euros– y los que hayan estado en un escaño 11 años alcancen la pensión máxima. Aunque, tal y como refleja una carta que el presidente del Congreso envió a todos los diputados en febrero de 2010, desde 1977 el número de parlamentarios asciende a 3.609, de los que sólo 70 tienen reconocido el complemento de pensión con una aportación media de las Cortes de 1.066 euros mensuales (desde el Congreso sostienen que 81), se debate si es correcto que un porcentaje de diputados pueda beneficiarse de una norma que no fue redactada para ellos.

«A mí no me parece para nada injusto el sistema», afirma Mariano Fernández Bermejo, ex ministro de Justicia y diputado por Murcia. « Yo me jubilaré a los setenta y tantos, y me dedicaré a cazar, pescar y a leer. Me encanta la poesía y García Márquez es uno de mis escritores favoritos». Bermejo sonríe. «Y, por supuesto, pasaré más tiempo con mi mujer, de la que estoy profundamente enamorado».

La debilidad de Bono son los nietos. «Me gustaría verme feliz, rodeado de mis hijos y nietos. Tener tiempo para pasear e ir al cine». Levanta el dedo para agregar: «Yo fui el primer político que en 1995 publicó sus bienes, rentas, patrimonio y actividades. Pero yo aquí no soy sino el presidente, que debe hacer lo que los diputados quieran, no lo que yo desee. Mi criterio se mantiene en la carta que mandé».

A algunos no les cuesta adelantar datos. El ex presidente del Congreso y ex ministro de Defensa del Partido Popular, Federico Trillo, habla sobre su despacho de abogados privado. «Siempre me ha ido razonablemente bien, tengo mi mutualidad del colegio de abogados y la hipoteca… alguna la tengo pagada y otra, no». El político no esconde su opinión sobre las polémicas pensiones de los diputados. «Yo he presidido esta casa y puedo decir que hay mucho mito sobre el privilegio. La complementación de la pensión se refería a personas que no tenían la misma subsistencia que el resto de los diputados. Pero aquí hay que apretarse el cinturón, como todo el mundo. No me parece mal».

Trillo afirma que nunca se jubilará del todo. «Yo tengo, antes y después de mi carrera política, mi profesión jurídica. Y en el mundo intelectual en el que me he movido hay muchos retos pendientes. Como terminar un par de proyectos editoriales que tengo en marcha. Sí me gustaría descansar más, porque tengo que acostarme muy tarde y levantarme muy temprano para seguir el ritmo de lecturas que siempre he llevado». El político se considera un fan de la cocina, presume de su capón de relleno en Navidades y su dominio de los arroces. «Como cuando me jubile no podré montar en bici, tendré que seguir cocinando o hacer senderismo», se ríe.

Respecto a la postura de Bono acerca de que los diputados deberían trabajar en el Congreso en régimen de dedicación absoluta, Álvaro Cuesta, diputado del PSOE en el Congreso, no titubea al contestar: «A mí a los 65 o 67 años me gustaría verme trabajando, querría seguir en el mundo del derecho. La mayor parte de los diputados somos personas que tenemos carreras propias con cotización en la Seguridad Social y aspiramos a seguir teniendo la pensión por nuestros medios».

Diputados o funcionarios

Las preocupaciones de Josep Antoni Duran i Lleida y de José Antonio Bermúdez de Castro van por otros derroteros. «Mi profesión es liberal, soy abogado y tendré siempre recursos para mantener a mi familia. Pero, aunque en estos momentos todas las medidas son buenas, también es verdad que hay que preservar la dignidad de este parlamento y los medios de los que los diputados disponemos. Ya hemos hecho un ajuste importante al reducírnoslos sueldos, pero no podemos seguir por este camino. El Parlamento requiere la presencia de personas preparadas y no olvidemos que aquí está la sede de la soberanía nacional y del poder legislativo». Opinión que comparte el secretario general de CiU. «Aquí lo que hay que preguntar a la sociedad es si quieren unos diputados con un sueldo digno, que la Cámara tenga un nivel incluso superior al actual o si quieren que esto se deteriore y en el futuro sólo haya funcionarios. Si no, el diputado ha de estar bien pagado», opina Duran i Lleida, que no quiere jubilarse hasta los 70 años. «Cuando lo haga, me dedicaré a leer y a contemplar los paisajes de mis dos lugares de retiro, Aiguablava y el Valle de Arán».

Para José Ramón Beloki, diputado en representación del PNV, el conflicto de las pensiones se genera en la cotización. «Está mal enfocado el sistema. No hay que fijar una edad, habría que hacer una ley adaptada a cada uno. Hay gente que no ha cotizado y cobra mucho y al revés. Yo me he asignado un año para saber si quiero seguir o dedicarme a la política».

Actualmente, un diputado cobra unos 4.000 euros al mes. Y la pensión máxima es de 2.400 euros mensuales. A pesar de que sus ingresos son inferiores a sus colegas europeos, Rosa Díez considera que los complementos deberían desaparecer. «Pienso por convicción que la reforma de pensiones es necesaria, la postura principal del PSOE y del PP ha sido motivada por las encuestas. Yo ya recorto gastos, esta situación nos obliga a pensar bien las cosas antes de hacerlas», reflexiona la líder de UPyD, a la que le gustaría estar «tan bien como ahora» antes de jubilarse. «Cuando lo haga escribiré, haré monte y escucharé música de todo tipo menos el heavy metal duro» se carcajea.

«Está por aclarar que los diputados tengan privilegios», opina por su lado Llamazares. «No me parece mal que en circunstancias sangrantes tengan derecho a una pensión digna, como el resto del país. Yo trabajaré más allá de los 65 años porque mi profesión (es médico) me lo permite, y espero estar en buena condición física». Así lo espera también el líder de la oposición. Mariano Rajoy ansía que cuando llegue a la edad de jubilación se mantenga en plena forma. «Me gustaría no tener tanta presión, y más tiempo para estar con mi familia, leer y –cómo no– caminar». Pero si llega a La Moncloa, claro, tendrá sueldo vitalicio