Opinión
La crónica de Amilibia: Ministra muda y ministra loro, todo a la vez
Son dignos de elogio, y quizá hasta de homenaje, los esfuerzos de Irene Montero por permanecer no solo en el Gobierno, sino especialmente en la pista central del circo: sus números dejarían perplejos a Houdini, Charlie Rivel, Pinito del Oro, Ángel Cristo, etc., y nublado a todo el Circo del Sol. Su papel de ministra muda junto a la locuaz ministra portavoz, Isabel Rodríguez, fue merecedor de un Oscar: cinco veces o más le preguntaron los periodistas por su opinión sobre los muertos en el asalto a la valle de Melilla y cinco veces o más le impidió contestar la enérgica ministra portavoz, magnífica también en su papel de dominatrix, y eso que no iba vestidita de cuero, látex y látigo, modelo que se va a llevar mucho la próxima temporada, dicen.
Cuando a la gran actriz muda (muy superior a Díaz Ayuso) se le preguntó luego por su silencio, hasta cinco veces o más respondió lo mismo: «Siempre me van a tener a su disposición para conocer mi opinión». Así, la ministra Irene estrenó su más brillante y original número: el de las dos caras del dios Jano, o sea, por un lado la ministra muda y, por otro, la ministra loro o lora, capaz de repetir pacientemente la misma respuesta para no decir nada sin necesidad de que le arrojen pipas a la jaula. Pero las paradojas brillantes son contagiosas. El Gobierno contempla la inflación disparada (un 10, 2) y dice, por un lado, que sus medidas anticrisis están siendo efectivas y, por otro, admite que no puede frenar la escalada. «No podemos parar la inflación», dijo Nadia Calviño en el Congreso.
La verdad, no sé si esto lo podrá superar la paradójica Irene.
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